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02 de octubre de 2010

En solidaridad con los trabajadores y chacareros pequeños y medianos, por salarios de acuerdo a la canasta familiar y demás reclamos de los trabajadores y el pueblo.

Paro nacional obrero y popular

Hoy 1210

1. Los autoconvocados
“El país ha sido conmovido por el paro agrario más prolongado de la historia y la gigantesca pueblada nacional agraria, protagonizada por la gran masa de chacareros pobres, medios y obreros rurales y un sector numeroso del campesinado rico e incluso terratenientes. Es acompañado por una enorme solidaridad obrera y popular” (Declaración del PCR, 29/3).
Es difícil “medir” el alcance de la rebelión. Más de 400 cortes de ruta, protagonizados por trabajadores, chacareros y los pueblos de los alrededores. En cada pueblo hay tractorazos y asambleas. El 70% son autoconvocados. Hay un estado asambleario, de democracia directa, donde se “cocina” la protesta.
En los cortes está la mayoría popular agraria oprimida por la vieja oligarquía terrateniente, y por la nueva oligarquía de terratenientes y pooles. La vieja oligarquía a la que Cristina Fernández “demoniza” en sus discursos, pero con la que su gobierno negocia. Y la nueva oligarquía a la que llama “empresarios exitosos”, los Urquía (al que promovía para gobernador de Córdoba), Grobocopatel, Blaquier o Elsztain.

La tierra
El gobierno dice que le preocupan los pobres del campo. Pero no hizo nada a favor de los salarios de los trabajadores rurales, los más bajos del movimiento obrero; ni por los campesinos pobres y pueblos originarios castigados por el hambre.
La cuestión decisiva en el campo es la tierra. El proceso de concentración y extranjerización de la tierra —que es el termómetro para medir el carácter reaccionario de una política agraria— se aceleró con Menem, y mucho más con Kirchner. Los Urquía, Grobocopatel, Blaquier, Elsztain, acumulan cientos de miles de hectáreas expulsando del campo a ramas enteras de obreros rurales, pueblos originarios, y a los chacareros. El crecimiento explosivo de las villas de emergencia tiene que ver con ese genocidio agrario provocado, principalmente, por la nueva oligarquía que rodea al gobierno kirchnerista.

Cacerolazos y fuerzas de choque
El discurso de Cristina Fernández del martes 25 expresó la decisión de defender a rajatabla “la caja K”. Provocó la bronca de los cortes y los cacerolazos que la sorprendieron.
Los cacerolazos tuvieron la heterogeneidad propia de las capas medias. El gobierno los “demonizó” descalificando a todos, por los de algunos barrios de clases medias altas de la Capital Federal. Pero, no fueron esos los principales protagonistas. Se volcaron las capas medias de las ciudades golpeadas por la inflación. Muchas mujeres. Jóvenes estudiantes que vienen del campo. Y, sobre todo en las provincias, participaron sectores asalariados.
El gobierno ordenó a las organizaciones sociales afines actuar como fuerza de choque contra los caceroleros. Que Néstor y Cristina Kirchner sean “comandantes” de una revolución antioligárquica es un sapo muy duro de tragar. La orden K funcionó en la Plaza de Mayo, pero en el resto de las ciudades, la fuerza de choque K fue minoritaria y debió quedarse fuera de los lugares en los que se protagonizaron los cacerolazos.

Maniobras y mentiras
Golpeado por el paro y los cacerolazos, el gobierno maniobró. Antes del segundo discurso de la presidenta hizo trascender que rebajaría al 20% las retenciones a los pequeños productores. La reunión del gobierno con las organizaciones agrarias fue una burla: no presentaron ninguna propuesta seria. Ofrecieron mejorar el precio del trigo cuando de 15 millones de toneladas los chacareros ya vendieron 14 millones.
En los piquetes se comprendió la situación. Paraná y Gualeguaychú volvieron a la ruta. En Santa Fe, FAA convocó a una asamblea en Alcorta, y ya en la noche se fueron retomando los cortes. En Alcorta la decisión del paro fue total. “No hay voluntad real de resolver el problema. En el gobierno no entienden que estamos en un polvorín”, dijo Eduardo Buzzi, presidente de FAA.
El gobierno volvió a tensar la situación amenazando con la ley de abastecimientos. Se ata al aumento de las retenciones, preocupado por la crisis internacional y la posible caída del superávit fiscal. Llevado por la desesperación, pegó el manotazo golpeando, también, a algunos de sus aliados en las clases dominantes.
Su mentira de que con las retenciones se distribuye la riqueza no se sostiene. Brasil y Uruguay no tienen retenciones. Se las puede reemplazar aumentando el impuesto a las ganancias a pooles, terratenientes y cerealeras. Además, lo que se pretende recaudar con el aumento de las retenciones es menos de lo que va a gastar en el absurdo “tren bala”.

