En abril de 1919, el Partido Socialista Internacional realizó su segundo congreso. Como plantea Otto Vargas en el tomo 2 de El marxismo y la revolución argentina “La importancia histórica del II Congreso se debe a la adhesión del PSI a la Internacional Comunista. No pudiendo enviar una delegación a Moscú, se decidió mandatar al Partido Socialista de Italia para representar al PSI en el Congreso Fundacional de la Internacional Comunista”. En diciembre de 1920 el PSI cambiaría su nombre por Partido Comunista de la Argentina.
Este Congreso del PSI se realizó apenas tres meses después de los sucesos de la Semana de Enero, cuyas repercusiones se hicieron sentir en todos los ámbitos. En las elecciones del mes de marzo, había puesto en el centro de sus propuestas el castigo a los responsables de los crímenes, y apuntó contra el gobierno de Yrigoyen. Junto al programa mínimo, el primer punto de la “plataforma electoral revolucionaria, que plantea y ofrece soluciones amplias a los más grandes problemas del país”, reclamaba “Destitución y proceso criminal de todo el personal complicado en las matanzas de la semana sangrienta de Enero y juicio político al gobierno”. Otros puntos eran la “Supresión del presupuesto de guerra, marina y culto. Separación de la Iglesia del Estado. Confiscación de los bienes de la Iglesia”. Planteaba la expropiación de los ferrocarriles y su administración por los trabajadores sindicalizados, y la “Expropiación de la tierra por la sociedad. Socialización de los latifundios. Acceso libre a la tierra de todas las personas que quieran cultivarla con la cooperación económica del Estado”. Además, planteaba una jornada de trabajo de seis horas diarias.
Este segundo congreso del PSI mostró un desarrollo tanto en cantidad de afiliados como en extensión territorial. Uno de los principales centros partidarios estaba en Córdoba, donde tenían influencia en gremios y en distintas luchas populares, incluida la Universidad, que venía de los hechos de la Reforma Universitaria en junio del año anterior.
Ya en este momento se libraba una lucha de líneas dentro del núcleo inicial del PSI, que si bien era internacionalista, estaba muy influido por las concepciones pacifistas de Kautsky “tenían concepciones contrarias a las marxistas-leninistas en el tema del Estado, el imperialismo y la revolución, en la cuestión de la hegemonía proletaria en la revolución democrático-burguesa y respecto a la tesis de Marx y Engels sobre la revolución ininterrumpida. El núcleo dirigente inicial era profundamente sindicalista y parlamentarista”, afirma Otto Vargas.