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22 de marzo de 2017

Origen de los piquetes

Crónicas Proletarias- 259

 Hacemos un alto en la secuencia temporal que venimos abordando en esta columna, para tratar el origen de un método de lucha que los últimos años se ha generalizado en distintos sectores sociales, y que despierta el odio de las clases dominantes: el piquete. Odio y preocupación que va más allá del argumento del “corte de tránsito”, porque como ha dicho un periodista por estos días “En ningún lugar del mundo, ni en Cuba, la política se resuelve en las calles como acá. Eso es inadmisible”. Eso es lo que les preocupa.
La palabra piquete viene del término inglés “picketing”, cuya traducción literal será algo así como “estaqueando”. Acá en la Argentina diríamos “plantarse”. Este picketing era la acción de los obreros huelguistas frente a los lugares de trabajo, para impedir que los carneros entrasen a la fábrica.
En Francia e Inglaterra, el picketing estuvo prohibido por ley, en el primer caso hasta 1864, y entre los ingleses hasta 1875. En 1926 el picketing fue usado en bloqueos de puertos, centrales eléctricas y depósitos en Inglaterra, y volvió a ser criminalizado cuando se usaba con “violencia”. Tanto en Europa como en EEUU existen leyes que “reglamentan” estos piquetes.
En nuestro país, el dirigente y exdiputado socialista Alfredo Palacios recordaba en un artículo escrito en 1920 “La dirigente socialista Fenia Chercow de Repetto tradujo en 1904 un libro de Pablo Mantoux sobre ‘El despertar del Partido Obrero en Inglaterra’, donde se explica que los ‘pickets’ consisten en esperar el paso de los obreros a la fábrica, advirtiéndoles que la huelga está declarada oficialmente y tratando de hacerles desistir de ocupar el sitio de sus camaradas” (El sindicato y la cuestión social. Revista de Ciencias Económicas, publicación del Centro de Estudiantes de Ciencias Económicas, enero-abril 1920).
Ese mismo año de 1904 se discutía en la Argentina un proyecto de Ley Nacional del Trabajo, propuesto por el gobierno de Roca e impulsado por su ministro Joaquín V. González, con el objetivo de otorgar algunas concesiones a las luchas del movimiento obrero, a condición de reglamentar el derecho de huelga y las propias asociaciones obreras. En dicho proyecto, que fue finalmente rechazado por los sindicatos y las corrientes socialistas y anarquistas, se reconocía el derecho al picketing, o sea a “formar grupos de manifestantes enfrente de las empresas en conflicto, para disuadir a los demás obreros de entrar”.
Muchas décadas después, el movimiento de desocupados puso al piquete y al corte de ruta en el centro de la escena política en su demanda de trabajo genuino, hasta hoy.