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20 de enero de 2016

Primer sindicato de periodistas (2)

Crónicas proletarias

 El primer Sindicato de Periodistas y Afines se conformó en la ciudad de Buenos Aires en abril de 1919. Lejos de reconocerlo, las patronales de los grandes diarios, como La Nación y La Prensa, lo combatieron.

 El primer Sindicato de Periodistas y Afines se conformó en la ciudad de Buenos Aires en abril de 1919. Lejos de reconocerlo, las patronales de los grandes diarios, como La Nación y La Prensa, lo combatieron.
En ocasión de uno de los reclamos de los recién agremiados, en mayo de ese año, Ezequiel Paz, director y propietario de La Prensa, afirmaba que no iba a “tolerar” un sindicato de periodistas porque éstos no eran obreros, y no debían hacer causa común con ellos, Paz despotricaba porque el novel sindicato -sin sumar ni la décima parte de los miembros de “su” redacción-, se había juntado con los obreros gráficos para impulsar una huelga. En su rechazo dijo “No hemos pues discutido mejoras (…) de la economía obrera: hemos salvado serena y firmemente derechos, principios y doctrinas que no podríamos abdicar sin la grave consecuencia de una profunda perturbación social”. Los dueños de los diarios, por esos años, secundarizaban el aspecto comercial y empresarial de los grandes diarios, en nombre de una supuesta tarea de difusión de “principios liberales” y de “fiscalizador” del Estado y el gobierno.
Esta idea, de no considerar trabajadores a los periodistas, estuvo en debate entre ellos mismos, con distintos argumentos. Octavio Palazzolo, uno de los impulsores de la sindicalización y con los años dirigente de distintas agremiaciones periodísticas, recordaba: “Por un lado estaban los que hinchados de una enorme vanidad seguían alimentando la leyenda del periodista […] quijotesco, heroico, que sólo vivía para difundir ideas; por otra parte estábamos los que habíamos superado ese magnífico pretexto, destinado a pagar sueldos de hambre, a enriquecer a las empresas o a solventar los lujos de algún director-propietario”.
Sáenz Hayes, encargado de la sección de arte de La Prensa que escribía esporádicamente en el diario socialista La Vanguardia decía que los periodistas “No son patrones ni obreros, no disfrutan de privilegio alguno (…) El pensamiento los distingue, los une y los separa (…) ¿Qué profesión es la de estos hombres? Una que debe ser contada entre las liberales: el periodismo”. Rechazaba la sindicalización además porque  consideraba que los periodistas socialistas no podían estar juntos con los de periódicos “amarillos”, y que los periodistas “de mesa” como él no podían estar asociados con los “reporter”, o periodistas “de patas”.
Joaquín Coca, dirigente socialista, le contestó a Sáenz Hayes: “Negamos que haya diferencia entre un obrero de la pluma y otro de la lezna o el martillo. Ante el capitalismo, y como asalariados, todos son iguales”.