1. Las AFJP y la “caja K”
La decisión del kirchnerismo de meter la mano en las AFJP confirmó lo que el gobierno negaba: el país se encaminaba hacia un nuevo default de su deuda pública. Dicho de otra manera, la “caja K” ya no da para pagar la duda, engrasar el aparato K para las elecciones de 2009, y cubrir los negocios grandes del grupo gobernante.
“¡Tengo que pagar 30 mil millones de dólares de deuda pública entre este año y el próximo!”, se quejó Cristina Kirchner ante el ex gobernador santafesino Obeid, que trataba de convencerla de la justeza de los reclamos chacareros al comienzo de la rebelión agraria. La bola de nieve de la deuda pública hoy es mayor a cuando asumió Néstor Kirchner, mostrando el fracaso de la política de “buen pagador”.
El gobierno intentó negociar el pago al contado al Club de París y un arreglo con los bonistas “pateando” el pago para más adelante, a cambio de 2.500 millones de dólares en “dinero fresco”. Pero fracasó. Por la crisis mundial, los bancos no prestan plata a países como la Argentina, con mala “calificación”. Las cuentas no cerraban y se iba al default.
Desde la dictadura a hoy, los monopolios, terratenientes y pules amasaron fortunas gigantescas. Pero el kirchnerismo, con su doble discurso, no les aumentó el impuesto a las ganancias y a las rentas; ni siquiera tocó a los que no pagan nada o casi nada, como las mineras, el juego y la especulación financiera.
Ahora, en una reunión en Olivos, las tres personas que gobiernan el país: Néstor Kirchner, Cristina Fernández y Carlos Zanini, bajo la jefatura de Néstor Kirchner, decidieron “cortar ancho” adonde había plata: las AFJP. El ministro de Economía y el presidente del Banco Central no sabían nada. Y el jefe de gabinete forcejeaba.
Los aportes jubilatorios son parte del salario, tanto los que figuran en el recibo salarial, como los mal llamados “aportes patronales”.
Con el apoyo de los Kirchner, Menem impuso el sistema de AFJP, que era exactamente lo que Cristina K dijo: entregarle los aportes de los trabajadores a los apostadores de “la timba financiera”. Desde Menem hasta los K, todos los gobiernos “mamaron” de esa timba: forzaron la compra de bonos de deuda estatal, sabiendo que se convertirían en “bonos basura”, que hoy valen $ 16 lo que en el papel dice valer $ 100.
El zorro y la comadreja
El proyecto de ley kirchnerista plantea una estatización sin garantizar que los aportes de los trabajadores sean para garantizar el 82% móvil a los jubilados, con 4.500.000 de ellos bajo la línea de pobreza y 1.000.000 bajo la de indigencia; mantiene los superpoderes que le permiten al gobierno hacer cualquier cosa con los fondos estatizados, se acopla a un presupuesto ajustador y pagador de la deuda pública, y no da garantías reales para la continuidad de los trabajadores de las AFJP. Tiene razón el gobernador puntano Alberto Rodríguez Saá cuando dice que “le sacaron la plata al zorro y se la dieron a la comadreja”. Basta ver los antecedentes del titular del Anses, Boudou, para oler a un cría de comadreja (ver pag. 3).
Estamos de acuerdo con la estatización, es un reclamo de la clase obrera y sus jubilados. Pero la estatización debe ir unida a la intangibilidad de los aportes previsionales, la anulación de los superpoderes, el rechazo al presupuesto ajustador y su reemplazo por otro que aborde la emergencia social, y la defensa de los puestos de trabajo de los trabajadores de las AFJP.
El manejo de los fondos previsionales debe tener el control de las organizaciones obreras, con representantes electos democráticamente. Y desde ya el control de los jubilados por el voto universal y secreto. Hoy los jubilados no tienen ningún control del PAMI ni del Anses.
Que paguen los que no pagan: las empresas mineras, las del juego, la especulación financiera, etc. Que se modifique el cobro del impuesto a las ganancias, haciendo que paguen más los que ganan y tienen más.
Que el Estado nacional devuelva el 10% de la coparticipación federal que Menem les recortó a las provincias para el negociado de las AFJP, como están reclamando San Luis y Santa Fe.
2. ¿Por qué un paro nacional activo?
Hubo despidos masivos en la construcción, en gran parte por la parálisis de las obras públicas que realiza el gobierno (mientras promete las mismas obras para las elecciones de 2009), y el jerarca sindical Martínez estaba en actos oficiales. También despidos en el HSBC (de los imperialistas chinos e ingleses) y otros bancos, resistidos por la oposición clasista y combativa, mientras Zanola mira para otro lado.
