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25 de septiembre de 2013

Prisión y fuga de Radowitzky

Crónicas proletarias

 El anarquista Simón Radowitzky, tras el atentado en el que murió el odiado jefe de policía Ramón L. Falcón el 14 de noviembre de 1909, fue juzgado y condenado a prisión indefinida. La justicia oligárquica, dando un mensaje ejemplificador, agregó que el joven, en ese entonces de 18 años, debía pasar 20 días al año (en cada aniversario del atentado) aislado en un calabozo. Hasta 1911 estuvo en la Penitenciaría Nacional en la Capital Federal. En enero de ese año, luego de una fuga de presos entre los que se encontraban dos anarquistas, se decide su traslado al penal de Ushuaia, en Tierra del Fuego. Allí el vindicador anarquista sufrió indecibles vejaciones. Fue torturado, violado, hambreado, durante años. Su nombre se transformó en bandera de lucha del movimiento obrero, que no cejó en las campañas por su libertad.
Hay un episodio en el largo encarcelamiento de Radowitzky digno de rememorar. En 1919, un grupo de anarquistas lleva a cabo un audaz plan para liberar a Simón. Apolinario Barrera, junto a Miguel Arcángel Roscigna viajan a Punta Arenas, Chile, donde con la colaboración de anarquistas locales contratan una embarcación, con la que llegan a Ushuaia. Allí, en combinación con un guardiacárcel que le da un uniforme, logran sacar a Radowitzky de la ciudad.
Este plan cuenta con la colaboración de Salvadora Medina Onrubia, quien lo financió. Esta mujer, apodada “La Venus roja”, por su belleza, su cabellera pelirroja y sus ideas, fue una poetisa muy vinculada al anarquismo, que se casó con el periodista Natalio Botana, fundador del diario Crítica. Desde pequeña, Salvadora, criada en Gualeguay, Entre Ríos, donde era maestra y fue madre soltera a los 16 años, profesaba un particular odio hacia Falcón, quien había tenido relación con sus padres. Ya en Buenos Aires, se vincula a los anarquistas y toma como propia la batalla por la libertad de Radowitzky, con quien mantiene una relación epistolar, ya que nunca se conocieron. Barrera, el anarquista que colabora en la fuga de Radowitzky, era empleado del diario de Botana, y llegó a ser “intendente” del edificio.
Una vez en el cúter (la embarcación alquilada en Punta Arenas), Radowitzky rechaza la propuesta de Barrera, de quedarse dos meses en un lugar aislado de los canales fueguinos, con refugio y comida, y decide seguir viaje hasta Punta Arenas. Esto hizo fracasar la novelesca fuga. Alertadas horas después las autoridades del penal, se comunican con las fuerzas represivas chilenas, y desatan la persecución. Radowitzky fue recapturado en Punta Arenas, y pasó 12 años más en prisión, hasta que fue indultado en abril de 1930, en el segundo gobierno de Yrigoyen.