1. Y ahora pega la inflación
La trepada de los precios es un infierno: la carne, los lácteos, las verduras, las frutas… “En los últimos dos meses los alimentos subieron más del 7%”, y “enero tuvo la inflación más alta desde 1992”, (La Nación, 30/1).
Estamos viviendo las consecuencias de la política K de descargar la crisis sobre el pueblo. La reactivación en algunas ramas de la economía atadas al mercado mundial, como los automotores y la soja, fue a costa del aumento de la desocupación, rebajas salariales (pactadas por los jerarcas o provocadas por la carestía). La soja reemplaza a la ganadería, la lechería, el trigo, la horticultura, etc. Con la liquidación de millones de vientres vacunos, las 40.000 cabezas de vacunos que ingresaban por semana en Liniers han bajado a 6.000, 4.000 y 2.000. Resultado: la media res aumentó un 50%.
Esa política kirchnerista expresó intereses imperialistas, de monopolios, grandes pooles y grandes terratenientes, a la que fueron funcionales los jerarcas sindicales traidores y conciliadores, y el freno a la lucha de los chacareros. Con grandes luchas se lograron conquistas parciales que frenaron algunas de las peores consecuencias de esta política. Así fue con los trabajadores de Kraft, petroleros, Massuh, Mahle, GM, Paraná Metal, rurales de Río Negro y San Juan, el movimiento de desocupados encabezado por la CCC, y el de jubilados protagonizado por el MIJP, el acampe campesino, originario y popular de la FNC en el Chaco, las movilizaciones de ASOMA, de sectores combativos de FAA y los autoconvocados, etc.
2. Conquistas y pulseadas
El gobierno vio, hacia fines del año pasado y comienzos del 2010, que el país marchaba hacia un estallido social. Ya en el curso del 2009 debío conceder el subsidio de $ 600 a más de 100.000 trabajadores (y debió prorrogarlo), y buscó salidas negociadas a las luchas que desbordaban.
Luego de grandes jornadas piqueteras, cuando el hambre apretaba a viejos y nuevos desocupados, cartoneros y changueadores –y cuando la lucha de los desocupados confluía con la de Kraft– el gobierno debió abrir la mano con la asignación por hijo, con la que se logró aliviar una situación desesperante; aunque sigue abierta la lucha por la universalización por ley de la asignación por hijo. El plan “Argentina trabaja”, aunque restringido a Buenos Aires y atenazado por el clientelismo K, impulsa la lucha para abrirle la mano al gobierno.
Para estas medidas el gobierno usó la plata de los jubilados en el Anses, sin importarle que la inmensa mayoría de ellos cobran la mitad de un salario de pobreza.
Ahora, con la carestía devorando a los salarios, salió la UIA a poner un tope del 15% a los reclamos salariales en las paritarias. Moyano habló de “la madurez” de los gremios y que cada uno resuelve por su cuenta. Ese tope salarial es otra vuelta de tuerca de la política de descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. La lucha por romper esos topes y garantizar la democracia obrera en las paritarias es una pulseada que comienza. Se ve en la lucha de los choferes de larga distancia frente a los acuerdos acordados a sus espaldas por los jerarcas de UTA.
3. No a la deuda ilícita
El novelón berreta de los K, Redrado, Cobos, y demás personajes –que aburrió a las masas–, ha sido un nuevo capítulo de la disputa por el poder y los dólares que divide al bloque dominante.
Los K y Redrado hicieron juntos el pago por adelantado de 10.000 millones de dólares al FMI usando las reservas del Banco Central, y ahora pretenden victimizarse, cada uno con el otro. Y derechas opositoras al kirchnerismo, que son tan paganinis como los Kirchner y Redrado, pretenden erigirse en “salvadoras de la república”.
El resultado de esos entreveros por el poder y los dólares golpea al kirchnerismo y las derechas opositoras. Según la encuestadora Ipsos, creció la imagen negativa de todos los políticos del sistema. El apoyo a Cristina K cayó al 15,8% (la más baja para un presidente argentino), y la imagen negativa de Néstor K llega al 61,6% (dice la encuestadora Management & Fit). La imagen negativa de Cobos pasó a ser mayor a la positiva. Son datos –señalan a las encuestadoras– que muestran la crisis de representatividad (agregamos: de los políticos del sistema).
La oposición -en el Congreso y en la Justicia- logró acotar el poder presidencial de los DNU, que era la base de la estrategia kirchnerista hasta el 2011. El gobierno ya no podrá hacer las cosas a su antojo con los DNU, tendrá que negociar con gobernadores, sectores de la oposición parlamentaria y de la Justicia, si no quiere soportar crisis como la que provocaron el Fondo del Bicentenario y el relevo de Redrado. Se intensifica la disputa por el control del PJ, y el oficialismo debe “quemar fichas” para zafar de la situación (ver comentarios en pág.3).
Los K volvieron a la carga contra la conspiración de Cobos, Clarín, etc. Tantas veces agitaron el tema… Hay derechas destituyentes que temen que la rodada “cuesta abajo” del gobierno los arrastre, como en el 2001, y se vuelva a escuchar, como aparece en algunas movilizaciones, “¡Qué se vayan todos!”; un canto que provoca tanto pánico en las clases dominantes.
El Fondo del Bicentenario insulta la memoria de los patriotas de Mayo. El mejor homenaje al bicentenario es la unidad para la lucha obrera en las paritarias, por pan, trabajo, jubilaciones dignas. Como centro de un reagrupamiento de las fuerzas populares, patrióticas y democráticas, que conquiste la investigación de la deuda pública para el no pago de la que es fraudulenta. El exitoso y unitario plenario de los Desocupados de la CCC ha dado pasos en esa dirección. Para que el 2010 sea –como señaló Otto Vargas– “el año refundacional de una nueva Argentina”.