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09 de marzo de 2016

Primeras militantes comunistas (1)

Crónicas proletarias

 En 1919, el Partido Socialista Internacional realizaba un congreso por el que adhería a la Internacional Comunista, y, a un año de su creación tras la ruptura con el Partido Socialista, peleaba su inserción en el movimiento obrero y en otros sectores. 

 En 1919, el Partido Socialista Internacional realizaba un congreso por el que adhería a la Internacional Comunista, y, a un año de su creación tras la ruptura con el Partido Socialista, peleaba su inserción en el movimiento obrero y en otros sectores. 
Dentro del PSI, que al año siguiente cambiaría su nombre por Partido Comunista, se desarrolló una lucha de líneas sobre el tema de la liberación de la mujer. Un sector, como remarca Otto Vargas en el tomo 2 de El marxismo y la revolución argentina, impulsado por la dirección partidaria, expresado en varios artículos, algunos firmados por Ida Bondareff, hacía una crítica al feminismo burgués, reivindicando un feminismo proletario que despreciaba los avances en los derechos civiles de las mujeres. Cita Vargas un artículo de La Internacional (periódico del PC) de 1926, “analizando la ley 11.357 de ese mismo año, que otorgó derechos civiles a la mujer, la consideraron ‘un progreso sobre la vieja legislación’ pero subrayando que la independencia de bienes no le interesa al proletariado: ‘podrá ser apreciada por las mujeres burguesas’ que tienen bienes, ‘mientras que para el proletariado rige la solidaridad de la miseria’. El comentario de La Internacional era incorrecto. Le resultaba indiferente que, hasta entonces, la mujer casada fuera considerada incapaz —al igual que los menores, los dementes y los idiotas—, que no pudiera tener bienes propios, ni siquiera los que ganaba con su trabajo (porque, por ley, la mujer estaba obligada a entregar el salario que ganaba a su marido, si éste se lo exigía)”. Vargas caracteriza esta posición como “impregnada de un pseudoobrerismo sectario, que en los hechos se convertía en reaccionario”, que “marcó por muchos años la línea del Partido”.
Otro sector del mismo PC, en el que se destacaba la dirigente docente mendocina Angélica Mendoza, eran receptivos de “las concepciones avanzadas sobre la cuestión femenina que florecieron en la Rusia revolucionaria”, analiza Vargas. Mendoza “defendió desde las páginas de La Internacional —y en mitines y reuniones— las opiniones de Alejandra Kollontai. Esta dirigente del partido bolchevique, oradora, escritora, amiga de Lenin —designada por éste embajadora en México, la primera embajadora mujer—, era partidaria de la unión libre y de la emancipación de la mujer y tuvo, en esos años, mucha influencia en el movimiento comunista. Angélica Mendoza sería una de las cabezas del sector “chispista” expulsado en 1925, con críticas a la línea de derecha que había crecido en la dirección del PC. n