Otto Vargas era rionegrino de origen, nacido en Luis Beltrán, Choele Choel, el 3 de septiembre de 1929. Puso su vida al servicio de la revolución en la Argentina desde su afiliación a la Federación Juvenil Comunista a los 19 años. Tras una larga trayectoria en la Federación Juvenil Comunista, donde cumplió tareas internacionales, en la década de 1960 Vargas se puso junto a otros dirigentes del PC y la FJC al frente de la lucha contra el revisionismo y la traición en la dirección del Partido Comunista, que se había transformado en una traba para avanzar en el camino revolucionario y abandonó al Che Guevara.
Por eso encabezó la fundación y la construcción del Partido Comunista Revolucionario de Argentina, al que dirigió desde su fundación el 6 de enero de 1968, poniéndose al frente de un contingente de jóvenes, convencido de la necesidad de un Partido para que la clase obrera tuviera su herramienta y junto a los campesinos, pudieran unir al pueblo en la lucha por su liberación.
En esos 51 años que Otto dirigió el PCR, peleó para que el Partido y su JCR mantuvieran en alto las banderas del marxismo leninismo maoísmo, integrándolas con la realidad de la revolución en Argentina, y “estuvo a la cabeza de las grandes batallas políticas y teóricas que protagonizamos”, como recordó el camarada Jacinto Roldán, secretario general del PCR, en su despedida. Decía también Roldán que “La historia de Otto Vargas no se ha terminado de escribir. Porque a un comunista, a un revolucionario, no se lo juzga solo por lo que ha hecho a lo largo de toda su vida militante, sino por lo que deja”.
Y lo que dejó Otto Vargas es un PCR que cumplió 57 años al servicio de la lucha revolucionaria, con su JCR desplegada en todo el país.
Nuestro mejor homenaje es mantenernos fieles a las enseñanzas de nuestro querido Otto, y con la guía de nuestro 13 Congreso y con el Comité Central al frente, trabajar para que el Partido y la Juventud sigan peleando estar al frente de las luchas contra la política antipopular, reaccionaria y entreguista del gobierno de Milei, y al calor de la lucha, acumular fuerzas y forjar un amplio frente único para torcerle el brazo a esta política y poder avanzar en un camino liberador conquistando otra política y otro gobierno.
Porque el objetivo del PCR es el mismo que cuando nos fundamos, con Otto Vargas al frente: que la clase obrera y el pueblo tomen en sus manos la lucha por la revolución que acabe con este Estado oligárquico imperialista, y así poder resolver el pan, el techo, la tierra, la salud, la educación y la libertad para todos los que habitan nuestro suelo.
Recordaba Jacinto Roldán que “poco antes de morir, Otto decía con mucha convicción ‘hoy si nos preguntan si vale la pena luchar por el comunismo, les decimos que sí, con la misma fuerza y convicción con la que comenzamos esta lucha hace muchos años. Que no hay otro camino para lograr la liberación de los explotados y los oprimidos por el capitalismo que la lucha por el comunismo. Lucha que será muy larga y dura, pero que triunfará’”.
Por eso decimos con esa fuerza y convicción que vamos por más, porque somos el Partido de Otto Vargas.
Reproducimos extractos de su intervención en el acto por el 40 aniversario del PCR, en el Luna Park, en el 2008.
Estamos seguros de que nuestra lucha va a triunfar
…Se dice que el comunismo “ya fue”. Y en los libros de enseñanza de la primaria y del secundario comparan a la Unión Soviética con la Alemania nazi, Hitler es igual que Stalin, la Unión Soviética igual que la Alemania hitleriana. Regímenes “autoritarios”, dicen. Pero 20 millones de soviéticos murieron para derrotar al nazismo; de cada 100 comunistas que fueron al frente volvieron 4; millones de comunistas murieron en todo el mundo para impedir que el nazismo hiciera un holocausto mundial. Y ahora resulta según ellos que toda esta lucha no sirvió para nada… ¡No, compañeros! Esa lucha no fue en vano.
