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19 de junio de 2013

Origen de “La Forestal”

Crónicas proletarias

 En 1906 surge una de las empresas que simbolizó la explotación y depredación imperialista en nuestro país: “The Forestal Land, Timber and Railways Co. Ltd”, más conocida como “La Forestal”, que llegó a tener 2.100.000 hectáreas repartidas entre el norte de Santa Fe y el Chaco. Esta empresa con sede en Londres absorbió otras  de origen inglés y alemán, cuyos representantes integraron el directorio. Fue la mayor explotadora de quebracho colorado del mundo, tanto en rollizos (madero para construcción), como para la extracción de tanino, que se destinaban al mercado externo (fundamentalmente a Alemania, Gran Bretaña, EEUU). “La Forestal” fue adquiriendo otras empresas, y gigantescas extensiones de tierra, con la complicidad de los gobiernos nacionales y provinciales.
“La Forestal”, como hoy las megamineras, era un Estado dentro del Estado, con policía propia, y hasta bandera. Las condiciones de trabajo eran brutales, particularmente para los hacheros, denominados por uno de los principales investigadores, Gastón Gori, los “obrajeros”.
Varían las cifras, pero se estima en más de 20.000 los trabajadores que supo tener La Forestal en su momento de mayor desarrollo. Los obrajeros trabajaban de sol a sol y recibían 2,50 pesos por tonelada de leña, en vales que sólo podían cambiar por mercaderías en las proveedurías de la empresa o de los contratistas que los conchababan. El contratista era intermediario con La Forestal, y hacía sus propios “negocios” con la venta de mercadería o “préstamo” de vales, bebidas, etc.
La mayoría de los obreros vivía hacinada, solteros o con sus familias, en chozas o “benditos”, simples enramadas, y dormían en el suelo, a veces en excavaciones -especie de zanjas- para protegerse mejor del frío. Las familias trabajaban a la par del hachero, sin recibir salario alguno. “Trabajo asesino” se lo llegó a denominar por los cotidianos accidentes. El trabajo de hachero lo hacían los originarios y criollos de la zona, los únicos que podían trabajar en las duras condiciones de los montes. Difícilmente permanecían más de 10 años en los bosques de quebracho. Cuando eran echados, los desalojaban de la vivienda, y si resistían la policía los llevaba fuera de los límites de la compañía.
Con los años, los trabajadores se fueron organizando, y las primeras y espontáneas rebeliones se transformaron en heroicas y sangrientas huelgas que conmovieron la zona entre 1919 y 1922, de las que hablaremos en otra columna.