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02 de octubre de 2010

PC: Un balance derrotista

En su número posterior a las elecciones, el semanario del PC, Nuestra Propuesta, ha expresado un balance electoral reafirmando su derrotismo sobre la situación de masas en nuestro país.
En la tapa del número 849, correspondiente al 1 de noviembre, dice: “Terminó un año electoral y se cerró la etapa que comenzó en diciembre de 2001… la izquierda en su conjunto realizó una de las peores elecciones de su historia… La tarea es entonces comenzar a transitar otra etapa en la que se hace imperioso refundar un nuevo momento de construcción…”.
Para el PC, no sólo no existen los más de 4 millones de votos en blanco, nulo y abstenciones que son expresión de un claro descontento, con el gobierno y con toda la farsa electoral, y que en sí mismos muestran que “la etapa abierta en el 2001” no se ha cerrado, sino que desconocen olímpicamente las innumerables luchas que sectores populares han librado estos años, generalizando, luego del 2001, cuestiones profundas como el corte de ruta, las recuperadas, la democracia directa, y la nueva horneada  clasista y combativa en las empresas. Nada de esto fue liquidado con las elecciones del 28 de octubre.
Por otro lado, eso de que “la izquierda en su conjunto realizó una de las peores elecciones”, es falso. Desde la izquierda, hemos sido parte de un amplio abanico de sectores políticos y sociales que con nuestra posición electoral reafirmamos el camino de la pueblada, y es una fuerza que ha crecido, si tomamos las elecciones presidenciales de 2003.
Lo que el PC no dice, y que es más explicativo de su flaqueza, es que llega a estas elecciones tras haber sido parte del oficialismo en las elecciones a jefe de gobierno en la Capital Federal, y que connotados personajes de su partido y de su corriente, apoyaron públicamente a Cristina. Otros, por necesidad, han expresado su apoyo a este gobierno en los hechos, bombeando las luchas.
Reafirmando su histórico reformismo, habla de “transitar otra etapa”, sembrando escepticismo a dos manos, convencidos de la imposibilidad de una salida revolucionaria. Por eso, lo único que les queda es “refundar un nuevo momento de construcción”.