La Chispa, nuestra revista, la de miles de jóvenes que se suman a la lucha por la revolución, se ha fortalecido como herramienta para la construcción y la difusión de la Juventud Comunista Revolucionaria. Ya lo dijimos otra veces, pero sigue siendo cierto que no hay otro instrumento como éste, uno que aborde los temas que vivimos los jóvenes desde una mirada de clase, que se funda con lo más oprimido de nuestro pueblo, con esos pibes tan castigados por la política de este gobierno. Nosotros somos el último orejón del tarro para Cristina Kirchner. Para ella y para el sistema, somos un depósito de basura. Pero nos rebelamos a tener ese lugar. Queremos otra cosa, y por eso, a fuerza de pechar, de empujar, de luchar, peleamos todos los días para transformar una realidad que nos mata a manos del gatillo fácil, la droga, el alcohol, el hambre, la falta de educación y salud.
Los jóvenes hemos sido parte, motor y protagonistas de enormes luchas que conmovieron a la Argentina en este último año. Hemos aprendido, junto a todos los sectores populares, que sólo nosotros podremos hacer posible lo necesario, que sólo luchando por lo justo es como lo conseguiremos. Eso lo sabemos, sabemos que el camino lo construye el pueblo, que se despierta y lucha contra los poderosos que llenan sus bolsillos robándonos el futuro y el presente.
Este año hubo una lucha que movió todos los cimientos: la enorme, histórica, argentinísima lucha agraria. La rebelión rural que se levantó contra el gobierno de los K, un gobierno entreguista, corrupto, enemigo del pueblo y amigo de varios imperialismos, nos tuvo en las rutas por más de 120 días. Las noches, que fueron duras, encontraban a los más jóvenes bancando el campamento, guitarra de por medio, con la alegría que sólo da la lucha colectiva, el encontrarse con otros para lograr lo que las grandes mayorías necesitan. En el conflicto hicieron punta los jóvenes de Maciel, como tuvo que reconocer el propio Bussi en el Congreso de la Nación. Pueblos y ciudades enteras se levantaron contra la soberbia del gobierno, siendo plenamente concientes de que esa medida que les querían imponer significaba la desaparición de los pequeños y medianos productores. Sólo se hubieran beneficiado los grandes terratenientes, monopolios sojeros y pooles, esos que se han beneficiado –y mucho- con la política del gobierno. La más grande rebelión agraria de toda la historia de nuestro país logró abrirle la mano a Cristina, que tuvo que dar marcha atrás con sus planes de aniquilamiento de las pequeñas explotaciones agrícolas para hacer más caja. Porque, además, todos teníamos claro dónde iba a ir esa plata: ni a educación, ni a la generación de empleo, ni a “distribuir la riqueza”, como les gusta decir a ellos. Esa guita iba a financiar el pago de deuda externa que nos ata y nos ahoga con la soga de las potencias imperialistas. Y también iba para comprar voluntades políticas y hacer negociados truchos. Ellos no gobiernan para el pueblo, eso ya lo tenemos claro. Tan claro, que no le aflojamos a pesar de todas las presiones que hubo para hacerlo.
Ahí la Chispa jugó un rol fundamental, no sólo en encender la llama de la rebeldía de los pibes, sino también en dar argumentos en medio de una gigantesca campaña de desinformación alrededor del conflicto. La Juventud se metió de lleno, como en la lucha por presupuesto para educación, por escuelas dignas para poder estudiar y becas para seguir yendo al colegio, cuyo mejor ejemplo fue la rebelión de los secundarios de la Capital, las luchas contra el gatillo fácil y la droga. Y así también lo hizo la revista, reflejando el sentimiento y las necesidades de las grandes masas juveniles.
Hemos estado en los bloqueos de las fábricas, nos metimos con todo dentro del movimiento obrero. Hoy, más que nunca, con la crisis mundial que azota a los pueblos del mundo entero, debemos profundizar nuestra construcción. Miles de obreros se levantan contra los despidos y cierres de las fábricas, entendiendo que sólo luchando, enfrentando, poniéndole el pecho lograremos que la crisis la paguen los que la provocaron. Los trabajadores de General Motors son hoy el faro que ilumina a todos los obreros del país, porque con firmeza y valentía enfrentan a un monopolio imperialista que los quiere dejar en la calle. Los que se beneficiaron con las políticas del gobierno, y obtuvieron ganancias extraordinarias gracias a que super explotaron a los trabajadores, quieren que los platos rotos los pague el pueblo. Pero hay una enorme camada de obreros jóvenes que se rebelan. Hasta hace un tiempo luchaban por sus condiciones de trabajo. Hoy lo hacen para no quedar en la calle. La Chispa debe transformarse en el instrumento que cada compañero lleve en su mochila cuando va a visitar a un obrero, cuando entra en la fábrica, cuando un compañero le pregunta cómo ve la situación o qué se puede hacer.
Nuestra revista ha sido un gran instrumento para desatar las luchas, para reflejarlas, exponer y comprender las necesidades y sueños de los pibes que quieren otra cosa, y todos los días trabajan para empujar el carro de la liberación de nuestro pueblo. Nuestro Partido, que este año celebró sus 40 años de lucha junto al pueblo y la clase obrera, es la mejor herramienta que tenemos para lograr los nobles objetivos de una sociedad sin explotados que nos proponemos, para hacer la revolución. Aprendiendo de los camaradas que esta año han partido, pero que siguen vivos en nuestra lucha, encendamos la rebelión en los millones que quieren sumarse para cambiar de raíz el sistema. Como dijo Mao: “Nada es imposible, sólo basta con atreverse a escalar las alturas”. Y nosotros sí que nos atrevemos. ¡Aguante la Chispa! ¡Viva el PCR! ¡Viva la JCR!