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30 de octubre de 2013

Para parar la contaminación hay que estatizar la operación de los yacimientos y ponerlos bajo control de los trabajadores y el pueblo. Así recuperar la renta para reestructurar nuestra matriz energética. Artículo extraído de la revista El Petrolero, de la Agrupación Petrolera 1° de Mayo de la CCC.
 

Petróleo y medioambiente

¿Fracking o no fracking?

¿Fracking sí o fracking no? Es una falsa dicotomía que nos distrae del eje principal que hoy está destruyendo nuestro medioambiente, contaminando nuestras aguas, nuestros suelos y el aire. Además de complicar seriamente nuestra economía y particularmente nuestra soberanía energética.

¿Fracking sí o fracking no? Es una falsa dicotomía que nos distrae del eje principal que hoy está destruyendo nuestro medioambiente, contaminando nuestras aguas, nuestros suelos y el aire. Además de complicar seriamente nuestra economía y particularmente nuestra soberanía energética.
De 1.800.000 kilómetros cuadrados de yacimientos sedimentarios hay sólo 500.000 en explotación, prácticamente es la superficie que había desarrollado YPF al momento de la privatización. Por lo tanto, lo primero que habría que hacer es explorar ese 1.300.000 kilómetros cuadrados que queda de petróleo convencional, que tiene menos costos y con la técnica altamente desarrollada durante muchos años en nuestro país que lo hace más seguro y confiable, y con nuestra tecnología.
Como se ve, es falso que “se terminó” el petróleo convencional en nuestro país. En todo caso, el no convencional, será negocio para Shlumberger, empresa de EEUU de donde viene Galuccio (la que más que intervención tiene en perforación de estos pozos), o le servirá a los distintos monopolios imperialistas para plantar bandera en la segunda reserva mundial de gas y petróleo esquito, usando nuestros recursos como reservas estratégicas de sus países. Pero muy lejos está de resolverse a través de esta técnica la crisis energética de nuestro país.
Por lo tanto, lo primero que hay que decir sobre el fracking es que no es indispensable su desarrollo hoy para parar la crisis energética nacional.
Por otro lado, el movimiento antifracking asocia a la fractura hidráulica todos los males de las industrias hidrocarburíferas.
Si bien los obreros petroleros muchas veces escuchamos cosas que son inciertas e imparciales (la hidrofractura genera terremotos, por ejemplo), sabemos que la industria petrolera tiene asociado un riesgo  importante de impacto ambiental. Este riesgo se incrementa en manos de empresas extranjeras monopólicas que tienen como objetivo principal aumentar sus ganancias, sin importarle el cuidado del medioambiente.
Tenemos innumerables casos que fueron tan evitables como trágicos. Podemos nombrar algunos conocidos internacionalmente como el de Texaco-Chevron en Ecuador, o el de BP en el Golfo de México que además de dejar once obreros muertos, vertió más de 780 millones de litros de petróleo al mar. También podemos nombrar algunos hechos locales como la contaminación de los lagos Mari Menuco y los Barreales (constatada hace dos años por la Corte Suprema de Justicia), o la contaminación del acuífero de Rincón de los Sauces, o la contaminación ambiental con las pastillas radiactivas en la base de Backer también en esta localidad, la contaminación en reiteradas oportunidades del río Colorado con hidrocarburos, todas estas atrocidades previamente advertidas por los trabajadores pero deliberadamente negadas por las empresas.
Así podemos seguir con innumerables casos que se nos vienen a la memoria. Todos estos hechos de contaminación son producto de la desinversión, lógica de las empresas monopólicas extranjeras y no de una técnica en particular. Son caños que se pinchan por falta de mantenimiento e inspección, son válvulas de seguridad que no actúan o simplemente no existen, son apuros de las empresas por terminar rápido el trabajo… Por eso muchos de estos incidentes tienen aparejado la muerte de trabajadores.
Podemos nombrar otras técnicas además de la fractura hidráulica, que son de por sí contaminantes como la recuperación terciaria, que consiste en inyectar detergentes químicos a los pozos para hacer un último lavado y así sacar todo lo que queda, podemos enumerar la estimulación de pozos parafinados con ácidos de alta presión, etc. Todas estas técnicas se están aplicando por los monopolios extranjeros en nuestra cuenca hace años, sin ningún control del Estado.
Estas técnicas tienen su riesgo de impacto ambiental asociado, pero dicho riesgo se puede reducir a mínimos aceptables si se invierte en desarrollo científico, en tecnología, infraestructura, mantenimiento, seguridad, etc. Inversión que no están dispuestas a hacer las empresas.
Miles de denuncias se han hecho desde los trabajadores, al abandono de los oleoductos, a la falta de mantenimiento de los equipos e instalaciones, como válvulas, cañerías, tanques, sistemas contra incendio, contenciones contra derrames, caminos, etc. Y nada hacen las empresas para mitigar dicho riesgo, y mucho menos el gobierno para controlarlas. Sólo tratan de esconder debajo de la alfombra todo esto.
Es justo, entonces que nuestro pueblo y nuestros hijos estén preocupados por una nueva técnica (fracking) de la que aun no se conoce la totalidad de su impacto ambiental, que ocupa mucha cantidad de agua dulce, etc. Es justo también que se pongan de pie y se luche para parar con la contaminación. Pero nada va a cambiar si en los yacimientos de gas y petróleo lo siguen teniendo y explotando las empresas monopólicas extranjeras. No es una determinada técnica la que ha contaminado y va a seguir contaminando nuestros ríos, acuíferos, mares y suelos, sino que son los malos manejos de los recursos y la desidia empresarial, las que bajan costos a costa de nuestra ecología.
Por otro lado el gobierno es el principal responsable del saqueo de nuestros recursos, y el entregador de nuestro suelo, siendo garantía de las operadoras extranjeras. Y es parte del negocio. Fue el gobierno de Menem el que entregó todo, con la complicidad de los K, y ahora son los K quienes refuerzan dicha entrega, con nuevas leyes y decretos, etc. La lucha por parar la contaminación debe ser la de recuperar nuestro petróleo, por lo que nos exige enfrentar las políticas entreguistas de este gobierno.
Nuestra postura firme es estatizar la operación de los yacimientos, así podremos, por un lado parar el saqueo irracional y hacer una explotación petrolera responsable y controlada por el pueblo a través de sus organizaciones y por los trabajadores petroleros. Y por el otro, poder hacernos de la renta petrolera que hoy se llevan los monopolios imperialistas, y orientar estos recursos para reestructurar nuestra matriz energética, desarrollando otras energías más limpias y menos contaminantes como la eólica, la nuclear, etc. para de una vez por todas dejar de depender en un 90% del gas y del petróleo para vivir.