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24 de abril de 2012

Los obreros petroleros luchan, discuten y toman posiciones: apoyan que se haya echado a Repsol, plantean sus reclamos postergados, y debaten qué hacer con YPF y el petróleo.

¿Por qué una YPF 100% estatal?

Hoy 1416 / La hora política

1. En los pozos y destilerías

1. En los pozos y destilerías

Los obreros petroleros han comenzado a hacerse oír. Son los que verdaderamente producen en condiciones de superexplotación, y conocen desde adentro el saqueo imperialista.
En los pozos y destilerías hay apoyo a la decisión del gobierno de echar a Repsol del control de YPF y recuperar esa parte de la empresa. Ese apoyo va unido a un gran hervidero político. Con preocupación sobre ¿qué va a pasar con su trabajo? Y un gran debate sobre ¿qué hacer con YPF y el petróleo? (ver páginas 4 y 9).
El gobierno tomó nota del hervidero. La intervención anunció, en Neuquén, algunas medidas favorables a mantener y ampliar los puestos de trabajo y a reactivar máquinas que la dirección de Repsol-Eskenazi habían parado. Es un paso, aunque todavía está lejos de haberse resuelto la estabilidad laboral, los salarios en paritarias y el impuesto a sus salarios, etc. Siguen los problemas de los trabajadores de las tercerizadas y contratistas; también de los que vienen suspendidos desde el 2009, y de los que fueron despedidos y reclaman la vuelta al trabajo.
En el debate sobre qué hacer con YPF y el petróleo se va abriendo paso el espíritu ypefiano: “Hay que aprovechar para echar a las otras petroleras”, dicen los trabajadores.
Son obreros, técnicos y muchos profesionales que conocen muy bien el saqueo de las petroleras imperialistas: con un costo de producción de 6 a 12 dólares el barril, pretenden cobrar el precio internacional de 102 dólares. Saben como se vació YPF, como todas ocultan pozos buenos para presionar por el aumento del precio, las mentiras que dicen a la hora de pagar impuestos, etc. Y también conocen a los funcionarios públicos y los empresarios como Eskenazi, que han sido cómplices y/o socios de todas esas maniobras de saqueo.

 

2. Rondan los pulpos imperialistas
Se han conocido hechos que precipitaron la decisión del gobierno sobre YPF.
El portal financiero chino Caixin informó, el martes 17, que la petrolera china, Sinopec, avanzaba hacia un acuerdo con Repsol comprándole sus acciones en YPF por 11.400 millones de euros. Otra petrolera china, Cnooc, buscó sumarse a ese negocio. Cnooc ya está en el negocio petrolero argentino: es dueña del 50% de las acciones de Bridas a medias con el testaferro ruso Bulgheroni (Bridas tiene el 40% de las acciones de Pan American, el otro 60% es del monopolio inglés British Petroleum). Sobre esas negociaciones, dijo el diario español El País: “La decisión de Cristina Kirchner de nacionalizar YPF ha segado [cortado] los planes de la segunda mayor productora de petróleo y gas china (…). China y sus empresas tienen paciencia” (El País, 19/4).
En el clima que vive el país sería un suicidio político que la presidenta retomara esa negociación con los monopolios chinos. Pero como sugiere el diario El País, es probable que Sinopec no abandone su plan hacia YPF.
Por otra parte, el gobierno argentino ha tenido reuniones con altos directivos de las petroleras yanquis Exxon (en la Argentina es Esso) y Chevron, la Total francesa, y Bulgheroni (de Bridas y Pan American). El ministro De Vido se entrevistó dos veces en Brasil con el gobierno de Dilma Rousseff y la dirección de Petrobras.

