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12 de mayo de 2025

Presentación en la Feria del Libro de Bs. As.

¿Por qué volver a Monteagudo?

El pasado jueves 8 de mayo a las 20.30 hs. se presentó en la sala Alejandra Pizarnik de la 49ª Feria Internacional del Libro de Buenos Aires el libro ¿Por qué volver a Monteagudo?, de Germán Mangione, publicado por Editorial Ágora.

El acto fue organizado por el stand de la librería Raíces con la participación del autor y de Luciano Orellano con la coordinación de Adriana Lynch, quien presentó a los panelistas con una detallada semblanza profesional de ambos.

Luciano Orellano (autor de los libros Argentina sangra por las barrancas del río Paraná, Crónicas soberanas de la patria herida y Atlas visual por la soberanía), dijo que “cuando salió este libro sentí una alegría enorme porque siempre viví lo de Monteagudo como una deuda impaga de todos quienes soñamos con la revolución y la emancipación, porque si queremos encontrar el camino de la segunda emancipación americana y de la liberación de nuestra patria debemos volver a los hombres ocultados como Monteagudo”, a quien ubicó como uno de los principales luchadores e ideólogos del proyecto independentista de su época a nivel continental y lo tomó como ejemplo de la importancia y necesidad de los procesos revolucionarios de contar con intelectuales que orienten en la lucha ideológica, recordando la noción leninista de que sin teoría revolucionaria no puede haber movimiento revolucionario.

Por su parte, Germán Mangione (como también había hecho Orellano) comenzó subrayando la importancia de contar con una herramienta como Editorial Ágora para que “nuestras ideas y debates no queden entre pequeños grupos y lleguen a miles”. Agradeció la colaboración e impulso para la escritura del libro por parte de Adriana Lynch y Luciano Orellano y destacó en ellos su pasión por la “docencia patriótica”.

“En personajes como Monteagudo, la vida y la obra son una sola cosa, esta es la primera característica del intelectual que encontré en Monteagudo y que tiene una vigencia actual fundamental, que no tiene que ver solo con desarrollo teórico sino con una vida puesta al servicio de esas ideas al punto de poner el pellejo y entregar la vida”, una vigencia “en torno al rol de los intelectuales, al rol de la creación de un pensamiento propio americano” unificado al “torrente de pensamiento que recorría América en aquel momento”. En relación a esto Mangione destacó la importancia entonces de la Universidad de Chuquisaca, que algún historiador definió como la escuela de cuadros de la revolución–entre ellos Monteagudo– muchos de los cuales participaron en la Primera Junta o en el Congreso de Tucumán y en otros hitos fundamentales de la época, y valorar el proceso de esa universidad para pensar la universidad actual como lugares de desarrollo intelectual. La influencia de la revolución europea y de las ideas de la Ilustración sobre los patriotas de la época, en Monteagudo de funden con otras dos cosas fundamentales para pensar el intelectual que debemos recuperar, primero la importancia de la lucha de los pueblos originarios que él comprendió en su experiencia en la campaña del Norte junto a Castelli e integró a su pensamiento, lo cual es evidente en el programa de gobierno del protectorado de Perú que él elaboró junto a San Martín. El otro elemento es su práctica revolucionaria, puesto que “no era un intelectual de escritorio sino que puso el cuerpo en la liberación americana en cada etapa”. En tal sentido –señaló– “la figura de Monteagudo es más vigente que nunca en cuanto a la necesidad de un intelectual de esas características para pensar cualquier proyecto político. […] Todo es grupo de intelectuales entendió, como lo entendía San Martín, que la liberación de América no se daba solamente en los campos de batalla, sino también en el terreno de las ideas y que para eso había que crear ejércitos para difundir esas ideas” y que encarnaran en el pueblo. En tal sentido Mangione repasó luego la labor periodística de Monteagudo y como propagandista en todas las campañas militares de las que participó, hasta su labor final junto a Bolívar, quien le encarga escribir el primer ensayo sobre la unidad sudamericana, antes de su asesinato en Lima. Al conocer semejante recorrido se hace incomprensible el “no lugar” –en expresión del autor– que Monteagudo tiene en nuestra historia, aunque al conocer la profundidad revolucionaria de sus ideas –agregó– sí se comprende por qué ha sido relegado de ella y sea tan difícil hallar sus escritos y estudios sobre su obra.

Finalmente el panel se refirió a la falsa imagen difundida tradicionalmente de Monteagudo en pinturas y esculturas que lo muestran con rasgos europeos, siendo que era afrodescendiente. En el libro se reproduce el retrato real que él mismo encargó realizar a un pintor en Panamá, en ocasión del encuentro con Bolívar.