Oportunidad histórica
Por el río Paraná circula alrededor del 80% del comercio exterior de Argentina. Esta ruta hídrica conecta a gran parte de la región con el Océano Atlántico. Sale por allí una parte importante de la producción del sur de Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay. El vencimiento de la concesión de esta mega autopista fluvial, hoy en manos de Hidrovía S.A., una sociedad entre la empresa belga Jan de Nul y EMEPA, abrió un fuerte debate nacional y la generación de un movimiento muy heterogéneo, amplio y federal que toma las banderas de la soberanía nacional y la recuperación de nuestros recursos.
El militante santafesino Luciano Orellano, autor del libro “Argentina sangra por la barrancas del río Paraná” repite, con mucha fuerza y sobre todo muchos datos, que por esa autopista fluyen los manantiales de la riqueza y aquí solo nos queda pobreza. Este libro constituye una herramienta fundamental para acercarnos a esta problemática.
La Cuenca del Plata es una unidad territorial económica, social, ambiental, comercial y ecológica que se ha constituido en el corazón de la economía argentina y de parte de América latina. Controlar (administrar) el Paraná es controlar las riquezas que fluyen por sus aguas amarronadas.
Las restricciones que sufre nuestro país en materia de divisas obligan a darle especial importancia a la recuperación del control estatal sobre el comercio exterior argentino. Esto exige revertir el proceso privatizador puesto en marcha por Menem, recuperando el control sobre puertos, rutas hídricas, transporte por ferrocarril y por agua.
El final de la concesión de la hidrovía y las condiciones para construir el canal Magdalena, garantizando que las exportaciones argentinas salgan al mar por aguas argentinas, constituyen una inmejorable oportunidad para avanzar en esa dirección.
Nos roban un tercio de la cosecha
Las “autodeclaraciones” juradas de las multinacionales que operan sobre los puertos del Paraná y la Cuenca del Plata, no pueden ser los únicos instrumentos sobre los cuales se monta el “supuesto” control del Estado argentino. Subfacturación, triangulación con el Paraguay y falsificación de las cartas de porte son otros de los mecanismos utilizados para el contrabando y la evasión.
Dos de cada tres barcos que salen de nuestro país van a China, 5000 barcos ingresaron en 2019 en la Cuenca del Plata y 2632 arribaron al polo exportador rosarino. La urbanización en China elevó el consumo de proteínas animales alcanzando un nuevo récord en el 2020 de 50 kg per cápita. La soja que se produce en la región termina en las mega granjas porcinas del gigante asiático.
Hay estimaciones que proyectan para el 2030 un fuerte incremento de la demanda de ese país. Pasando, de las actuales 115 millones toneladas (TN) a 140 millones TN. Argentina no resiste un centímetro más de soja y un centímetro menos de bosque. Lo que significa en principio una buena noticia para nuestro país en materia de comercio exterior puede agravar la situación ambiental. La tierra no se puede agrandar, es la que hay y punto, es un recurso finito. Para lograr cubrir esa demanda habría que seguir forzando los rindes a niveles imposibles, lo que implica desertificación, desmedida utilización de agroquímicos y la pérdida de bosques nativos. Con los impactos socioambientales y en la salud que todo esto genera. Debemos salir de la lógica de exportar sin industrializar y empezar a construir otro modelo de producción de alimentos para humanos y no continuar alimentando cerdos del otro lado del mundo.
Los aumentos son de nosotros, los dólares son ajenos
Por otro lado, la gran preocupación del pueblo argentino: la inflación. Los precios internos se verán forzados ante una demanda externa de los productos de consumo masivo. ¿Qué molinos van a cubrir la demanda del mercado interno? Más allá de la coyuntura, nuestro país debe encontrar algún mecanismo permanente, inteligente y creativo de intervención y regulación de su mercado de granos y carnes. Esto es clave para resolver el problema inflacionario y mejorar la calidad de vida de los sectores populares.
Recuperar el Paraná significa recuperar nuestra soberanía. En otras palabras, dejar de delegar en empresas extranjeras y en potencias foráneas la toma de decisiones sobre nuestro presente y nuestro futuro. Abandonar este principio básico significa negar nuestra condición de nación independiente, renunciar a la energía soberana acumulada con años de sacrificios individuales y colectivos y darle la espalda, cobardemente, a una historia heroica llena de ejemplos verdaderamente extraordinarios.
La historia nos vuelve a dar la oportunidad. Podemos empezar a revertir estos males heredados y empezar a recuperar el país para que deje de ser el negocio de unos pocos y se convierta en la casa de todos y todas. A los marplatenses y todos los que habitamos ciudades y pueblos con litoral marítimo, nos impone el desafío de volver a poner la mirada sobre el hermoso horizonte azulado, nuestra pampa azul. Ver allí posibilidades para nuestras comunidades. Comunidades que ya no soportan tanta desigualdad y necesitan que esas riquezas sirvan para garantizar el desarrollo, la seguridad alimentaria y el bienestar general.
Obligados a dar la vuelta
Argentina vive momentos muy difíciles. Al desastre de la era macrista se le sumó la pandemia. Las cifras de pobreza e indigencia son alarmantes. Aunque los esfuerzos que se han realizado, para amortiguar la crisis social son significativos, y en las últimas semanas han sido importantes, terminan siendo insuficientes. Lo contradictorio es que esto se da en el marco de un crecimiento exponencial de los precios internacionales de nuestros principales productos de exportación. Por eso es importante el Paraná y lo que está detrás del debate de la concesión de la hidrovía ¿Cómo se distribuyen las rentas extraordinarias de las cosechas récords? La suba de los precios internacionales de los productos primarios anticipa ventas al exterior por u$s70.000 millones. Nuestro país va a crecer, el tema es cómo se reparte ese crecimiento y a qué sectores se benefician.
Son muy importantes las posiciones adoptadas sobre el tema de la hidrovía por el gobernador Axel Kicillof, el Senador Carlos Taiana, el Diputado Nacional Juan Carlos Alderete y el Diputado de la provincia de Santa Fe Carlos Del Frade. Un movimiento muy amplio y potente que impulsa la recuperación del Paraná. Incluye sectores sindicales, culturales, políticos, ambientales y sociales. Como siempre va a ser clave el protagonismo popular para fortalecer esta posición. Hay que ganar a la mayoría del pueblo argentino para esta causa nacional.
En este sentido, es importante la derogación del Decreto 949/20 porque llama nuevamente a licitar el canal navegable del Río Paraná y porque continúa el régimen de concesión a empresas extranjeras. Como primer paso para crear una empresa pública, con participación Estatal mayoritaria, que tenga un control efectivo del Río Paraná, en el sentido de los anuncios del mes de agosto.
La pandemia ofrece la oportunidad de avanzar en cambios de paradigmas. Pretender administrar un sistema diseñado por las multinacionales a medida de sus ganancias, como si no fuese posible diseñar y proponer un modelo diferente, lleva inevitablemente al fracaso.
Por Matías Maciel, Profesor de Historia, docente de la UNMdP y dirigente del PTP Mar del Plata.