 

3. El futuro enérgetico
Qué hacer con YPF, y con el petróleo, el gas y la energía, debería ser el resultado de un gran debate nacional, que incluye el fracaso de la política energética kirchnerista.
Pero las conversaciones y/o negociaciones de funcionarios del gobierno argentino se dan como si ya estuviera aprobado el proyecto de ley presentado por la presidenta al Congreso. Ese proyecto mantiene a YPF como una sociedad anónima; conserva a Eskenazi, Repsol y otros tenedores de acciones como socios; no da ninguna garantía a los trabajadores ni les permite el control de la producción, y posibilita que YPF se asocie con monopolios y se financie con bancos “extranjeros”, es decir, imperialistas.
Los petroleros y la mayoría del pueblo apoyan el paso positivo dado por el gobierno: echar a Repsol y que se haya recuperado esa parte de la empresa. Pero nadie le ha dado al gobierno un cheque en blanco para insistir con una YPF que se maneje como una empresa privada (sociedad anónima), atada a compromisos con monopolios y bancos imperialistas. Una YPF en esas condiciones no resolverá la crisis energética. Nadie olvida que Néstor y Cristina Kirchner trabajaron activamente para la privatización de YPF, junto con Menem. Y ya en el gobierno, pactaron con Repsol el ingreso de Eskenazi; pacto que fue parte del vaciamiento de YPF, a tal punto que el propio Eskenazi gerenció YPF en los últimos años.
No se va a resolver la crisis energética si el gobierno reduce la decisión sobre YPF, a una cuestión de “caja” para contrabalancear el déficit financiero externo (gastos por importación de energía, pago de deuda, etc.). Menos aún si cree que con el apoyo logrado con YPF borra su pasado privatista, o la caída de su popularidad que provocaron la masacre de Once, el ataque a los docentes, el temporal en Buenos Aires, la corrupción de Boudou, los sufrimientos que provoca la inflación, etc.

 

4. Un gran movimiento nacional
Resolver la crisis energética exige, para empezar, estatizar el 100% de YPF, sin indemnizar a Repsol: castigándola por vaciar YPF violando las leyes nacionales. El principal capital de YPF son las concesiones otorgadas por las provincias sobre áreas con reservas petroleras comprobadas, que fueron prorrogadas por la “ley corta” del gobierno kirchnerista. Repsol no cumplió los compromisos de exploración, producción y saneamiento ambiental; además, esos contratos son contrarios al interés nacional. Por esas dos razones los contratos debieron ser anulados, como hizo en su momento el presidente Illia con los de Frondizi.
Así se avanzó al inicio con la quita de concesiones que comenzaron a derrumbar el valor de la empresa. Haber parado la anulación de concesiones y pasar a la “expropiación”, abre un camino pantanoso (como se ve en Aerolíneas Argentinas, que todavía sigue formalmente en manos del español Marsans). Y si se quiere cumplir con la cláusula constitucional que prohíbe “la confiscación”, basta con depositar un peso en una cuenta a nombre de Repsol, y mandar a cobrarle a Repsol a los acreedores de los 9.000 millones de dólares con que Repsol endeudó a YPF.
Hay que sacar a la luz y castigar la complicidad del gobierno con el vaciamiento de YPF: los que avalaron su endeudamiento, permitieron el cierre de pozos y el negociado de las acciones de Eskenazi.
Los petroleros exigen garantías de su estabilidad laboral, aumentos de acuerdo al costo de la vida real, anulación del impuesto al salario, participación en las ganancias y ejercer el control de la producción. Y hay que garantizar, también, el control de las cuentas por la Auditoria General de la Nación, trabajadores, expendedores y consumidores.  
Los trabajadores con la población de la zona deben tomar en sus manos planificar la explotación del yacimiento de Vaca Muerta en función del interés nacional; y no de los monopolios petroleros imperialistas que ya están discutiendo “asociarse” a cambio de que se les dé el precio internacional de 102 dólares. Y que la explotación de ese yacimiento no ponga en riesgo a las poblaciones de la zona ni contamine los acuíferos, como exigió el Parlamento de los Pueblos que acaba de reunirse en Tucumán.
Todo el pueblo debe unirse contra las acciones de las potencias imperialistas (Unión Europea, Estados Unidos, etc.) que tomen medidas solidarias con Repsol contra la Argentina.
Para todo esto la única garantía es un gran movimiento nacional, con centro en los petroleros y una amplia base popular, que tome en sus manos la lucha por una YPF 100% estatal, y la estatización del petróleo y el gas desde el pozo al surtidor, porque todas las petroleras han incumplido los contratos.