1. Los 40 años del PCR
El 6 de enero se cumplieron 40 años de la fundación del Partido Comunista Revolucionario. Durante esos 40 años hubo muchos cambios en el mundo y en la Argentina. En esos 40 años, estuvimos a la cabeza del combate obrero y popular, integrando las verdades universales del marxismo-leninismo-maoísmo con el proceso revolucionario concreto de la Argentina. Tuvimos aciertos, y también errores, de los que aprendimos.
Fueron 40 años en los que las clases dominantes y el revisionismo no nos pudieron comprar, ni quebrar, ni dividir; y llegamos fortalecidos, nacionalmente, a este 40 aniversario. Esto nos da fuerzas para profundizar la lucha por los objetivos revolucionarios por los que nacimos. Para avanzar, por el camino del Argentinazo, hacia la revolución de liberación nacional y social y el socialismo. Hay una nueva cita histórica por delante, hay una clase obrera y un pueblo en auge de luchas, con grandes reservas antiimperialistas, patrióticas y democráticas, y hay un partido, el PCR, que se ha templado en estos años.
2. Un mundo más inestable
Los malos datos de la economía yanqui fuerzan a los economistas del sistema a reconocer que la crisis financiera va afectando a la producción: cayó la creación de puestos de trabajo y aumentó la desocupación. El dólar sigue bajando: el barril de petróleo tocó los 100 dólares, y el oro llegó a 865 la onza. La perspectiva de "estanflación" (recesión más inflación), los atormenta. Es la palabrita que usan los economistas burgueses para no reconocer la vigencia de la teoría de Carlos Marx de las crisis cíclicas del capitalismo.
El asesinato en Pakistán de Benazir Bhutto y la rebelión popular que le siguió enfrentando la represión sangrienta, han mostrado la creciente inestabilidad del mundo actual. Muy lejos de las posiciones nacionalistas de su padre, Bhutto negociaba dentro la compleja "interna" del poder en Pakistán, país con bombas atómicas y misiles.
Más allá de qué fracciones de poder ganan y cuales pierden con la muerte de Bhutto, el asesinato político pasó a ser parte de las reglas de juego de la disputa interimperialista.
3. El "colchón K"
Que el mundo se volvió más inestable y duro, lo comprobó Néstor Kirchner en su "misión humanitaria". Colombia es un país en el que los yanquis controlan gran parte del narcotráfico, bandas paramilitares y cárteles de la droga. El gobierno de Uribe expresa esa trama yanqui-narco-paramilitar. Otras bandas y cárteles trabajan con otros imperialismos (europeos, ruso). Además, se mantiene desde hace décadas el enfrentamiento armado del Estado con las FARC y otros grupos guerrilleros. Como era previsible, las fichas se movieron para impedir una acción que dejaba mal parado al gobierno de Uribe.
El gobierno parece estar abandonando las ilusiones de que la Argentina podría "gambetear" la actual crisis financiera mundial y una posible crisis cíclica en Estados Unidos.
Pese a algunos buenos datos de la economía nacional (récord de exportaciones y de producción de autos, la soja a $ 900 la tonelada, etc.), el gobierno acumula un "colchón de plata" para afrontar las tormentas que se avecinan.
Si se cuentan todos los impuestos que paga una familia al comprar en un supermercado, subir a un micro, etc., suman entre el 30% y el 40% de sus ingresos. Es decir, el "colchón de plata" se está haciendo a costa del bolsillo del pueblo. Un ejemplo es el tarifazo del 30% en el transporte público de Buenos Aires (micros, trenes y subtes): el Estado recortó los subsidios a esas empresas privatizadas, y se los hace pagar al pueblo con el aumento de los boletos.
Otro ejemplo es el sinceramiento de la crisis energética, que el gobierno negaba, con el lanzamiento un plan de ahorro de energía. Los cortes de electricidad en barriadas populares, el precio de las garrafas por las nubes, el aumento de las naftas, el sobreprecio en negro del gasoil que deben pagar los productores agropecuarios, etc., muestran que también en este terreno la crisis se descarga sobre el pueblo.
Basta leer en la prensa empresarial las fiestas de los empresarios y terratenientes argentinos en Punta del Este, entre ellos muchos "amigos" del gobierno. Fiestas de cientos de invitados comiendo caviar, ostras, bebiendo champan francés.
4. La reprivatización de YPF
Cuando Repsol comenzó a negociar la venta de una parte de YPF surgieron varios interesados: Eurnekian, Elsztain y Rocca, pero fueron "avisados" desde la Casa Rosada: "el comprador ya está designado" (La Nación, 22/12).
El testaferro de Kirchner, Enrique Eskenazi, pagó 223 millones de dólares y se quedó con el 14,9% de YPF. Como en un cuento de hadas, la propia Repsol le prestó a Eskenazi 1.015 millones de dólares, y le ayudó a conseguir préstamos por 1.000 millones de dólares más, de poderosos bancos: Credit Suisse (Suiza), PNB Paribas (Francia), Goldman Sachs (Estados Unidos) e Itaú (Brasil). Se firmó un compromiso por el que Eskenazi puede comprar un 10,1% más de YPF, en los próximos 4 años, pagando 1.515 millones más.
