Cuando ganó Pedro Castillo en el ballotage presidencial del Perú, se abrió un gran debate porque eso se creía “imposible”. Fue un triunfo contra las expectativas de la derecha y de una parte del “progresismo” que tenía otro candidato en la primaria.
Triunfo electoral considerado “imposible” en un país donde la derecha parecía omnipotente. Perú era mostrado, junto con el Chile de Sebastián Piñera, como los mejores ejemplos triunfantes de las políticas del entreguismo en lucha contra el brumoso “populismo”.
Sin inflación, con dólar estable, con un aumento permanente de las inversiones extranjeras y de las exportaciones. Y sobre todo sin luchas populares, aparentemente. Se llegó a decir que la izquierda no existía más, y así lo parecía, cuando se llegó a un ballotage anterior entre la asesina Keiko Fujimori y el ultra reaccionario Vargas Llosa.
Pero ganó Castillo. Lo imposible.
La Presidencia fue como fue. Todos los sensatos pensaban que Castillo iba a caer muy pronto, como una fruta madura por una serie de sesudos argumentos: Había sido elegido candidato porque no había ninguna posibilidad que ganara, decían.
No tenía una fuerza política orgánica y sólida. Su partido, Perú Libre, se dividió enseguida por las disputas por el gabinete. Con minoría en el Congreso, en las dos cortes supremas, en las FFAA. Sin un diario ni una radio de provincia a su favor. Mirado con desprecio por la derecha proyanqui y con bastante indiferencia del progresismo latinoamericano.
Muchos de sus allegados incluso parte de la familia lo abandonaron. Era un “indio”, sin experiencia. Con rasgos antifeministas. De inicio, junto a medidas justas, hizo innumerables concesiones a su programa de campaña. Entregó a los conservadores el ministerio de Economía.
Y lo más grave, no llamó y organizó al pueblo para defender lo positivo, como principal medida de autodefensa. Para ganarse la simpatía de los militares, permitió que se tiraran al mar las cenizas de Abimael Guzmán y se reforzaran las brutales condiciones de la prisión de su compañera.
Pero la derecha con su fino olfato de clase, intentó cien provocaciones desde el mismo día de la asunción. ¡Corrupción! fue el grito de guerra. En un Perú donde de los últimos 10 presidentes, uno se suicidó cuando lo iban a detener (Alan García), otro está preso (Fujimori), dos en libertad bajo fianza y tres procesados. El único no procesado estuvo 5 días en ejercicio.
Finalmente sucedió la profecía auto cumplida. Con la traición de sus más íntimos colaboradores.
Cuando, ya arrinconado, y antes de que lo destituyeran, intentó usar la constitución que le permitía disolver el congreso, un comunicado del Ejército y de la Policía Nacional del Perú notificando que no acatarían sus órdenes, consumó el golpe militar e institucional. Reconocimiento inmediato de la embajadora norteamericana, que asumió en Perú tras ser 9 años directora en la CIA.
Pero volvió a suceder lo imposible. En lugar de que todo volviera al lugar de donde nunca debió salir, ardió Perú.
El centro es la zona que va de Ayacucho a Puno. Es la región principal de la insurrección de Tupac Amaru, que se extendió al Alto Perú. Allí transcurrió lo principal de los 10 años de guerra del pueblo contra los españoles.
Allí se llevó a cabo lo principal de la lucha armada de Sendero Luminoso.
Desde entonces años de resistencia campesina. Y batalla contra las mineras.
Pero también en esa zona y más al norte por la cordillera, están las nuevas mineras y el gas de Camisea, y hacia el Este está la cocaína en el VRAEM (así se denomina la zona especial de los valles de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro).
El brillo está en Lima, pero la producción verdadera, lo que importa fundamentalmente a los imperialismos y los reaccionarios nativos que oprimen al Perú hoy están bajo incendio.
La situación actual
Todos hablan del Sur, pero los levantamientos se han extendido hacia el norte. Donde se produjo la gran resistencia al proyecto minero Conga y a Cajamarca de donde es oriundo Castillo.
Y también hacia el Este, hacia el VRAEM, Madre de Dios, Amazonas. Donde está la coca y la ruta pavimentada que une San Pablo en el Atlántico con Lima en el Pacifico.
Y la gran sorpresa, la masividad de la protesta en Lima y en Arequipa (reservas políticas y electorales del fujimorismo y la derecha en general), donde por primera vez en muchos años, estalló la protesta en las universidades y centros profesionales. La policía atropelló la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (todos los claustros exigen la renuncia de la rectora), pero la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) sigue siendo un centro de resistencia con su rector a la cabeza. 13 centros estudiantiles universitarios de Lima, El Callao y Cusco exigen la renuncia de Boluarte
El frente constituido por abajo es muy amplio. La CGT del Perú, mineros, ronderos, licenciados (veteranos de guerra), estudiantes, mineros informales y artesanales. Una parte de la Iglesia. Los movimientos contra la contaminación. Y las mujeres que juegan un papel muy avanzado con sus centros y federaciones.
