El lunes 30 de agosto, en el Programa Odisea Argentina del Canal La Nación+, el periodista Francisco Olivera entrevistó a Miguel Pichetto, auditor general de la Nación.
Después de algunas consideraciones sobre los dichos de la candidata del Frente de Todos, Victoria Tolosa Paz, Pichetto atacó, una vez más, a los movimientos sociales.
Después de cuatro fracasos de su candidatura a gobernador de Río Negro, se convirtió en socio en la fracasada fórmula presidencial, como vice de Macri, en 2019.
Ahora, se despacha contra los mapuches en Villa Mascardi y en Bariloche, en sintonía con la reunión que hubo el 25 de agosto de “fuerzas vivas”, en realidad como avanzada contra la propuesta de prórroga de la Ley de relevamiento territorial de comunidades indígenas, Ley 26.160, que debe hacerse antes de noviembre en el Congreso Nacional.
Pichetto dice que las fuerzas federales se han retirado del sur después de las muertes de Rafael Nahuel y Santiago Maldonado y que es tierra de nadie, y que hay que poner orden nuevamente, casi sugiriendo una nueva “Campaña del Desierto”, como el genocida General Roca.
Pichetto es un político experimentado. Se presenta como representante de intereses petroleros, sojeros, inmobiliarios, turísticos, forestales, etc. A las naciones y pueblos originarios que resistimos este segundo genocidio silencioso y nuestras riquezas naturales, Pichetto nos presenta como victimarios, cuando somos víctimas de esos intereses oligárquicos e imperialistas ¿Quiere liquidar la 26.160? No puede, por eso va a la confrontación.
Ignorando a San Martín, Belgrano, Güemes y Artigas, Pichetto levanta al general Julio Argentino Roca, genocida de originarios al servicio de la oligarquía que se apropió de tierras ajenas. Eran territorios ancestrales de las naciones y pueblos originarios preexistentes. A los mapuches nos presenta como indios invasores chilenos, que se llevaban las vacas y las mujeres. Su héroe es el genocida Roca, que enviaba a los enfermos de viruela a sembrar la muerte de nuestras comunidades, desmembraba a nuestras familias y repartía a nuestros ancestros en la Plaza de Mayo para sirvientes de la “alta sociedad”. Eso intenta que vuelva el señor Pichetto.
También Pichetto dijo que los tehuelches eran nativos del país y agricultores y fueron avasallados por los indios invasores chilenos.
Pichetto no habló del tratado de Quilin de 1643 ni de la actitud del general San Martín realizando la consulta previa libre e informada con los pehuenches de Huentecurra, Coñoepan y Neculñanco, próceres de la liberación americana. Ni del tratado de Tapihue-Los Ángeles de 1825-26, ni de los tratados de Capilsqui, Carripilun y Cangapol, Llanquetur. Tampoco dijo nada de la unidad de las tres grandes confederaciones de Leuvoco, Salinas Grandes y Confluencia que unió a ranculches, pehuenches, mapuches y tehuelches del norte y del sur, y todos fueron parte de la Confederación Argentina desde 1852 a 1860 con el gobierno con sede en Paraná.
Pichetto habla de lo que no tiene ni idea, da a los tehuelches como agricultores cuando fueron los primeros cazadores en banda, los primeros que dominaron el uso del caballo. Para mentir lo que se necesita es audacia y desesperación. Pichetto se ofrece como vocero político de los intereses inmobiliarios, turísticos, petroleros, mineros, sojeros, forestales, que tratan de desalojar a los originarios de los territorios ancestrales donde nos tiró Roca, después de un etnocidio, para usurpar y entregar media Argentina a la oligarquía. Pichetto se juega, como vocero de esa oligarquía, a impedir la prórroga y vigencia, por cuatro años más, de la Ley 26.160.
Pichetto hace campaña con Macri, Vidal, Santilli y otros. Pero los pueblos originarios y las fuerzas populares no podemos subestimar, por omisión o por ignorancia, que estas ideas fascistas y racistas avancen.
Debe reflexionarse profundamente lo que está pasando en Bariloche o lo que ha pasado en Bahía Blanca, donde frente a la propuesta de cambiarle el nombre al Parque Campaña del Desierto, como le llaman al genocidio de Roca, se abrió a la opinión del pueblo en una encuesta donde votaron 1.300 personas y ganó la propuesta de llamarlo Julio A. Roca. Es evidente que las fuerzas populares por omisión, desidia o ignorancia dejaron que la ultraderecha juegue con todo y no se hizo lo que correspondía para dar la batalla política, cultural e histórica, por ejemplo, para llamar a ese parque Venancio Coñoepan, fundador de Bahía Blanca por decisión del gobernador Dorrego junto al Coronel Ramón Estomba, ambos próceres de la liberación americana.
Escribe Margarita Peñailillo
Hoy N° 1880 08/09/2021