Repsol seguirá controlando YPF, y logró su objetivo de reducir sus inversiones en la Argentina, disponiendo de dólares para sus inversiones en países petroleros.
Néstor y Cristina Kirchner fueron operadores activos de la privatización de YPF, y el grupo Petersen que dirige Eskenazi, fue asesor de la venta de las acciones de YPF de la provincia de Santa Cruz, trabajos que Menem y Cavallo pagaron con utilidades a la provincia los más de 1.000 millones de dólares que Kirchner colocó en el exterior y nunca trajo de vuelta a la Argentina. Esos 1.000 millones de dólares se mantienen en la especulación financiera en algunos de los bancos que hoy son prestamistas para la operación de Eskenazi, y el propio Banco de Santa Cruz, privatizado por Kirchner y comprado por su testaferro Eskenazi, es el que maneja esos fondos de Santa Cruz en el exterior.
Eskenazi era un empleado de la firma Bunge y Born, hasta que en 1980 ingresó en el directorio de la constructora Petersen. ¿En nombre de quién entró? Estamos hablando de épocas de la dictadura, para quién esta empresa construyó, entre otras obras, el edificio del Ministerio de Trabajo. Eran las épocas en las que la Argentina, de la mano de Videla y Viola, se había constituido en aprovisionadora de granos y carnes para el socialimperialismo ruso.
En 1995 Eskenazi "compró" el Banco de San Juan. ¿Quién le puso la plata? En 1996 estableció su relación con Kirchner que era gobernador de Santa Cruz. Kirchner privatizó el Banco provincial a manos de su "amigo" Eskenazi, en una operación que tuvo como garantía fondos de la provincia y que compromiso de que el banco privatizado seguiría siendo el que manejaría todo el movimiento de fondos del gobierno provincial.
Ya con Kirchner presidente, Sebastián Eskenazi, el hijo de Enrique, "era uno de los pocos hombres de la Argentina que entraba y salía del despacho presidencial sin pedir permiso" (La Nación, 22/12). En el 2003, Eskenazi compró el Banco de Santa Fe; y en el 2005 el de Banco de Entre Ríos, operación en la que Kirchner presionó al gobernador Busti para que privilegiara la oferta de Eskenazi por encima de otras ofertas.
Las compras de los cuatro bancos (San Juan, Santa Cruz, Santa Fe y Entre Ríos), que fueron objetadas por "los bajos precios en los que fueron vendidos" (La Nación, 22/12), le sumaron a Eskenazi activos por $ 9.877 millones, y una red de sucursales en la Patagonia, Cuyo, y la zona sojera de la pampa húmeda.
5. Un verano caliente
Un reguero de luchas, sociales y políticas, marcó el final del 2007 y el comienzo del 2008.
Hubo triunfos de los desocupados en Jujuy y Rosario, también, parcial, de los limoneros y la multisectorial de Tucumán, la gran movilización de los desocupados y jubilados a Plaza de Mayo, los del pescado de Mar del Plata en el Ministerio de Trabajo, y siguió la lucha de los tareferos de Misiones.
Se extendió el reclamo del aguinaldo extra logrando conquistas en muchos gremios. En los que más propatronales, como Daer en la alimentación, el reclamo fue motorizado desde las fábricas, como en Terrabusi-Kraft, o seccionales. Siguen en lucha por sus reclamos los trabajadores del Casino y el Indec en la Capital Federal, y los del Astillero Río Santiago y Mafissa en La Plata.
En la Capital Federal, el kirchnerismo trató de "primeriar" y montarse sobre el brutal aumento de impuestos convocando a un "bocinazo" que fue un fracaso. Al cierre del año, una masiva concentración, muy unitaria, exigió el castigo a los responsables de la masacre de Cromañón. La sociedad de Ibarra con Kirchner, es una muestra acabada del oportunismo político oficialista. Luego, Macri despidió a 2.300 trabajadores e intervino la obra social, lo que detonó el conflicto con paros y movilizaciones.
Ni siquiera el 25 y el 31 hubo tregua. Hubo brindis, aunque sea con agua, en Tucumán y en varios conflictos como Mafissa y Casino. También en el corte de Gualeguaychú, que reclama del gobierno la aplicación de las leyes que viola Botnia, frente a la política de desgaste del kirchnerismo.
La cuestión clave son los salarios. El IndeK cantó un aumento del 0,9% para diciembre y un total de 8,4% para todo el 2007. Nadie le cree. Según los economistas no K, la inflación del 2007 estuvo alrededor del 30%. En el gobierno dicen ahora que la suba salarial no podría seguir las cifras desacreditadas del IndeK, pero hablan de un 15%, al que se le descontaría los aguinaldos extra conquistados a fin de año. Pero el reclamo que crece en fábricas y reparticiones está por encima del 30%.
Hay por delante un verano caliente. Las masas ven que desde arriba "no gotea" para abajo, y hay que pechar fuerte para arrancar conquistas.