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04 de marzo de 2011

La ocupación de tierras en Villa Soldati

Opiniones de compañeros protagonistas

Política y Teoría N° 72 (105) / Marzo - junio de 2011

María:

María:
La ocupación.- Ocupamos el Indoamericano por la necesidad de vivienda. El día 6 a la medianoche lo llamo a Luciano para que me avise qué era que estaban ocupando los lugares. Yo alquilo. La situación es desesperante. El alquiler se fue muy alto. Lo que uno gana no alcanza. Yo soy madre de cuatro hijos, y alquilo. Trabajo en una cooperativa. Lo llamo entonces a Luciano, le pido que me acompañe, y somos yo y la compañera Nelly los primeros en llegar a la toma, a las  doce de la noche. Y ahí, como sé que hay muchos compañeros que también alquilan, decido mandarles mensajes a todos. Así fue como un grupo de la Corriente Clasista y Combativa  ocupamos el lugar. Nos fuimos avisando de uno a otro y llegamos ahí. La decisión de nosotros era que nos den un pedazo de tierra.  Tenemos bien en claro que no teníamos posibilidades de que ellos nos dieran una vivienda. Yo hace diez, quince años que presenté los papeles en la Comisión de la Vivienda, con todos los requisitos que ellos me pidieron, y hasta hoy no me dan la vivienda. Entonces la meta mía, no era ir sólo a tomar un lugar, sino que nos dieran un pedazo de tierra y poderlo pagar, poder vivir y, a los años, dejarle un pedazo de tierra a mis hijos. Eso es, como madre de cuatro hijos, lo que más quisiera.
El desalojo- El desalojo fue un día a las seis de la tarde, después  de estar tres, cuatro días en la toma, viene una represión sin aviso. Nos encierran  y sólo quedó un lugar para el lado de las vías por donde escapar. Tiraron gases, golpearon a los niños, a las mujeres, a los hombres, a todos los que venían pegaban. Fue una represión sin aviso.
Lo que viene.- No quiero que me regalen nada. Sólo que me den un pedazo de tierra para poder edificar la casa y tener para mis hijos. Necesito seguir luchando por la vivienda. Los compañeros que estuvimos en el Indoamericano estamos firmes y  vamos a seguir por el tema de la vivienda.

Sandra:
La ocupación.- No tengo vivienda. Nosotros somos extranjeros. La mayoría trabajamos en negro. Si trabajaríamos en blanco tuviéramos un derecho a sacar una vivienda a pagar, pero no nos dan esa posibilidad. Yo soy boliviana, y hace cinco años que estoy en la Argentina. Por esa razón entramos nosotros a hacer la toma ahí adentro. Yo alquilo, pero ahora son demasiado los alquileres. Nosotros no queríamos ocupar gratis. Queremos pagar. Gracias a Dios nosotros sabemos trabajar. Yo tengo un pequeño taller en mi casa.
El desalojo.- Hubieron tantos muertos, nos tomaron el pelo, nos vinieron a censar, nos dieron unos papeles diciendo que nos daban en ciento veinte días la vivienda, pero es mentira todo, es chamuyo, no hay nada hasta el día de hoy. La gente que está con Salvatierra, los que firmaron, dicen que están recibiendo un subsidio de 7mil, 8mil. Pero nosotros, los que hemos salido dignamente sin firmar ni un papel, seguimos luchando, seguimos saliendo a las reuniones, a ver las marchas, qué es lo que pasa.
Lo que viene. Nosotros estamos dispuestos, si hay otra toma, a ir. Y esta vez no nos van a sacar.

Miguel (coordinador de la villa 20):
Nosotros queremos las tierras  para habitar. No queremos que nos den gratis. Queremos pagar en cuotas. Nos prometieron pero hasta hoy no tenemos nada. Macri dijo que los bolivianos éramos tomadores de tierras, cuando estábamos dentro de la toma. Pero eso es mentira. Había paraguayos, argentinos, peruanos. Nosotros vivimos de nuestros trabajo, y queremos tierras para habitarlas. Dicen que no pagamos los impuestos, pero al momento de comprar una leche, ahí estamos pagando el IVA.
    Nuestros próximos pasos son seguir con la lucha para conseguir las tierras para vivir. Los bolivianos, y cualquier extranjero, viene a trabajar aquí para conseguir lo que no tiene. Luchamos por nuestros hijos. Tenemos hijos argentinos.

Nelly:
La ocupación.- Yo soy argentina, tengo 35 años. Había visto varias tomas, había escuchado, pero es la primera vez que fuimos a tomar, con otra vecina. Habíamos ido varias veces al Instituto de Vivienda a averiguar préstamos que salieron por el Banco. Pero era impresionante, tenías que ganar más de cuatro mil pesos.  Yo trabajo desde los quince años, trabajé en blanco, pero a los treinta años quedé embarazada de mi hija y ahí tuve que dejar de trabajar porque no tengo mi madre acá,  ni quien me la cuide. Entonces no podía presentar ningún recibo. Tenía que hacer changas. Entonces como escuché varias veces sobre la toma, y gente en otros lados que consiguió, cuando escuche de esta toma dije: “la única forma de conseguir es así”, “o por lo menos, que me escuchen y que me tomen los datos”. Para mi el censo fue en serio. Yo dí todos mis datos y me dieron una pulsera. Después, no sé que habrán hecho con los papeles, porque me dijeron: “te vamos a llamar”, pero no lo hicieron.
El desalojo.- La represión fue un día miércoles, que estábamos todos tranquilos. Fue la primera vez en mis treinta y cinco años que tuvimos que correr con las cosas de  un momento para otro.  La policía  vino pegando como si nada. Yo decía, “siendo mujeres no nos van a hacer nada”, pero igual, nos tiraban gases, de todo. Yo me quedaba sin respiración, y empezaba a correr desesperadamente con todas mis cosas, mis bolsos que tenía ahí, para poder pasar una valla. Lo miraba a mi marido, que venía atrás, y no podíamos pasar esa valla, así que seguimos por la vía y nos fuimos. Después, al otro día, vimos como otras personas volvían a ocupar su lugar, y entonces lo que hicimos fue volver a ocupar nuestro terreno. Nos quedamos ahí hasta que cerraron el predio, e hicieron el censo. Después no dejaban salir, y nos tuvieron varios días sin comida. Cuando nos trajeron, fue un sándwich – veinte para cincuenta que éramos en nuestra cuadra-. Después vino una persona –Salvatierra- que dijo que todo se iba a arreglar, que la gente fuera firmando un papel. Y la gente firmaba sin mirar, y después recién se dio cuenta que sólo decía que estabas censado, no había ningún acuerdo, ninguna promesa, nada. Cuando nos enteramos de eso, no quisimos salir ninguno de nosotros. Por lo menos que nos vinieran a decir si teníamos posibilidades de algo. Nosotros no queremos que nos regalen, queremos terreno o vivienda y pagarlo. Después, lo que se dijo de los extranjeros, creo que fue armado. Yo estuve adentro, y había de todas las nacionalidades, bolivianos, paraguayos, pero había mucha gente argentina. Todos los que trabajan y llevan adelante al país. Esa noche resistimos hasta lo último. Acomodamos nuestras cosas y salimos cantando el Himno.
Lo que viene.- Ahora nos estamos juntando con varios delegados. El gobierno dice que va a sacar un proyecto de viviendas. Pero hasta ahora no hay nada concreto. Por eso estamos en la lucha, con toda la gente que realmente necesita, porque el censo está, están los datos, está todo. Falta que ellos decidan. Tenemos un proyecto para presentar cuando ellos lo pidan.