Embarran la cancha
El gobierno acusa al paro agrario de ser responsable del desabastecimiento. Es falso. El desabastecimiento es provocado por la soberbia y la obstinación del gobierno, rechazando los justos reclamos de los trabajadores y pequeños y medianos chacareros. Cristina Fernández dijo que no podía dialogar con una pistola en la cabeza. Suspendidos los cortes, lo que hubo fue una farsa.
Fueron la injusticia, la sordera y la soberbia del gobierno lo que politizó el paro. Es el gobierno el que manda gente armada, de uniforme y de civil, a reprimir a una protesta pacífica. Es el gobierno el que ordenó “zonas liberadas” para patotear a los cacerolazos.
Cecilia Pando es tan reaccionaria como sospechosa. Fue el gobierno “por descuido” el que la dejó entrar a un acto en la Casa Rosada, y el que la deja ingresar a los actos militares. Es tan funcional al discurso del gobierno, que hay quienes comentan que ha reemplazado la disciplina militar por la disciplina K: siempre está ahí donde el gobierno necesita que esté. No es casual que aparezca ahora, cuando la base agraria de muchos de los integrantes de las fuerzas a las que Cristina Fernández manda a reprimir los cortes, vacila, al encontrarse con la misma gente que la del pueblo donde nació.
El gobierno está embarrando la cancha. Con lo que le facilita el juego a la derecha fascista que trabaja agazapada. Es un fascismo oligárquico y proimperialista, que aprovecha la situación para forzar a la represión en la que puede moverse cómoda su conspiración; represión y conspiración a las que el pueblo debe denunciar y oponerse firmemente.

2. Un duro golpe
La pueblada nacional agraria le ha dado al gobierno un golpe durísimo.
Ya había recibido golpes como el de las elecciones a constituyentes en Misiones, la pueblada de los docentes santacruceños que volteó al gobernador Sancho, y grandes luchas obreras y populares. Así llegó a las urnas del 28 de octubre con sólo 3 votos de cada 10 argentinos: mostró que había perdido el apoyo, o las expectativas, de una parte importante de los de abajo, y de las capas medias de las ciudades. Lo más combativo siguió peleando.
El kirchnerismo “amagó” el armado de un PJ con cierta negociación hacia sus corrientes internas. Pero subestimó el malestar o la bronca por la inflación y su prepotencia. Y sobre todo, subestimó el malhumor del campo, que en gran medida lo había votado, al que creyó que podía saquear en medio de la cosecha y salir indemne. El resultado fue quedar rodeado de piquetes y cacerolas (una fórmula con historia).
El kirchnerismo se apoyó en la Policía Federal, la Gendarmería y la Prefectura (fuerzas de las que, no sin razón, desconfía), en las barras bravas que le puede acercar un Moyano acosado por la Justicia, y operó quemando a las organizaciones sociales que había cooptado.
Actúa así porque necesita un triunfo rápido: se le está rompiendo el frente que venía armando en el PJ. Intendentes y concejales apoyan el paro agrario, y presionan sobre los gobernadores. Se vio en la reunión que organizó el santafesino Binner, con el apoyo de Reutemann. El gobernador de Córdoba, Schiaretti pegó el faltazo a los actos de los dos discursos presidenciales, y De la Sota criticó la política kirchnerista. El jefe de las “62 Organizaciones”, Venegas, anunció que no irá al acto de Plaza de Mayo del martes 1°. Hasta Cobos hace gestos de diferenciación. El duhaldismo salió del “destierro político” con declaraciones duras de “Chiche”.
El gobierno apuesta a la necesidad de cosechar de la zona sojera. Pero el tiempo le juega en contra: Kirchner sabe bien que el aparato peronista se alinea con los ganadores y se aleja rápido cuando los ve en el tobogán.

3. Paro nacional obrero y popular
Los trabajadores y chacareros, para ganar, deben prepararse para una lucha larga, manteniendo la multiplicidad de los cortes, organizándose para resolver sus necesidades como la cosecha, y tendiendo una mano hacia las masas más pobres de la ciudad.
Tienen a su favor que la pueblada agraria empalma con los sectores combativos que venían en lucha. En fábricas en las que está la pelea salarial, hay reconocimiento, “son trabajadores” dicen, y hay apoyo. El ejemplo es Firmat, donde los obreros se encolumnaron al corte de ruta. En sectores de las capas medias hay confusión y debate.
La pueblada agraria pateó el tablero político nacional. Cristina Fernández debió suspender su viaje a Londres: el horno no está para pasearse por la capital del territorio colonizado de Argentina, apenas pasado el 2 de abril. Sobre esa fecha se realizarán los actos patrióticos, el 1° en el Astillero Río Santiago, el 2 en el Cenotafio, y la CCC realizará el escrache a la Embajada Inglesa que aprobó en su Plenario.
El centro de la política nacional está en el paro agrario. La solidaridad obrera y popular, desde las asambleas en los lugares de trabajo, estudio o vivienda, hay que unir los reclamos de cada sector y movilizarse; trabajando para un paro obrero y popular en solidaridad con la lucha de los trabajadores y pobres del campo.
Hay muy buenas condiciones para la lucha, y para reagrupar a las fuerzas patrióticas y populares para avanzar por el camino del Argentinazo hacia la revolución de liberación nacional y social.