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15 de febrero de 2023

13° Congreso del Partido Comunista Revolucionario de la Argentina

PCR: el partido político revolucionario del proletariado

Reproducimos la primera parte de la Introducción al Programa del PCR, aprobado en su 13° Congreso, realizado en octubre del 2022.

El Partido Comunista Revolucionario de la Argentina es el partido político revolucionario del proletariado, la forma superior de su organización de clase. Es su destacamento de vanguardia, el destacamento nacional de una clase que es internacional, integrado por los mejores hijos de la clase obrera y el pueblo. Se asienta fundamentalmente en el proletariado industrial y su misión es dirigir al proletariado y las masas populares en la lucha revolucionaria contra sus enemigos: el imperialismo, los terratenientes y la burguesía intermediaria, con el objetivo de conquistar el poder para realizar la revolución democrática-popular, agraria y antiimperialista en marcha ininterrumpida al socialismo; abriendo así el camino a nuestra meta final, la sociedad sin explotadores ni explotados: el comunismo. La teoría que guía su acción es la teoría revolucionaria del proletariado: el marxismo-leninismo-maoísmo.

El PCR nació el 6 de enero de 1968, en ruptura con el Partido Comunista, expresando la necesidad de la lucha revolucionaria obrera y popular de contar con un partido de vanguardia en nuestro país. El PC ya no podía serlo, porque su dirección, aunque se proclamaba “comunista” había traicionado la teoría revolucionaria de Marx y Lenin y la había reemplazado por el revisionismo (Llamamos revisionismo al abandono de los principios fundamentales del marxismo-leninismo- maoísmo, que reniega de su doctrina para justificar el oportunismo político). Había abandonado la línea de hegemonía proletaria por el oportunismo político. Había abandonado las banderas del clasismo revolucionario y negaba la lucha armada como vía para la revolución; había injuriado al Che Guevara y resultó cómplice de las fuerzas que lo abandonaron en 1967 en Bolivia.

El PCR nació encabezando la lucha contra la dictadura de Onganía, y desde entonces, estuvo siempre a la cabeza del combate obrero y popular.

Asumimos la continuidad histórica de los que nos precedieron en esta lucha: los que difundieron las ideas marxistas hace ya más de un siglo; de los marxistas revolucionarios que en 1892 formaron la Agrupación Socialista; y de los que en 1918 fundaron el Partido Comunista de la Argentina (El 6 de enero de 1918 se fundó el Partido Socialista Internacional que a partir de 1921 pasó a llamarse Partido Comunista de la Argentina). Luchamos por fusionar el marxismo-leninismo-maoísmo con el movimiento obrero y por integrarlo con la práctica de la revolución argentina abordando con esa guía los nuevos requerimientos del movimiento revolucionario.

Desde la fundación del Partido en 1968, con la línea de hegemonía proletaria en la revolución, avanzamos en fundirnos con las masas oprimidas y explotadas. Esa unidad, en particular con las masas peronistas, se ha forjado también con lazos de sangre de comunistas revolucionarios asesinados, detenidos desaparecidos, secuestrados, torturados y encarcelados, principalmente en la lucha contra el golpe de Estado de 1976 y durante los años de la dictadura militar. Ellos forman parte de quienes, a lo largo de la historia argentina, han ofrendado su vida en defensa de los intereses de la clase obrera, del pueblo y de la patria.

La revolución en la Argentina es necesaria para resolver los acuciantes problemas que viven la clase obrera y el pueblo. Una revolución que libere a la Nación de la dependencia del imperialismo, termine con el latifundio a través de la reforma agraria y abra el camino al socialismo.

Alumbra nuestra meta la práctica de cientos de millones de hombres y mujeres que en el siglo pasado hicieron la revolución y construyeron el socialismo. La revolución rusa, la China, la cubana y demás revoluciones triunfantes significaron un salto gigantesco en la historia de la humanidad y sus enseñanzas son de validez universal.

Somos partidarios de la revolución ininterrumpida y por etapas, como señaló Lenin. Y nos basamos en los aportes de Mao Tsetung sobre el carácter de la revolución en los países coloniales, semicoloniales y dependientes.

Para avanzar en la lucha por terminar con la explotación del hombre por el hombre a escala mundial, la clase obrera forjando su partido de vanguardia deberá dirigir y realizar la revolución en cada país. La integración de las verdades universales del marxismo-leninismo-maoísmo con la realidad de la revolución en cada país es la condición para lograrlo. El objetivo histórico de la clase obrera es la sociedad sin explotadores ni explotados: la sociedad comunista. Sociedad en la que hayan sido eliminadas todas las clases, los privilegios y la opresión en todo el mundo. Sociedad en la que haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo y con ella la oposición y subordinación entre trabajo manual e intelectual, entre el campo y la ciudad, entre la mujer y el hombre, y las desigualdades sociales que acarrea. Entonces, el trabajo no será solamente un medio de vida, sino el medio principal de realización humana y, con el desarrollo de los individuos en todos los aspectos, crecerán también las fuerzas productivas, fluirán abundantemente los manantiales de la riqueza colectiva y se habrá logrado una nueva conciencia. En esa sociedad el Estado (aparato especial de violencia organizada de una clase para la opresión de otra) se habrá extinguido.

La sociedad comunista se regirá por el lema: de cada cual, según su capacidad, a cada cual según sus necesidades.

Marx descubrió que entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista existe el período de transformación revolucionaria de la primera en la segunda, al que corresponde un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la dictadura revolucionaria del proletariado. Lenin llamó a este período socialismo o primera etapa del comunismo, un período de lucha “entre el capitalismo derrotado, pero no aniquilado, y el comunismo ya nacido, pero todavía débil”.

El socialismo se guía por el principio formulado por Marx: “de cada uno según su capacidad, a cada uno según su trabajo”, resolviéndose de manera democrática, centralizada y planificada, la magnitud y características del fondo social común para sostener y ampliar la producción y para cubrir las necesidades socialmente determinadas (plena ocupación, vivienda, educación, salud, jubilaciones, etc.). Esta primera etapa del comunismo abarcará toda una época histórica y será inevitablemente un período de lucha de clases de un encarnizamiento sin precedentes, revistiendo formas agudas nunca vistas y, por consiguiente, el Estado de este período debe ser un Estado democrático de nuevo tipo (para los proletarios y desposeídos en general) y dictatorial de nuevo tipo (contra la burguesía).

Ya en 1915 Lenin se refirió a este tema y en 1918 advirtió: “En toda revolución profunda, lo normal es que los explotadores, que durante bastantes años conservan de hecho sobre los explotados grandes ventajas, opongan una resistencia larga, porfiada y desesperada… El paso del capitalismo al comunismo llena toda una época histórica. Mientras esta época histórica no finalice, los explotadores siguen inevitablemente abrigando esperanzas de restauración, esperanzas que se convierten en tentativas de restauración” (Lenin: La revolución proletaria y el renegado Kautsky). 

 

Hoy N° 1950 15/02/2023