Las clases dominantes están unidas en aplastar los levantamientos, pero divididas entre realizar nuevas elecciones en este año o en el 2024 (Boluarte). Tratan de calmar con eso y ver. En un panorama de descrédito general del Parlamento y los partidos políticos.
El 85% repudia al Congreso y el 71% a la Boluarte.
No parece ser tarea fácil, reina alarma por la utilización de las “avellanas”, explosivo casero de los mineros artesanales, similar al “cachorro” de dinamita de los bolivianos.
El modelo peruano. El modelo latinoamericano
¿Qué es Perú para los imperialismos y las clases dominantes?
Fundamentalmente la minería, es el segundo productor mundial de Cobre, y ahora van por el litio y el uranio. Gas y Petróleo.
Cocaína. 80.000 has de cultivo de coca. Desplazó a Colombia como primer productor mundial y es el primer exportador de cocaína a los EEUU. Y poco más: turismo, alimentos orgánicos, etc.
Para la mayoría de los 32 millones de personas que sobran queda la miseria y el hambre, la agricultura de subsistencia, el “comercio”, etc.
Lo imposible no es la rebelión. El heroico pueblo peruano ha demostrado que lo imposible, lo “utópico”, lo “insensato” es creer que eso se puede lograr por siempre sin lucha, sin resistencia. Con sus avances y sus retrocesos.
La disputa
La defensa del modelo une a todos los imperialismos, los terratenientes y la derecha peruana. Pero los divide a muerte en beneficio de quién se va a consumar el despojo. Y eso aumenta día a día en un mundo donde las superpotencias tienen que crecer permanentemente para no desaparecer. Aunque eso lleve al mundo a la guerra.
El tradicional dominio del imperialismo yanqui, está siendo confrontado crecientemente por el voraz imperialismo chino.
China ya es hoy el principal socio comercial del Perú. Y tiene un proyecto muy avanzado para consolidar ese predominio a través de las crecientes inversiones directas de capital sobre todo en la nueva minería y una carta brava: El puerto de Chancay.
Está en plena construcción un nuevo superpuerto a 90 Km al norte de Lima que desplazaría al tradicional puerto de El Callao. La empresa dueña y constructora está constituida en un 60% por la empresa china Cofco y un 40% por la empresa Glencore. A los dos los conocemos en nuestros puertos.
Por allí pasaría el 50% del comercio de China con América Latina que ya es de 580.000 millones de dólares anuales.
Hay que tener en cuenta que por el canal de Panamá incluyendo las nuevas esclusas, solo pueden pasar barcos de tipo Panamax y pagando valores cercanos al millón de dólares por flete.
En Chancay podrían atracar los super graneleros y super tanques, y los nuevos portacontenedores que no pueden pasar por Panamá.
Y nunca conviene olvidar que por los puertos de El Callao, Paita y los vuelos ilegales, sale hoy el 80 % de la cocaína, principalmente a EEUU. Todo eso pasaría ahora por Chancay. Con un gran temor de las clases dominantes de Chile, porque desplazaría a San Antonio y Valparaíso. Y a Guayaquil en Ecuador.
Pero además, era un comentario generalizado que en estos días Castillo firmaba con empresas chinas una carta de intención para la construcción del Ferrocarril del Pacifico, de Tumbes (frontera con Ecuador) a Tacna (frontera con Chile). Ferrocarril que se podría unir con Puno y de ahí a Bolivia y a Argentina, además del ferrocarril Arica La Paz, o el ferrocarril Salta-Antofagasta, ambos operables hoy con algunas dificultades.
Para dar cuenta del apuro del golpe hay que tener en cuenta que vencen este año las principales concesiones de Fujimori, como acá las de Menem. Los chinos que ya están en la minería, van por más, y los yanquis quieren conservar lo que tienen.
La salida
Por enésima vez los pueblos y la realidad se empeñan en volver a demostrar que en América Latina no hay salida fácil, reformista.
No se puede dar respuesta a las mínimas necesidades de las grandes masas sin romper aunque sea parcialmente el modelo dependiente y reaccionario. Pero, a la vez, no es posible romper ese modelo ni siquiera parcialmente si no se desata y despliega todo el potencial combativo de los explotados y los humillados. De las enormes masas de obreros, campesinos, originarios, mujeres, estudiantes, pequeños y medianos empresarios nacionales, etc.
Al valiente pueblo peruano le toca esta vez volver a demostrar que soberanía y justicia social son dos caras de la misma moneda en una América Latina sometida por el imperialismo y los terratenientes. Sin soberanía no se pueden hacer ni reformas (como lo vemos todos los días en nuestro país), y sin desatar la lucha por la justicia social no se puede ni soñar en la soberanía.
Será una nueva y apasionante tarea para la clase obrera y el pueblo peruano que supieron tener dirigentes revolucionarios de la talla de Mariátegui.
A nosotros nos toca la total y desinteresada solidaridad entre dos pueblos que hemos estado unidos en momentos decisivos de la larga lucha de los pueblos latinoamericanos por la libertad, la independencia y la justicia.
Y nuestro mejor aporte serán los avances en la lucha revolucionaria de nuestro país.
Nota completa: Perú: donde lo único posible es lo «imposible»
Semanario Hoy N° 1948