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06 de febrero de 2019

A costa de la destrucción de la producción y el comercio nacionales

Patas cortas de la “estabilidad cambiaria”

Los economistas del macrismo alardean haber conseguido un dólar “quieto” o “controlado”, que supuestamente les daría un pequeño margen de ventaja para la reelección de Mauricio Macri. Sin embargo, mantener al dólar amordazado, no sólo no garantiza acabar con las presiones inflacionarias que se arrastran de la megadevaluación del peso sino que acumula un creciente costo financiero que profundiza el ahogo al consumo y a la producción y el comercio nacionales.

En particular por la intervención indirecta del Banco Central en el precio del dólar, a través de la tasa de interés que paga por las Letras de Liquidez (Leliqs). Sólo los tienen a posibilidad de comprar Leliqs y tienen un negocio asegurado: el Banco Central les paga un interés del 56% y ellos le pagan a sus depositantes un 40% por los pesos que les dejan en plazo fijo.

Así queda claro que el principal actor de la economía que está tomando pesos prestados es el Banco Central, y que el negocio es para los bancos comerciales que lo único que hacen es captar depósitos para hacer un “pasamanos” y dárselos al Banco Central a una tasa de interés superior a la que pagan. Vale recordar que la Argentina atravesó experimentos similares en el pasado y nunca terminaron bien.

El programa de las Leliqs tiene dos costos dramáticos: 1) el costo directo en intereses que paga y deberá seguir pagando el Banco Central al sector financiero; 2) el costo indirecto que el Banco Central impone a todos los sectores no financieros para tomar pesos prestados.
Respecto del primer punto, Domingo Cavallo escribió recientemente que las Leliqs deberían ser contabilizadas como parte de la base monetaria porque representan nuevas emisiones de pesos por los pagos de los intereses. La idea de que “la base monetaria no está creciendo”, es sólo una ilusión contable. Cada vez hay más pesos emitidos por cada dólar que existe en la economía argentina.

Respecto del segundo punto, se da lo que en economía se conoce como “crowding out”. Esto quiere decir que el Banco Central toma tantos pesos prestados que no les permite a los privados tomar. En consecuencia, los privados para poder conseguir pesos tienen que pagar sobretasas monstruosas del orden del 20%-25%. Así terminan pagando una tasa anual cercana al 80%.

Aun asumiendo que la bola de nieve que se está gestando con las Leliqs pueda mantenerse bajo control (cosa que no sucedió con las Lebacs), el problema de la alta tasa de interés se está cobrando la vida de miles de PyMEs y estrangulando la inversión y el consumo.

Pagamos un altísimo costo por un método que frena transitoriamente al dólar (y poco la inflación) pero que mata a la producción y al comercio de manera permanente.

Desde que se subordinó al FMI para no entrar en default, el poder de acción del gobierno macrista está reducido al modo “supervivencia”. El plan para el 2019 es estar a la defensiva, el financiamiento del FMI está postergando el default, trasladándolo hacia el próximo gobierno. Argentina está fuera del mercado internacional de deuda voluntaria, los agentes tienen la percepción de que el país no tiene capacidad de pagar su deuda porque no cumple con ninguno de los dos requisitos indispensables para pagarla: no crece y la deuda es intertemporalmente insolvente. No casualmente el riesgo país sigue arriba de los 600 puntos.

 

Hoy N° 1753 06/02/2019