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03 de octubre de 2010

Participaron del Encuentro 42 compañeras de del país hermano. Conversamos con Teodolina Villalba, de la Federación Nacional Campesina de Paraguay, Dora Flecha y Augusta Caballero del departamento Mujer del Movimiento Popular Revolucionario

Paraguay: las brigadas de mujeres

Hoy 1290 / Compañeras paraguayas en el Encuentro Nacional de Mujeres (Nota 2 de 2)

Paraguay Piahurá.
En la primera parte del reportaje, las entrevistadas relataban cómo se organizan las brigadas para resolver la violencia contra las mujeres, y la conquista de una nueva ley para mejorar las condiciones de salud.

–¿Qué pasa cuando ustedes
van a la casa de un hombre
golpeador? ¿Cómo reacciona
él y cómo reacciona el resto
de la comunidad?

Augusta: Muchas veces el golpeador nos recibe con machete en mano. Pero cuando agrandamos las brigadas, informamos a todas las comunidades, éste no tiene otra opción que someterse al dictamen de la asamblea. Buscamos los mecanismos de debatir siempre. No ir con agresividad, sino debatir y hacer entender que acepte y cumpla una sanción social. Si no cumple o reincide, ya la sanción es más severa. E inclusive, mientras nosotras podamos debatir, no permitimos que se meta ninguna autoridad fiscal ni jueces, ni policías. Estos respetan nuestra decisión, nuestra determinación.
Pero si hay una decisión de parte de la compañera, o de parte del compañero de abandonar la casa y dejar a la compañera tranquila, ahí sí recurrimos a la Defensoría de la Niñez y de la Adolescencia para que la compañera pueda garantizar la tenencia de sus hijos.

–¿Cómo es la reacción de los hombres en general?
Dora: Tenemos varias experiencias. Como decía Augusta, en algunas brigadas hubo hombres que salieron con garrote. Entonces, no hubo otra opción que las mujeres tomaran una determinación más drástica: agarrarlo al golpeador y atarlo en un árbol, hasta que él diga “yo cometí un error y voy a luchar para no reincidir”. Esa es la experiencia y las reacciones de nuestras compañeras.
También está la reacción de los varones ante la lucha de las mujeres. Nosotras recibimos la contraofensiva machista. Su “solidaridad de género” que muchas veces se manifiesta en forma de burla, cosas comunes dentro del criterio del machismo. Y eso lo vamos discutiendo.
Augusta: Los que más expresan y se endurecen diciendo “bueno si las mujeres hoy nos sancionan, con el primer error, también deben ser sancionadas”. Pero vamos combatiendo con el debate esa mentalidad de “igualitarismo”, que “si la mujer hace esto, los hombres también”.
Pero también hay hombres que apoyan. También hay hombres que tuvieron esas prácticas violentas, que van corrigiendo sus prácticas. Hay hombres que piden que vayamos a sus casas a debatir con sus compañeras, con ellos, con su familia, porque no quieren perder a su esposa y sus hijos.
Lo más importante para nosotras es haber obtenido la confianza de las compañeras y romper esa idea de que “no tiene que salir lo que pasa en la familia, lo que pasa en la casa”, “lo privado”, eso es lo que las mujeres pobres vamos rompiendo, y el logro que nos tomen confianza. Porque solamente una mujer que tiene confianza a otra mujer, delata lo que pasa adentro de su hogar con su familia.

–¿Qué es “el brete colectivo”
para ustedes?

Dora: Si en una comunidad funcionan las brigadas, eso para nosotros es un brete para los golpeadores. Porque en cada error que el golpeador pueda cometer, ahí está el control colectivo. Un control colectivo a favor de esa compañera y por qué no, a favor de ese varón para que él pueda transformarse. Porque nosotras con estas brigadas no queremos que ese golpeador deje a su pareja y siga haciéndolo a otra mujer. Queremos que el golpeador transforme su práctica. Esto se hace a través de un control colectivo.

–¿Hay casos donde la violencia pasa a ser violencia sexual?
Dora: A medida que las compañeras van tomando confianza, van expresando también sus sentimientos. Es tanto el sufrimiento de nuestras compañeras, y con este trabajo que hacemos vamos rompiendo esa “privacidad de la familia”. La comunidad va denunciando en forma permanente, y descubrís que varias compañeras son violentadas sexualmente por sus propios maridos.

–Y en situaciones como ésta,
¿también actúa la brigada?

Augusta: También. Recientemente tuvimos una experiencia de abuso sexual de parte de una pareja. Una compañera, en plena reunión donde estaba su esposo y compañeros, ahí abiertamente lo denunció. Conversamos y tomamos medidas.
En general se destina un equipo de compañeras y compañeros de mayor confianza, y se conversa con ella primero. Luego también se habla con su pareja. Se ponen carteles que dicen “estamos debatiendo la práctica del compañero fulano de tal”. Entonces, todo el mundo dice ¿Y cuál es la práctica? Eso genera debate. Y ahí las compañeras empiezan a debatir con las personas que preguntan. Por eso pegamos afiches en la comunidad para que pueda generar debate.
Dora: Todas las compañeras tienen el teléfono de las principales responsables nacional, regional y de su comunidad, para pedir auxilio.
Augusta: A medida que las brigadas van creciendo, disminuye la violencia. No podemos decir que hemos avanzado grande, pero tenemos cuestiones concretas, donde una compañera que ha sido violentada, con toda confianza podemos decir que hoy está mucho mejor.

Guarderías colectivas
Teodolina: Una de las trabas para que las mujeres podamos participar de las reuniones, son siempre los hijos. Porque la compañera no puede dejar los hijos, y si participa, lo hace con los niños en brazos. El hijo las distrae mucho teniéndolas de aquí para allá, interrumpe su concentración y su participación. Entonces, eso es lo que nos llevó a generar condiciones, creando guarderías. ¿Y quiénes cuidan a los niños en las guarderías? Son los varones y algunas mujeres. Los compañeros se responsabilizan de cuidar los niños la cantidad de horas que sea necesaria.
Cuando hemos planteado lo de la guardería, y que cuiden de esos niños, la primera reacción de los hombres fue “yo no voy a ser niñero, porque esa es función de una mamá. No me voy a convertir en niñero”.
Dora: No fue nada fácil para nosotras implementar el tema de las guarderías. Pasamos por varios procesos. Porque para los varones, siempre la tenencia de los niños es responsabilidad de la mujer.
Y con esa guardería, lo que nosotras vamos implementando es que no sea la mamá solamente la que resuelve los problemas de los hijos, sino una cuestión colectiva. Que las decisiones son colectivas. Y que si una criatura está en la guardería, y es la hora de amamantar, se le lleva la criatura a la reunión. Y a los más grandes se los tiene en la guardería. Es un corral grande que nosotros hacemos con fruta, verdura, juegos, pelota.
Lo vamos armando para que esa criatura se sienta a gusto ahí también. Y le explicamos por qué él o ella no está en ese momento con la mamá. Y hemos logrado que las compañeras se sientan más a gusto en las reuniones donde participa. Y para nosotros esa es una experiencia demasiado buena.