Como parte de los preparativos de la marcha del 29 de octubre 2015 “Por una patria nueva”, el secretario general del Partido Paraguay Pyahura respondió a las declaraciones emitidas por el asesor del Ejecutivo, Juan Carlos Baruja.
Como parte de los preparativos de la marcha del 29 de octubre 2015 “Por una patria nueva”, el secretario general del Partido Paraguay Pyahura respondió a las declaraciones emitidas por el asesor del Ejecutivo, Juan Carlos Baruja.
Flecha afirmó “Primero: afirmamos categóricamente que el Gobierno de Cartes y su gabinete es el que conspira contra los intereses del pueblo y de la mayoría, con la aplicación de políticas antinacionales y antipopulares, con militarización, alto porcentaje de endeudamiento e intentos de saqueo y entrega de nuestro patrimonio nacional, bajo su principio “todo para los ricos y nada para los pobres”. Segundo: nuestra organización es convocante y organizadora de una marcha nacional el próximo 29 de octubre, en donde hombres, mujeres y jóvenes estaremos movilizándonos “Por una patria nueva”, una patria sin narcopolítica ni corrupción, con tierra, educación, salud y trabajo. Y no serán expresiones fascistas ni prácticas represivas las que acallen la voz del pueblo en su lucha por la justicia. Tercero: en ese sentido, el señor Baruja hace visible su absoluta ignorancia y desconocimiento de las organizaciones sociales y políticas del país en que vive, o quizá se encuentre en la búsqueda de generar confusión e intentar desviar la atención. Cuarto: finalmente dejar sentado que somos el Partido Paraguay Pyahura, una organización con política propia y no pertenecemos al Frente Guasú”.
Además, el PPP denunció el crecimiento de la “narcopolítica”: En el Paraguay se está produciendo desde hace unos años un proceso de visibilización del narco. Un narcotráfico que siempre existió enquistado en el corazón del poder latifundiario, ganadero y agroexportador en nuestro país, y consecuentemente en los representantes de esta minoría latifundista en los más altos poderes del Estado. La narcopolítica no es un proceso nuevo como realidad en el Paraguay, lo que sí se demuestra es un proceso de extensión y crecimiento en sus operaciones, con absoluta impunidad.
La narcopolítica siempre rigió la realidad en el Paraguay. Sin embargo, pareciera que se la presenta hoy como un proceso en crecimiento desde los territorios, a partir de regiones controladas por narcotraficantes que van inficionando a las autoridades locales para luego ir adquiriendo cada vez más un poder central, a través del control de las diferentes autoridades de los poderes del Estado. Como si fuera que quienes estuvieron antes en los altos cargos de la República no hubieran tenido que ver con el respaldo y la gestión de esa actividad narcotraficante que es la base del poder latifundiario, ganadero y agroexportador que domina nuestro país.
Consideramos que, hasta ahora, la focalización del combate al narcotráfico en las regiones omite con impunidad al poder central del Estado, que es la base principal de operaciones del narcotráfico. El funcionamiento actual del capitalismo requiere un ejercicio cada vez más creciente de violencia y terror, y el ejercicio de este terror proviene desde el Estado mismo, para desarticular toda expresión organizada de resistencia ante el avance del proyecto de saqueo. Tal es así que el Estado se va moldeando con los nuevos negocios del capitalismo: drogas, armas, trata de personas, entre otros.
Finalmente, queda en evidencia que este electoralismo es solamente un maquillaje de participación popular, que no representa la voluntad de la gente ni es una herramienta para transformar las realidades de nuestro país. La narcopolítica estuvo antes dominando con una metodología bajo el régimen de la dictadura, y hoy sigue dominando bajo la legitimación electoral. Por lo tanto, cada vez más queda clara la necesidad de reventar las urnas con el voto protesta (voto nulo) y construir un canal de participación popular a través de la Junta Patriótica, en donde el pueblo dirija los destinos del país con paraguayas y paraguayos honestos.