En la Argentina y en todos los países, millones de trabajadoras y trabajadores tendrán “un día de rebelión, no de descanso” como planteaba un llamamiento en Estados Unidos, en 1886. Un día de rebelión que en algunos países se hará con actos y marchas multitudinarias. En otros será en la más estricta clandestinidad, como hizo el comunista checoslovaco Julius Fucik encarcelado por los nazis. Como sea, se reiterarán los reclamos para “disfrutar ‘ocho horas de trabajo, ocho horas de descanso, ocho horas para lo que nos dé la gana’”, como decía el mismo llamamiento.
Los mártires de Chicago
Chicago era, en 1886, una de las ciudades de Estados Unidos con mayor concentración obrera. Allí, durante una huelga comenzada el 1° de mayo se concentró la sangrienta represión de las clases dominantes yanquis. El 4 de mayo la policía cargó sobre los manifestantes en Haymarket Square, una bomba estalló entre las filas policiales y se desató una batalla con muchos muertos por ambas partes. El gobierno declaró el estado de sitio, allanó domicilios y detuvo a centenares de trabajadores, a los que sometió a juicios fraguados, alarmado por la vigencia de una corriente anarco-sindicalista que en documentos previos al paro afirmaba “Llamamos urgentemente a la clase asalariada a armarse para poder presentar a sus explotadores el único argumento que puede ser efectivo: la violencia”. Esta corriente organizó milicias de autodefensa armada, que funcionaban clandestinamente, las Lehrer und Wehr Vereins (Asociaciones de Estudio y Resistencia).
La saña se concentró en cinco dirigentes de los trabajadores: Adolfo Fischer, George Engels, Albert Parsons, Augusto Spies y Louis Lingg. Los primeros cuatro murieron condenados a la horca el 11 de noviembre de 1887. Louis Lingg, “por no morir en ella hizo estallar en su propio cuerpo una bomba de dinamita” como escribió José Martí. Los mártires de Chicago murieron proclamando su convicción en la victoria definitiva de la clase obrera.
En 1889, a propuesta de Federico Engels, el Congreso Internacional Socialista de París (donde estuvieron presentes cerca de 400 delegados de organizaciones obreras y socialistas principalmente de Europa) adoptó el 1° de Mayo para manifestar en todos los países y ciudades a la vez. La lucha por la jornada legal de 8 horas, una lucha política porque enfrentaba el poder de las clases dominantes, unió a los trabajadores de América y Europa. El odio de la burguesía imperialista yanqui dura hasta hoy, por eso el Primero de Mayo es “día laborable” en Estados Unidos, tratando de borrar la historia en las nuevas generaciones.
El 1º de Mayo en la Argentina
En nuestro país fueron los socialistas alemanes organizados en el Verein Vorwarts (Club Adelante), los que motorizaron un Comité Internacional Obrero que tuvo a cargo la organización de la manifestación el 1° de mayo de 1890, y que unió a socialistas, anarquistas, republicanos mazzinistas de origen italiano, en un acto común en la ciudad de Buenos Aires. También se realizaron actos ese día en Rosario, Chivilcoy y Bahía Blanca. Este Comité planteó la necesidad de conformar una federación obrera, entregar un petitorio al Congreso con los reclamos de “leyes protectoras de la clase obrera”, y editar un periódico “en defensa de la clase trabajadora”. Así las incipientes organizaciones obreras de nuestro país concretaban por primera vez, al igual que en muchos otros países de Europa y América, el Día Internacional de los Trabajadores.
En estos más de 120 años desde aquel día, múltiples veces las jornadas del 1° de Mayo se tiñeron de sangre obrera. Si éste era un día de lucha o “un día de fiesta” estuvo en debate entre las distintas corrientes del movimiento obrero desde el comienzo en nuestro país. Las clases dominantes, cuando pudieron lo prohibieron, si no, trataron de vaciarlo de contenido. Así, bajo la presidencia de Alvear, en 1925, el 1º de Mayo fue establecido como “día de fiesta”. Este debate se prolongó durante el peronismo.
Múltiples veces los comunistas y los clasistas revolucionarios dieron muestras de combatividad y heroísmo, en la defensa del contenido rebelde de esta jornada. Así como los primero marxistas en 1890 sufrieron la cárcel por pegar afiches llamando a movilizarse ese día, en muchos momentos de la historia militantes de distintas corrientes obreras penaron con cárcel, tortura y exilio por plantear la defensa de las reivindicaciones sociales y políticas de la clase obrera.
En los clasistas recayó el levantar las banderas revolucionarias que habían hundido los traidores. Por eso no es casual que la corriente que fue parte de las puebladas de los 60 y de la recuperación del Smata de Córdoba encabezada por René Salamanca llevara por nombre Agrupaciones Clasistas 1° de Mayo, de la que la Corriente Clasista y Combativa es heredera.
El Primero de Mayo hoy
Este año llegamos al Primero de Mayo cumpliendo cinco meses de un gobierno que está llevando a fondo una política antiobrera y antipopular, agudizando los problemas económicos y sociales de millones. Es una política entreguista y de ajuste inflacionario, reaccionaria, que aumenta la pobreza y el hambre heredados del kirchnerismo.
Una oleada de luchas, la mayor parte de ellas silenciada, recorre nuestro país enfrentando esta política, reclamando el cese de despidos y suspensiones, y aumentos salariales acordes al costo de la canasta familiar. La jornada de movilización convocada para el 29 de abril por las 3 CGT y las 2 CTA será sin duda un punto importante en esta pelea contra la política macrista de ajuste y entrega, y un paso en la preparación de un gran paro nacional multisectorial, obrero, campesino y popular, que una en un solo golpe las múltiples luchas que surgen por abajo en todo el país.
En este marco de confluencia de las luchas, los comunistas revolucionarios y los clasistas pelearemos en cada lugar levantar las banderas históricas del Primero de Mayo, en unidad con todos los que buscan una salida nacional y popular a esta situación de hambre, inflación galopante y entrega nacional.