El año pasado ha sido “excepcional para la Argentina”, declaró hace pocos días la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Sin embargo, los metalúrgicos que cobran $11.95 la hora, que tienen un salario de bolsillo menor a los $2.076, que según la consultora Fiel marcan la línea de la pobreza, no pueden decir lo mismo. Sobre todo porque esta situación se viene repitiendo en los últimos años, cuando se llega al final de cada paritaria con dos, tres y hasta cuatro categorías por debajo de la línea de pobreza.
Y si no cambió lo que afirmó Antonio Caló (Sec. Gral. de la UOM) en el diario Engranajes de San Martín, de que el 40% de los metalúrgicos cobran la categoría de operario, la situación es muy grave.
La llamada, con justicia y orgullo, locomotora del sindicalismo argentino, la Unión Obrera Metalúrgica, es hoy uno de los gremios peores pagos del país.
Esto es así porque en cada una de las paritarias el Secretariado Nacional de la UOM ha ido a negociar respetando las pautas que fijó el gobierno nacional, justificándolo con “eso es lo posible, no se puede conseguir más”.
Si en estos tiempos de crecimiento económico, producto del viento de cola de la economía mundial, lo principal es asegurar el trabajo y resignamos de esa manera la recuperación del valor de nuestros salarios, terminamos compartiendo la teoría de Héctor Méndez, presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA): “primero hay que producir para después distribuir”.
Pero la producción ha crecido y los salarios siguen cayendo como consecuencia de la inflación. Peugeot-Citröen produjo en el 2010, 41.523 unidades más, un 48.5% superior al 2009. La siderurgia aumentó un 28% su producción y Admira, que agrupa a lo principal de la industria metalúrgica, produce el 13% del Producto Bruto Industrial y superó todos los record de exportaciones en el año 2008.
¿Y los salarios metalúrgicos?
Mientras tanto, un operario necesita casi tres horas de trabajo para comprar un kilo de milanesa, y con una hora no le alcanza para comprar dos litros de leche. Entones no podemos decir que los metalúrgicos tuvimos un año excepcional.
Se demuestra que lo que afirmaban los directivos de la Seccional San Martín hace unos años atrás, cuando dijeron: “con este gobierno no hace falta luchar, vamos a alcanzar con las paritarias el valor de la canasta familiar, que hoy equivale a $5.400”, era equivocado.
Le erraron fiero. El “modelo” del que tanto hablan el gobierno K y Caló, cierra con mayor producción y menores salarios. Con trabajadores a los que no se les respetan sus derechos, las categorías y ni siquiera tienen delegados. Porque apenas un poco más del 17% de los trabajadores están organizados sindicalmente.
Es justo que un trabajador metalúrgico gane un salario igual al valor de la canasta familiar. ¡Claro que sí!
Los compañeros de la alimentación el año pasado, con su lucha lograron un salario mínimo de $3.200, los mercantiles están pidiendo $4.000, los aceiteros tienen un salario mínimo de $5.000.
En ese camino proponemos llevar desde cada fábrica una propuesta a los congresos de delegados de un salario de $4.000 para el operario y que después se abran las categorías respetando los porcentajes históricos entre cada una de ellas, por delegados paritarios elegidos democráticamente. Y que los acuerdos sean aprobados en los congresos de delegados con mandato de cada fábrica.
