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03 de octubre de 2010

Su autora, Ana Flores, estuvo rodeada de amigos y de varios de los protagonisatas de su libro.

Presentación del libro «Miradas»

Hoy 1258 / Emotivo encuentro en La Calle Larga Avellaneda

Fue un emotivo encuentro que congregó a docentes, desocupados, artistas, jubilados, amigos, familiares, militantes y compañeros de lucha de la autora y de las tres Madres que allí compartieron la presentación de Miradas; un libro que reúne el testimonio de madres, familiares y amigos de desaparecidos durante la última dictadura militar.
Los tres pañuelos –el de Cristina Cabib, el de Rosa Isabella Valenzi y el de Carmen Ramiro de Guede (Tota)– se impusieron en la sala Pisanini de La Calle Larga, la que no precisó de ningún arreglo ni escenografía para esta ocasión. Y no porque fuera una actividad menor. Como dijera Humberto Lío, quien ofició de maestro de ceremonia: “Esta es una actividad que nosotros enmarcamos dentro de las del 24 de marzo”.
El presentador, a continuación señaló, que hay tres integrantes del libro que no están presentes en esta oportunidad: Flora Cimorelli, Teresita Castrillejo (compañera de nuestro camarada desaparecido Manuel Guerra), y Diana Kordon, quien “sin tener desaparecidos propios estuvo desde el primer momento con las Madres de Plaza de Mayo”, de quienes leyó sus saludos.

“La hija que me nació a mí”
Carmen Ramiro de Guede es conocida entre los amigos como Tota, tiene a su esposo y su hijo mayor desaparecidos. Y con sus palabras, que tuvieron como objeto a la autora, dijo: “Cuando conocí a Ana, era una hija que había recuperado, porque así era Ana para todas las madres. Una hija nueva, una hija reencontrada. Yo perdí un hijo y encontré una hija, una mujer maravillosa. Y ahora, esta hija tuvo un hijo, soy abuela… Que haya parido un libro, más contenta me pone ahora con su nuevo retoño”.

“Había mucha gente alrededor nuestro luchando”
Cristina Cabib tiene a su hermano Eugenio desaparecido. Su relato, en la presentación, recorrió la solidaridad que les brindó el pueblo a las Madres: “Si no hubiera sido por la cantidad de amigos, compañeros y camaradas que estuvieron al lado nuestro, hubiera sido muy difícil… mi hermano fue desaparecido en Capital. La compañera Diana [Kordon], como muchos compañeros, luchó primero contra el golpe, y una vez el golpe, también hubo compañeros que salieron a la calle a acompañar la lucha de las madres. Entre ellos estaba Adriana, en Quilmes estaba el compañero Darío Perillo, el Gallego, Irene, y a través de ellos conocí a Ana, y a las madres de Quilmes…
“A nosotras nos costó mucho entender que el pueblo nos estaba ayudando… pensábamos que estábamos solas. Y en realidad éramos muy injustas, porque había mucha gente alrededor nuestro luchando. Ana fue una punta de lanza en esa época, como fueron muchos compañeros, pero en especial ella porque era tan joven. Y en realidad el entramado de las Madres de Quilmes, se armó gracias a ella. Porque era la que iba, recorría a las madres, las llevaba a Plaza de Mayo, las acompañaba, porque las madres temían por sus hijos”.

“El libro de Ana está escrito con amor”
Rosa Isabella Valenzi tiene a su hermana Silvia y a su sobrina Rosita Mateos López (nacida en cautiverio), ambas desaparecidas. Rosa contó que en el Hospital de Quilmes, Bergés, le robó la beba a su hermana, “con la complicidad del director y del personal, unos por miedo y otros por cómplices, salvo tres personas maravillosas, como el doctor Blanco que la atendió en el parto, María Luisa Martínez (una partera del hospital y Generosa Fratassi” (ambas desaparecidas). Y enfatizó “no todo el pueblo ha sido indiferente, hay gente que se ha jugado la vida”.
Sobre el libro de Ana, señaló “Está escrito con cariño, con amor. Yo di mi testimonio en este libro y lo doy donde sea porque siempre tengo la esperanza de que alguien lo lea o alguna chica tenga la inquietud de ser mi sobrina. Incluso le pedí poner las fotos de mi hermana y mi cuñado, porque siempre tengo la esperanza de que alguna chica mire esa foto y se vea parecida. Si bien yo la sigo buscando, tengo la esperanza de que se busque ella, como ha ocurrido con muchos chicos, que han ido a abuelas, al banco de datos y han encontrado su identidad”.