Aquí ya no se puede dar un paso que sea inútil,
dar un paso que no tenga sentido.
Si contemplais el suelo, no existe una pulgada,
que no guarde la forma humana de una huella.
Veloz, todo se afana, todo se multiplica.
Nada, por más pequeño que sea, yace inmóvil.
Mirad. Tan solamente el sol de cada aurora
levanta mil millones de manos campesinas.
¡Qué vaivén! Bulle el agro. Se abren nuevos caminos
por donde se derrama la verde agricultura.
En esta nueva Arcaidia ni el eco escucharía
los alternados cantos de los viejos pastores.
Aquí los musicales sones son los que dejan
el chirriar agudo de los carros repletos,
los inconmensurables bambúes arrastrados,
los frutos y los dones pródigos de la tierra.
Y eran pobres, vivían como bestias de carga.
Pero ya no es el látigo feudal quien los arrea,
no es el hombre sin rumbo ni fe quien los empuja
sino el saberse dueños de su propio destino.
Tantos fueron soldados y tantos fueron héroes
de una sola bandera cuando la Larga Marcha.
Mas todos son los hijos del Primero de Octubre
y a todos por igual su luz los condecora.
Venid, los que dudeis, a ver este milagro.
No hay ya nubes que puedan confundiros los ojos.
Confesad, si os lastima. Gritad, si os apasiona.
Aquí ha nacido algo que ha de asombrar al mundo.
(1957)