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13 de diciembre de 2017

El 22 de noviembre el gobierno de Rodríguez Larreta hizo público el proyecto de creación de una universidad para “maestros”, con el argumento de “jerarquizar” la carrera docente y lograr mayor cantidad de inscriptos en ese tipo de carreras.

Otro ataque a la educación revestido de mucho marketing

Ciudad de Buenos Aires

Como ya ocurrió con la “secundaria del futuro”, la propuesta no fue consultada con estudiantes, ni docentes, ni sindicatos, ni con las autoridades de los 29 centros de formación docente ya existentes. Niegan, una vez más, la historia educativa del país.
 
Detrás del marketing

Como ya ocurrió con la “secundaria del futuro”, la propuesta no fue consultada con estudiantes, ni docentes, ni sindicatos, ni con las autoridades de los 29 centros de formación docente ya existentes. Niegan, una vez más, la historia educativa del país.
 
Detrás del marketing
La inscripción a carreras docentes está estancada en la ciudad. Y el PRO responde con titulares que suena lindo. “Universidad para maestros”, “jerarquizar la carrera docente”, “los porteños queremos que nuestros hijos sean universitarios” y otras frases del estilo, pretenden dar cuenta de la baja inscripción a carreras docentes. Lo que pretenden que no veamos es que la baja matrícula tiene bases materiales.
Por ejemplo, el promedio del salario de otras carreras con estudios superiores es un sueldo 33% mayor que el del docente en la ciudad (en provincia de Buenos Aires es 18% y en Córdoba están a la par).
Además la Argentina y, en particular, la Ciudad tienen un rico conjunto de experiencias en educación, reconocido a nivel mundial. Los institutos ya han mostrado procesos de formación docente que responden a nuestros problemas. Las decisiones son colegiadas, los cargos son concursados. Los procesos no son ideales, pero permiten una gran cantidad de experiencias propias de cada comunidad educativa. Y se ha demostrado una relación muy importante entre la libertad de cátedra, las decisiones colegiadas y los concursos, con la solidez y versatilidad de la formación docente. Y, lo más importante, con docentes que puedan resolver críticamente los problemas de su realidad.
Fue el propio gobierno el que impidió que se pueda llamar a concursos, y el Instituto Nacional de Formación Docente (Infod) el que se encargó de arremeter contra los institutos con la excusa de homogeneizar, haciendo perder años de experiencia educativa acumulada por cada comunidad. Más bases materiales para impedir y obstaculizar la formación docente.
Después de 10 años de gobierno del PRO en la ciudad, la matrícula de los profesorados no cubre las necesidades de la propia Ciudad, y se obligó a los institutos públicos a adaptar sus carreras a las necesidades de los institutos privados de formación docente.
Otro aspecto importante es que muchas instituciones están integradas por más de un nivel educativo. Necesidades propias de cada carrera llevaron a esa forma de organización. La nueva universidad viene a separar esos niveles, desarticulando carreras, instituciones y comunidades.
Si quisieran jerarquizar, habrían escuchado el proyecto de universidad salido del Joaquín V. González. O habrían armado un consejo de rectores para asesorarse. También podrían haber atacado la enorme burocracia que enfrenta un recién recibido para ingresar al sistema público (ya que en el ámbito privado pueden ejercer aún antes de recibirse). Pero no. Casualmente impulsan una universidad cuando la UCA decide ofrecer carreras docentes.
 
¿Y la finalidad de esto cuál es?
Con la “secundaria del futuro”, el gobierno mostró qué tipo de estudiante secundario quiere. Uno que no tenga conocimientos generales, sino fragmentados. Que no esté acompañado por docentes, sino por “facilitadores”. Con “prácticas profesionalizantes” que serán, en definitiva, trabajo mal pagado. Una secundaria atravesada por el negocio de las plataformas virtuales educativas (siempre compradas llave en mano y producidas en masa).
Con la universidad para maestros vienen a imponer la estructura administrativa que garantice formar facilitadores. Quieren dejar de lado los consejos directivos de los 29 institutos, y las juntas departamentales, que ya funcionan para poner a sus “expertos” e imponer una forma de ser docente, nuevos programas, y desintegración entre las mejores experiencias educativas de la ciudad.
No nos oponemos a una universidad, nos oponemos a esta universidad que viene a destruir lo que supimos construir entre todos. El derecho a la educación y la mayor solidez en la formación docente se logra garantizando las condiciones materiales para que eso ocurra, y garantizando la mayor libertad de cátedra y debate de ideas posible. Por eso, y como ya dijimos de la “secundaria del futuro”, nos oponemos a cualquier reforma de la que no participen los distintos actores de la comunidad educativa. 
 
Enriqueta Lucero – Azul y Blanca CABA. 
En Ana Sosa – Azul y Blanca Nacional