La constitución del Instituto, fundado en abril de 2001 en medio de grandes luchas, tiene como propósito contribuir a la defensa e integración del marxismo con la práctica de la revolución argentina, a su fusión con el movimiento obrero, y a su difusión, estimulando –como parte de esa integración– la investigación y el análisis de los nuevos problemas que enfrenta el movimiento revolucionario. Nuestra concepción de un Instituto marxista es la revolucionaria, que estudia los clásicos en profundidad para integrar la teoría con la práctica revolucionaria de cada país, y parte siempre de las necesidades inmediatas y mediatas de la clase obrera y del pueblo, abordando creadoramente con esa guía científica los nuevos problemas que enfrenta el movimiento revolucionario. Luchamos activamente contra las concepciones imperialistas y reaccionarias. Así como contra las concepciones revisionistas antimarxistas, que entendemos como la principal presión que sufre la teoría revolucionaria luego de la restauración del capitalismo en la URSS en 1957 y en China en 1978, cuando se cerró la primera etapa revolucionaria iniciada en Octubre de 1917. Concepciones que
pretenden que el cierre de esta primera etapa es también el cierre de la prolongada época revolucionaria para arribar al socialismo y al comunismo, iniciada con la fase imperialista del capitalismo y la Revolución de Octubre, como desentrañó Lenin.Entendemos que el “antidogmatismo” con el que se encubre el revisionismo en sus distintas variantes, es usado para negar la necesidad de la revolución y la vigencia de la teoría científica de la clase obrera, por lo que el revisionismo tampoco se opone realmente al dogmatismo. Elimina las líneas divisorias entre revolución y restauración contrarrevolucionaria, tal como se han dado históricamente en esta primera etapa. Hace desaparecer, ataca o falsifica a los clásicos, y pretende borrar acríticamente la experiencia revolucionaria de millones de hombres y mujeres que dieron un gran paso histórico en la construcción de la sociedad
socialista, denostando también el papel de sus líderes. Niega y desprecia la necesidad de estudiar y aprender de los aciertos y errores de esas gigantescas experiencias, forjadas en la fragua viva de la revolución, que hicieron avanzar la teoría revolucionaria y una mayor comprensión de la agudeza y características de la lucha de clases luego de la toma del poder así como del peligro de restauración capitalista.Por eso luchamos también contra las corrientes doctrinarias, incluido el llamado “marxismo de cátedra” que no conciben la teoría marxista como una guía para la investigación y la acción revolucionarias, sino como un catálogo de dogmas desligados de la práctica social, y especialmente de la práctica de la lucha de clases.Entendemos que los grandes desarrollos del marxismo son los aportados por los máximos líderes políticos de las dos grandes revoluciones del siglo XX: Lenin y Mao Tsetung. Ambos desarrollos estuvieron estrechamente ligados a la experiencia práctica revolucionaria y a un estudio profundo de los cambios operados en el desarrollo histórico mundial y en las particularidades de cada país, y constituyen aportes de validez universal al desarrollo del materialismo dialéctico y del materialismo histórico. De allí nuestra convicción profunda de que para ser consecuentemente marxistas debemos reconocer los aportes teóricos de Lenin y de Mao a la teoría de Marx. En esto se fundamenta el nombre de nuestro Instituto.Desde la constitución del Instituto venimos realizando y aspiramos a desarrollar –tanto en forma central como regional– cursos de estudio de los fundamentos teórico-políticos marxistas-leninistas-maoístas, ciclos de charlas debate, conferencias, jornadas de estudio y debate, apoyatura a los grupos de estudio que se constituyan, seminarios, etcétera. Buscando además articular y potenciar
las investigaciones y estudios hoy existentes en los distintos campos sobre esta base teórica, estimulando el abordaje de los nuevos problemas que surgen como necesidades de la lucha política revolucionaria en el terreno nacional y regional, y de los vertiginosos cambios en el mundo contemporáneo.