Mayo del 2013. Falleció Susana Silvestri, amiga y compañera. Ya un año. Con Susi compartimos los tiempos duros de la Santa Lucía, escuela periférica, ubicada en uno de los barrios más humildes de Rosario. “Susi llegó a mi casa porque sería mi reemplazante ya que empezaba mi licencia por maternidad y allí nos conocimos”, dice Gra. “Llegó con su pollera larga estampada elegante y un poco hippie, tranquila y dispuesta a trabajar en los suburbios de la ciudad”.
Algunas, siendo familia, la conocimos de toda la vida; otras en el 77, años muy duros. La dictadura nos desaparecía compañeros, poco se podía hablar con la gente si no tenías mucha confianza. Así Susi iniciaba su andar en la docencia.
Ahí aprendimos qué era ser una “maestra pueblo” junto a María Teresa Nidelcoff, la directora- fundadora, sobre ese patio de tierra, sin ventiladores ni estufas. Una escuela cargada de militancia, con mucho compromiso social, lo cual le daba características propias a lo que fue su desarrollo pedagógico, en el contexto de una comunidad extremadamente pobre. Al mismo tiempo esa carga que portaba la escuela desde su nacimiento nos ponía en el lugar de “peligrosos” a los ojos de un ministerio dirigido por milicos.
Y ahí nos encontramos con Susi. Con todas sus ganas de investigar, de innovar, de llevar la ciencia a los chicos más humildes. Ahí se inventó todo, porque no había más que alguna madera pintada para pizarrón y tizas que comprábamos nosotras.
Estudiábamos, planificábamos, nos preguntábamos el cómo educar en un contexto tan duro, pero siempre le encontrábamos la vuelta. Recuerdo los experimentos practicados en su casa de, para después hacerlo en el aula, no sin fracasos y risas por los intentos.
Ya éramos camaradas: mujeres, maestras y militantes. Y así compartíamos nuestras vidas. Como nos pasa a las mujeres, que mientras trabajamos, cuidamos a los hijos, vamos opinando para resolver los conflictos familiares. Entre los años 77 al 83 junto al resto de las compañeras, construimos una verdadera pedagogía popular dentro del sistema formal.
En el 78 Susi tomó con mucha firmeza la lucha por evitar la guerra con Chile (por el canal de Beagle) trabajó con la Juventud de nuestro Partido en la realización y proyección de un video que permitía generar debates en momentos tan difíciles. Y en el 82, después de la Guerra de Malvinas, afilió nuevas compañeras que aún son parte de este Partido.
Cuando la lucha de todo el pueblo logró la salida democrática empezamos a participar gremialmente. Susi tuvo una activa participación sindical. Era franca, directa, de una fuerte personalidad, que la llevaba a tener discusiones fuertes. A veces le decíamos que era demasiado dura, a lo que ella respondía con una sonrisa “no ha de ser para tanto”, al mismo tiempo practicaba una verdadera solidaridad con las compañeras y con las familias de sus alumnos, siempre con el objetivo de servir al pueblo.
Susi decidió retirarse de la escuela Santa Lucía cuando no pudo seguir discutiendo con sus chicos la expansión de la droga en el barrio. Recordamos sus palabras como si fuera ayer “no tengo más nada que hacer aquí, los chicos dicen que ellos son dueños de sus cuerpos”.
Militó activamente hasta que tuvo que enfrentar una operación por cáncer, después se mantuvo vinculada al Partido como amiga y colaboradora, siempre. Nunca abandonó los principios.
Con estas palabras y en nombre de todos los que compartimos esa parte de su vida queremos honrar la actitud, la conducta de una militante, por haber sido parte de las filas de nuestro Partido y por demostrar que se puede, pese a las adversidades, ser una verdadera educadora al servicio del pueblo.