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29 de enero de 2014

Pocos días antes de la nueva mega devaluación, Axel Kicillof autorizó la exportación de 500 mil toneladas de trigo cuando en junio del año pasado Boudou, Yahuar (ex Ministro de Agricultura) y Guillermo Moreno habían anunciado que abrían las exportaciones de trigo por 6 millones de toneladas porque la cosecha iba a llegar a 12,5 millones de toneladas.

Por una Junta Nacional de Granos

Para que el trigo esté en manos del pueblo argentino y no de los imperialistas

 En julio del 2013 el precio del kilo de pan llegó a $25 y el gobierno acusó a los especuladores por esta fenomenal alza que castiga principalmente a los más pobres. Ahora, en momentos en que la estimación final de la cosecha 2013/2014 es de 10,1 millones de toneladas, se produce la devaluación. Como ha sucedido en la historia argentina de los últimos 50 años, tras una devaluación importante sobreviene la espiral del aumento de los precios de los bienes que son exportables, como el trigo, y no sabemos hasta ahora qué pasará con el nivel de precios a partir de la semana que se inicia el 27 de enero.
El volumen que se necesita para garantizar el consumo interno ronda en las 6 millones de toneladas y el saldo exportable queda en manos de los acopiadores para la exportación. Tras el anuncio de la autorización para exportar 500 mil toneladas, Kicillof insistió en que se autorizará exportar 1,5 millones de toneladas sobre la base de estimar que la cosecha llegaría a 9,2 millones de toneladas (otra pifiada de estimación de la oferta en casi un millón de toneladas). La responsabilidad de estimación, se supone, recae en el Ministerio de Agricultura a través de organismos como el INTA y otros. ¿A quién consultó Kicillof para decidir la exportación de 500 mil toneladas? Según él a “todos los actores de la cadena de trigo”, que obviamente no son los chacareros de la Federación Agraria Argentina ni de otras organizaciones representativas del sector agropecuario, sino a uno muy importante, según lo kirchneristas, de estos “actores”: el émulo prochino del prosoviético José Ber Gelbard, Ider Peretti, quien se pasea por los medios de prensa diciendo que representa al “empresariado nacional”. Igualito como lo hacía el ministro Gelbard, quien fuera condecorado con la Orden de Lenin por Brezhnev en 1974, en sesión especial en el Kremlin, por los servicios prestados.
Lo concreto es que ahora con la devaluación y en tanto el comercio exterior siga en manos principalmente de las empresas imperialistas Cargill, ADM Argentina, Bunge Argentina, Nidera, Dreyfus, Noble y Toepfer, las ganancias de las exportaciones quedan en estas manos y al mismo tiempo la escalada del precio de la harina y del pan en manos de ellos y de grupos monopólicos de la molienda harinera para el mercado interno. 
De allí lo correcto y justo de nuestro Programa de Emergencia Inmediata que plantea la nacionalización del comercio exterior y la recreación de la Junta Nacional de Granos para asegurar precio sostén para los chacareros productores de trigo, terminar con la especulación con la harina, para evitar el alza del precio del pan y para que la renta agraria ligada al comercio exterior quede principalmente en manos del Estado argentino. 
 
Keynesianos indigestados
Esta vez la megadevalución la realizó el kirchnerismo que hace profesión de fe antineoliberal, considerándose “keynesianos de izquierda”. Así los llamaría con ironía Benito Besada Ramos –economista cubano que acompañó al Che Guevara en la delegación a la Conferencia de la OEA en Punta del Este–, quien destacó en polémica con estos admiradores de Keynes que “Marx siempre hizo hincapié en la oferta, en la producción, como momento fundamental, y el consumo es un aspecto que aparece después de la distribución”.