Nakba
Tomo esta flor que sangra. Es de un jardín
que luce miles de pétalos de piel cetrina.
La luna en su membrana reencarna noche a noche
en la luz de una tumba inapelable,
de lunes a lunes, día a día, noche a noche,
semana tras semana, aherrojadas de furias
hasta que no queda más que huesos y llantos
esparcidos como rotos diamantes por la patria.
Un criadero de muerte sigue a las sombras
de los que huyen abriéndose camino entre lamentos.
Si no cayeran bombas, tantas semillas germinarían
llenas de risas y de lágrimas. Echarían raíces
entre las hondas intimidades de la tierra.
Pero la vida fuga como un pequeño insecto entre las ruinas.
Los horizontes se colman de muertos sustantivos,
del tamaño de un grito, de una pupila negra,
de un suspiro a palos, de apenas el clamor de la chispa
que alumbra la inocente sustancial infantil
que muere en la quemadura del hierro incandescente.
¡Son miles de niños condenados!
Antes de la alucinación mortal de los verdugos
en la condensación sudorosa de los Merkava,
Dier Yassin retorna con su ferviente Rothschild
y su cosecha de niñas y niños muertos. Entonces Netanyahu
repite forajido el salmo de los exterminadores
de una Biblia que reparte la muerte hasta los tuétanos.
Si no es la lucha, sobrevendrá la caverna,
el corazón baldío muriéndose de pena entre cadenas
ilimitadas, a puñetazos e impávido quién sabe
dejando de latir sin más remedio antes de ser esclavo.
Palestina será libre, brotarán de su llanto
ya no flores de sangre, y sus niños
verán rodar los amaneceres por sus calles.
Palestina será libre. Será el fin de la nakba.
07/11/2023
Palestina vencerá
Combatiente: el mundo admira tu batalla.
Sales de las profundidades de la tierra
y echas a calcinar los tanques a infiernazos
que arden atados a la tierra invadida
y cuecen en sus metálicos sucuchos a los verdugos
de pálidos rostros de palomas. Palestino,
sabes de tu tierra los secretos cavados
cada noche hasta romper tus dedos fidedignos,
y construir un reino subterráneo de esperanzas
en este mundo de dolores. Flamea tu bandera
atada a la abundancia de un tórrido humo enrojecido
al pie de la minúscula trinchera hundida
entre la extrema dureza de la piedra.
Surge de tu brazo armado la universal granada
contra el acero blindado hasta los dientes.
La atmósfera se envuelve infausta
en la dinamitera lluvia que vomitan
súbitos misiles contra tus hospitales
y refugios. Asaltan tus escuelas, tus mezquitas,
rompen tus casas por la espalda y tú,
honesto hombre combatiente,
a quemarropa asaltas la sangría
y, aun tullido, en la batalla atroz
cambias el curso de la guerra sin parpadear
apenas, mirando de frente el giro de la muerte.
En los papeles del mundo se ha escrito
sobre ese hombre valiente. Padre, hijo,
hermano, guerrero en la Franja de Gaza,
a pedazos todos llenan de palabras tus hazañas,
y entonan tus canciones. ¡Palestina vencerá!
Está escrito en inmensos paredones.
¡Palestina vencerá! ¡Gritos! ¡Gritos!
En los hemisferios del peligro
las voces repiten ¡Palestina vencerá!
Y van andando por todas las capitales
que aprenden con ansias los himnos de tu lucha.
Franja de Gaza, toda la poesía en ti,
el retoño del libro, la espuma de polvo
donde la sangre se solivianta contra los invasores,
el agua escasa y el metal y la sandalia
y la emblemática kufiya envolviendo la cabeza
para siempre, hasta la victoria. ¡Franja de Gaza!
¡Vencerás!
07/11/2023
Hoy N° 1987 15/11/2023