Nuevamente la Plaza de Mayo fue testigo de una jornada de lucha que como hace 6 años, se realiza cada 30 de diciembre. El Movimiento de Cromañón demuestra seguir vivo, seguir siendo ejemplo de fortaleza y valor; pero además le abre los brazos a otros padres y madres que perdieron a sus hijos por causas evitables que este sistema verdugo genera. Esta vez pasaron y se hicieron oir desde el palco: Raúl, padre de Leandro Buganem, que murió en el incendio de la discoteca Kheyvis; Oscar, padre de Martín Castellucci, asesinado por patovicas de La Casona; Alicia, mamá de Nicolás Vázquez, su hijito recién nacido murió por negligencia de los profesionales y complicidad institucional y judicial; Rosaura, integrante de Familiares y amigos de Luciano Arruga, desaparecido por la bonaerense; Rubén, papá de Rubén Carballo, asesinado por la Federal en el recital de Viejas Locas; Nelson Aguirre, baleado el día que mataron a Mariano Ferreyra; Gustavo Vera, presidente de la Asociación La Alameda, quien denunció el caso de Ezequiel Ferreyra, niño muerto por su trabajo esclavo en una empresa avícola.
El documento
Esta vez, el documento de los familiares, sobrevivientes y amigos de los pibes muertos en Cromañón, comenzó con una frase de Gandhi: “…mañana tal vez tengamos que sentarnos frente a nuestros hijos y decirles que fuimos derrotados. Pero no podremos mirarlos a los ojos y decirles que viven así porque no nos animamos a pelear…”
Algunos extractos:
“Hoy, como 6 años atrás, es jueves 30 de diciembre. Pero hace 6 años, en un día como hoy, miles de estos jóvenes se encontraron con una trampa mortal orquestada por la connivencia corrupta entre el Estado y empresarios, que les dejó lista una cámara de gas allí donde debía haber un boliche. 194 chicos perdieron la vida y nosotros, sus familiares, los perdimos para siempre. Miles sobrevivieron y aún cargan la pesada mochila que lo peor del mundo adulto puso sobre sus espaldas. Esa noche en la que las ambulancias no llegaban o lo hacían sin los implementos elementales, en que el jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra, estuvo escondido destruyendo pruebas que lo incriminaban y los Kirchner jugaban al avestruz en Santa Cruz, como si Cromañón estuviese ocurriendo en otro país, el caos reinaba en la noche oscura del barrio de Once. Caos para atender a las víctimas, pero prolija organización de empresarios y gobierno para ocultar pruebas, producir operativos mediáticos y comenzar desde el vamos a ensuciar a las victimas.
Esa noche el rescate estuvo en manos de los propios chicos que asistieron al recital, intentando destruir los candados de las salidas de emergencia, llevando en andas a los amigos, dejando la propia vida por rescatar a los demás.
Esa misma noche, el jefe de Gobierno, su ministro de Salud Stern y otros personajes pusieron en marcha la maquinaria de la mentira que intentó siempre consolidar la impunidad, con la complicidad del gobierno nacional. Esa maquinaria, sin embargo, no logró impedir la posterior destitución de Ibarra. El juicio político demostró su responsabilidad con pruebas categóricas y la amplia movilización de familiares, sobrevivientes y amigos, garantizó su culminación. Su gestión a cargo del Gobierno de la Ciudad, potenció al máximo los niveles de riesgo, generando las condiciones necesarias para que la masacre tuviera lugar.
Ibarra, personaje nefasto, amigo personal de Chabán, el gerenciador corrupto del boliche Cromañón, logró sin embargo eludir el juicio penal a partir de la acción encubridora del Poder Judicial y el aval político del gobierno nacional. Ahora, ocupando un escaño manchado de dolor en la Legislatura, habla de volver a presentarse a elecciones para un cargo del cual fue destituido. Sus afiches invitan a “recuperar la ciudad”; ¿recuperar la corrupción, los modos de hacer “caja política” a costa del desamparo de los jóvenes? Lo que no podrá ni él ni nadie, es recuperar la vida de nuestros jóvenes muertos en y por su gestión. Aún hoy, Chabán y todos los imputados en el juicio penal, gozan de libertad al no tener sentencia firme. ¡A seis años, ni un detenido!
A menos de una semana de producida la masacre, los familiares y sobrevivientes ocupamos las calles, para denunciar los crímenes, acompañar a otras víctimas y recordar a nuestros chicos. El Movimiento Cromañón se construyó desde el dolor y pudo encontrar muchos amigos y amigas con quienes luchar.
Por mantenernos movilizados y no callar denunciando la corrupción estatal-empresarial, se desplegaron las corporaciones políticas y mediáticas para acusarnos de violentos, desestabilizadores, hasta golpistas. Decían que hacíamos el juego político a uno u otro grupo. La realidad mostró la única verdad: así como señalábamos a Ibarra como máximo responsable de Cromañón, el gobierno de Macri sigue sosteniendo las mismas estructuras corruptas y es responsable por el derrumbe en el pub Beara. La lógica Cromañón sigue imperando en nuestro país.
No se puede construir una democracia con impunidad. Ya pasaron 6 años y no hay condenas firmes. No podemos seguir esperando, se nos van las vidas de familiares y sobrevivientes en esta lucha.
Los derechos humanos no son una estrategia de marketing político, sino que se ejercen y defienden cada día de nuestras vidas, como hizo nuestra gran amiga Adriana Calvo hasta su último aliento y lo siguen haciendo miles de militantes de la vida, ayer, hoy y mañana.
En el post Cromañón, los jóvenes siguen siendo víctimas: estigmatizados, perseguidos, encarcelados, asesinados como Luciano Arruga y Rubén Carballo, siempre sospechosos para el poder. Como Diego Bonefoi y Guillermo Traffiñanco muertos por la Policía de Río Negro, el Chami Fernández, adolescente quemado en una comisaría de General Pico y Mariano Ferreyra, en manos de la patota sindical. Todos jóvenes, todos portadores de sueños.
Y por último, queremos hacer nuestro más sentido homenaje para nuestros chicos muertos en Cromañón. El negro humo tóxico del 30 de diciembre jamás opacará nuestro recuerdo, jamás podrá interponerse entre nosotros y ustedes; sólo con memoria se puede construir una sociedad mejor. Los llevamos con nosotros, en cada beso y en cada abrazo se esconderá siempre un pedazo de nuestro amor. Y haremos lo que esté a nuestro alcance para que todo esto no sea en vano, para honrar la vida, para que nunca más se repita Cromañón.
¡Los pibes de Cromañón presentes! ¡Ahora y siempre!