La crisis mundial golpea al campo en todos los países de la Unión Europea. En setiembre se inició una huelga de los productores lecheros, que volcaron millones de litros de leche en sus granjas y junto a las rutas porque los precios que obtienen por ella ni siquiera les cubren los costos.
Ahora en Francia fue el turno de los cerealeros y de los productores de frutas y verduras. El viernes 16, de madrugada, los campesinos nucleados en la Federación Nacional de Sindicatos de Explotadores Agrícolas (Fnsea) y en Jóvenes Agricultores (JA) pusieron en práctica las llamadas “operaciones caracol”, en las que columnas de tractores obstruyen la circulación en las grandes vías de la periferia de las ciudades. Grandes embotellamientos se produjeron en autopistas en torno a Toulouse, Clermont Ferrand, Poitiers, Metz, Calais, Nancy y otros importantes centros urbanos.
Pero, hartos de protestar sin ser escuchados, ahora los agricultores se metieron dentro de las ciudades. En pleno corazón de París, los agricultores cortaron la avenida de los Campos Elíseos con un centenar de tractores y prendieron fuego a neumáticos y grandes fardos de paja. Una densa humareda negra dio el tono del estado de ánimo de los productores rurales franceses. “Cerealeros en la lona”, clamaban los carteles al pie del Arco de Triunfo.
En las manifestaciones del viernes 16 participaron en todo el país unos 50.000 agricultores con más de 7.000 tractores. En mensaje directo al presidente Nicolas Sarkozy, los rurales reclamaron para la agricultura un apoyo estatal semejante al que se destinó a los bancos y a los monopolios del automotor.
02 de octubre de 2010