Hubo 300 despidos en Renault y 600 en Peugeot (con la complicidad de los jerarcas del Smata en Córdoba y de la UOM en Tres de Febrero), y 500 en General Motors. La asamblea de los trabajadores decidió la lucha y amenazó con la ocupación de la planta. Esto forzó al gobierno a presionar a la empresa con la conciliación obligatoria. También sigue la lucha de los mecánicos de Acara, por aumentos salariales. Es un proceso abierto.
Desde las asambleas, los cuerpos de delegados y los sindicatos combativos, hay que unir fuerzas para la lucha contra los despidos y avanzar hacia un salario de acuerdo a la canasta familiar. Desde ahí es posible aprovechar las contradicciones en muchos sindicatos.
Otro tanto sucede con los estatales y docentes, ante gobernadores que se ajustan a la orden de “austeridad” del gobierno kirchnerista.
Hay que romper con la sordera del gobierno ante la crisis social, para frenar la oleada de desocupación y hambre.
Hay que conquistar aumentos a los jubilados e imponiendo una reestatización que garantice el destino de los aportes y el control obrero y de los jubilados. Una vez más, como en la lucha agraria, es el gobierno el que impone una línea divisoria arbitraria, empujado por la necesidad de “caja”. Hay que unir a las fuerzas obreras y populares, patrióticas y democráticas en torno a un programa, y golpear junto con otras que el gobierno empuja a esa correntada.
Hay que romper la sordera del gobierno frente a la lucha de los campesinos pobres y medios. La política del kirchnerismo destrozó la ganadería, el tambo y los cultivos regionales. Se agrava la situación con el bajón de los precios internacionales, los impuestos confiscatorios, y la contrarreforma agraria en China estimulando a los pules y los latifundios capitalistas (que golpea las ilusiones de los Kirchner y la oligarquía sojera de un mercado a largo plazo).
Hay que romper la sordera del gobierno frente a los reclamos estudiantiles y docentes de aumento del presupuesto y mejoras salariales.
¿Quién paga la crisis?
Para que la crisis la paguen los que se enriquecieron desde la dictadura hasta ahora, hay que unir a todas las fuerzas del movimiento obrero, ocupados, desocupados y jubilados; del movimiento chacarero, el estudiantado, y el conjunto de los sectores patrióticos y democráticos. Esto exige multiplicar y masificar las multisectoriales, unidas en un programa que recoja, puntualmente, los reclamos de la hora actual, y coordinen las acciones hacia un paro nacional activo obrero y popular.
Ninguna de las necesidades obreras y populares se va a resolver, si no se despliegan las luchas parciales, y se unen esos afluentes en un paro nacional activo. Un paro que recoja las enseñanzas de la rebelión agraria. Que tendrá la misma complejidad política y social. No hay otro camino para torcerle el brazo a esta política del doble discurso.
El zafarrancho que armó Néstor Kirchner con su proyecto de manotazo a los aportes jubilatorios armó un revoltijo como el de la circular 125 o el de Aerolíneas Argentinas. No se puede apostar a un Congreso con muchos borocotizados para esa votación. Puede ser que pase como con el proyecto de Aerolíneas, que no garantizó una salida nacional, aunque le jorobó el negocio a Kirchner. O como en la 125, que forzó la vuelta atrás pero no se pudo imponer la segmentación de las retenciones.
“La última estrategia del gobierno consiste en deslizar que el matrimonio presidencial podría irse del poder si sufriera otro traspié parlamentario” (La Nación, 26/10). Otros consideran que “después de los despidos de diciembre comienza el cambio político”, dijo Carrió, aclarando “yo no estoy en el golpe”.
El kirchnerismo cree que la crisis económica mundial le abrió la posibilidad de un “relanzamiento” del gobierno de CK. Pero los hechos están demostrando que la crisis política que abrió la rebelión agraria, se agudiza con los embates de la crisis económica, y con los manotazos K guiados por su voracidad de “caja”. Si el gobierno mantiene su soberbia y cree que puede controlar la situación con su desgastado doble discurso, va a acelerar los tiempos políticos empujando a un desenlace la crisis de hegemonía. Siempre hemos dicho que somos antigolpistas, porque los golpes son recambios de los de arriba en contra de los de abajo. Y también, hemos dicho que pugnamos por unir a las fuerzas obreras y populares, patrióticas y democráticas, por el camino del Argentinazo y la rebelión agraria, para conquistar un gobierno de unidad popular, patriótico y democrático, capaz de timonear la crisis a favor del pueblo, y abrir el camino de la liberación nacional y social.