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07 de diciembre de 2011


Otro dirigente campesino-indígena asesinado

Un nuevo crimen en el Brasil del latifundio

(Exclusivo internet)

El Brasil de Dilma sigue siendo el imperio de los terratenientes. Otro dirigente campesino fue asesinado por las guardias blancas de los latifundistas el viernes 18 de noviembre, con escaso eco en la prensa brasileña y menos en los ámbitos gubernamentales que deberían castigar este nuevo crimen.

El Brasil de Dilma sigue siendo el imperio de los terratenientes. Otro dirigente campesino fue asesinado por las guardias blancas de los latifundistas el viernes 18 de noviembre, con escaso eco en la prensa brasileña y menos en los ámbitos gubernamentales que deberían castigar este nuevo crimen.

Nisio Gomez, dirigente campesino indígena de 59 años, fue asesinado en un campamento instalado al borde de la ruta que conecta las localidades de Amambai y Ponta Pora, en el Estado de Mato Grosso do Sul, en la frontera entre Brasil y Paraguay. Al amanecer, cuarenta hombres encapuchados y con armas de fuego, rodearon a 60 indios de la etnia guarani-kaiowá que estaban rezando y abrieron fuego contra el grupo con balas de goma y munición de grueso calibre. Según informa el diario español El País, el cacique Gómez fue abatido por disparos en la cabeza y en el cuerpo, mientras el resto permanecía cuerpo a tierra apuntados por los pistoleros. Una mujer y un chico de cinco años también fueron asesinados. Los asesinos se llevaron el cuerpo de Gómez. La Fundación Nacional del Indio (FUNAI) se limitó a dar al dirigente por “desaparecido”.

Desde inicios de noviembre el grupo indígena intenta retomar un territorio que considera ancestral y sagrado, y del que —igual que en la mayor parte del territorio brasileño— los guaraníes fueron expulsados en el pasado. El área está actualmente ocupada por haciendas ganaderas, y obviamente los pistoleros actuaron bajo instrucciones de los latifundistas.

Hace décadas que los terratenientes brasileños, amparados en la impunidad más absoluta, acuden al asesinato —incluidas matanzas masivas— para expulsar a los campesinos y apropiarse de sus tierras. En los últimos 10 años el proceso se acentuó en los bordes de la gigantesca área amazónica como parte de la expansión de la superficie dedicada a la plantación de soja para exportación.

Pese a las infinitas promesas de reforma agraria del ex presidente Lula Da Silva, poco y nada cambió bajo sus dos presidencias ni bajo la actual de Dilma Rousseff.