Pero mientras exista el capitalismo, existirá la clase obrera. Porque ¿qué es el capitalismo? Es el régimen de la servidumbre asalariada. Nos han llenado la cabeza todos estos años —incluso algunos dirigentes de izquierda— diciendo que la clase obrera ya no es el sujeto histórico de la revolución…
Muchas veces dieron por muerto al comunismo. Desde el inicio. Porque como dijo Marx, el primer partido comunista verdaderamente activo de la historia fue el movimiento de Babeuf, la conspiración de los “Iguales” en el seno de la Revolución Francesa. Los agarraron a todos y los guillotinaron. La burguesía se quedó tranquila, dijo: “terminamos con el comunismo”. Se escapó uno: Felipe Buonarroti, emigrado italiano. Volvió a Italia, organizó grupos de “carbonarios”… Y en 1848, cuando Marx y Engels escribieron el Manifiesto Comunista, comienzan diciendo: “un fantasma recorre Europa, el fantasma del comunismo”. No habían podido matar al comunismo.
En 1871, cuando ante la invasión extranjera la burguesía francesa claudicó, se instaló el primer gobierno obrero de la historia: la Comuna de París, que duró 70 días. También, los capitalistas reprimieron sangrientamente. Hay una canción: “Cuando florecieron los cerezos”; florecían los cerezos en Francia, cuando la burguesía fusiló a 70 mil comuneros en lo que se llama el Muro de los Fusilados. Otra vez dijeron: “terminamos con el comunismo”.
Pero los comuneros se desparramaron, incluso algunos vinieron aquí, a la Argentina. Crearon la primera organización adherida a la Asociación Internacional de los Trabajadores.
Y en 1917 triunfó la Revolución Rusa. Un pequeño partido, dirigido por un hombre desconocido que ni se sabía cómo se llamaba: Uliánov, Vladímir Lenin… Al frente de millones de obreros, campesinos y soldados, tomaron el poder: instauraron el poder obrero en Rusia. Fueron agredidos por 14 naciones. De allá volvió Recabarren, fundador del Partido Comunista chileno y argentino. Le preguntaron qué vio. “Vi montañas de cadáveres de muertos de hambre —dijo, pero también vi que los obreros tienen la sartén por el mango”.
Y cuando la crisis del año ’29 conmovió al mundo capitalista, lo único que se mantuvo incólume fue la Unión Soviética, que en ese entonces comenzaba a ser una potencia.
Después, el capitalismo fue restaurado en la Unión Soviética. Fuimos derrotados. Algunos dicen “fracasó”; no, no fracasó, fuimos derrotados, en una lucha de clases implacable, cruel, que no reconoce límites, como muestran los ejemplos de la Comuna y de Babeuf. Las clases dominantes son capaces de llegar a cualquier cosa para terminar con ese peligro.
Y cuando se restauró el capitalismo en China fue un momento muy difícil. Nosotros quedamos ahí… Algunos decían: “son cachorros guachos”. No creían que íbamos a sobrevivir, que íbamos a seguir manteniendo las banderas del marxismo-leninismo-maoísmo como las sostuvimos, y que íbamos a seguir luchando por la revolución…
Las nuevas generaciones de combatientes tendrán que buscar y encontrar los caminos propios de cada país para el triunfo de la revolución. No hay una receta. Pero eso sí: mientras tengan como guía el marxismo-leninismo-maoísmo como la brújula, les va permitir, en definitiva, triunfar.
Nosotros estamos seguros de que nuestra lucha va a triunfar. Creemos en lo que dijo Mao: la lógica de los oprimidos es luchar, fracasar, para volver a luchar, volver a fracasar, y así hasta triunfar. Y nosotros, con la misma convicción con que fundamos el Partido Comunista Revolucionario hace 40 años, decimos que habrá nuevas revoluciones triunfantes, que el imperialismo va a ser derrotado, y que en definitiva el comunismo triunfará mundialmente.
Por eso, compañeros, ¡Viva el internacionalismo proletario! ¡Viva el comunismo! ¡Viva el Partido Comunista Revolucionario!
Hoy N° 2046 12/02/2025