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02 de octubre de 2010

El 18 de julio culminó en Quito, Ecuador, el 12º Seminario Internacional “Problemas de la Revolución en América Latina”. En esta ocasión abordó el tema: “El debate actual sobre el socialismo”. A continuación, su Declaración final. Los subtítulos son de hoy.

Problemas de la revolución en América Latina

Hoy 1226 / 12º Seminario Internacional

Animados por las victorias y progresos políticos alcanzados por los trabajadores y pueblos del continente, varios partidos, organizaciones y movimientos de izquierda revolucionaria de América Latina y Europa nos hemos reunido en Quito, Ecuador, para avanzar en el debate sobre el socialismo. Hasta hace pocos años, este análisis hubiera sido considerado como un simple ejercicio teórico; hoy constituye un problema teórico-político que demanda urgente solución.  Nuevo auge en América Latina
Un gran auge de luchas de las masas obreras, populares, de la juventud, de las mujeres, de los pueblos originarios, del campesinado conmueve a América Latina.
Este poderoso ascenso volteó a gobiernos proimperialistas y oligárquicos en varios de nuestros países mediante alzamientos populares que, en algunos casos, alcanzaron características insurreccionales; frustró intentonas reaccionarias como el golpe de Estado en Venezuela; produjo grandes movimientos de masas que practican las formas asamblearias de la democracia directa, desarrolló organizaciones multisectoriales. Fruto de la lucha de los trabajadores y los pueblos en contra del neoliberalismo, neodesarrollismo, de la dominación imperialista, de las distintas formas de explotación y de la discriminación social y nacional; de las victorias políticas conquistadas por los pueblos en procesos de diversa índole, en América Latina se ha producido un cambio en la correlación de fuerzas políticas y sociales.
Los sectores oligárquicos y monopólicos nativos más fuertes y abiertamente ligados al imperialismo, particularmente norteamericano, han perdido posiciones en el tablero político; en contraparte, toma fuerza una corriente de pensamiento y organizaciones democráticas, progresistas y de izquierda que, inclusive en algunos países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, han llevado al gobierno a exponentes de esas posiciones. El anhelo de cambio anidado durante años en la mente de nuestros pueblos hoy se eleva al nivel de aspiración por el socialismo. Amplias secciones de trabajadores de la ciudad y el campo, de la juventud, de intelectuales, de ambientalistas… se interesan por debatir la naturaleza y la posibilidad cierta del triunfo del socialismo, al punto que facciones burguesas, pequeño burguesas y otras que falsifican, deforman y tergiversan el socialismo, pretenden manipular dicha tendencia, para canalizarla hacia posiciones que no dejan de ser funcionales al sistema capitalista.
 
Socialismo y revolución
El socialismo es un estadio cualitativamente diferente y superior al capitalismo; no podrá nacer en las entrañas del actual sistema imperante. Para construirlo es imprescindible la conquista del poder por parte de los trabajadores, la destrucción revolucionaria del viejo Estado de las clases dominantes, acabar con la dependencia extranjera y poner fin a la explotación asalariada. Su edificación exige la transformación radical de la base económica, la sustitución de las formas capitalistas de propiedad y las relaciones de producción por un régimen de propiedad social: únicamente así serán liberados los trabajadores y el trabajo no será sólo un medio de vida sino la primera necesidad vital.
Característica de esta sociedad es la plena y gran democracia para las clases trabajadoras y la adopción de medidas coercitivas en contra de la minoría que intente restaurar el viejo sistema; la participación directa de las masas en la definición de todos los asuntos relacionados con el desenvolvimiento de la sociedad. En ella el pueblo decide qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye la producción. La libertad garantizada para las amplias masas presupone el establecimiento de mecanismos que garanticen las conquistas materiales y políticas de los pueblos e impidan la acción de las antiguas y minoritarias clases explotadoras para subvertir el nuevo orden y recuperar lo perdido.  La confrontación con las clases dominantes nativas y el imperialismo se da en todos los terrenos y debemos prepararnos para enfrentarlas y derrotarlas en todos ellos. No es posible alcanzar la victoria en estas batallas si los trabajadores y los pueblos no desarrollan y fortalecen su organización política independiente, si carecen de una concepción teórico–política de carácter científico y revolucionario.  El triunfo de la revolución será el resultado de la conjunción, de la aplicación hábil y creadora de todas las formas de lucha, tomando en consideración las condiciones y circunstancias concretas. Pero es evidente, y la experiencia histórica lo avala, que solo mediante el uso de la violencia organizada de los pueblos es posible expulsar del poder a los grupos oligárquicos y derrotar la violencia reaccionaria ejercida por su aparato estatal.  Unidad de las fuerzas revolucionarias, democráticas y antiimperialistas Es evidente que las actuales condiciones políticas y sociales que vive la región son favorables para la acción y el trabajo de las organizaciones revolucionarias; pero eso no significa que las cosas sean más fáciles. Nos corresponde disputar con fuerzas y posturas reformistas y funcionales al sistema la conducción de las masas y elevarlas a posiciones revolucionarias; aclarar en ellas que, para que el socialismo sea revolucionario, debe erigirse en concepciones de índole científica. Cerrar el paso a quienes levantan falsas banderas socialistas, es una tarea revolucionaria. Derrotar al imperialismo y a las clases dominantes demanda la unidad de las fuerzas revolucionarias, democráticas y antiimperialistas, que debe expresarse en los ámbitos y acciones locales e internacionales. Particularmente hoy, las fuerzas de izquierda revolucionaria tenemos la responsabilidad de ponernos al frente de la lucha de los trabajadores y el pueblo, y hacer esfuerzos para ganar posiciones dentro de la tendencia de cambio existente entre los pueblos de la región, para que éstos puedan cumplir con las tareas revolucionarias. Sabemos que el movimiento de los trabajadores es internacional, pero asimismo entendemos que nuestra contribución a este proceso debe ejercerse llevando a la victoria la revolución y el socialismo en cada uno de nuestros países.  Extendemos nuestra solidaridad con todos los pueblos que luchan por su liberación, especialmente con Bolivia que está bajo la amenaza inmediata del desmembramiento territorial empujado por el imperialismo norteamericano y la oligarquía criolla, que arman sus bandas fascistas para consumar sus propósitos.  Las organizaciones revolucionarias participantes en este 12º Seminario Internacional Problemas de la Revolución en América Latina reiteramos el compromiso de continuar nuestra lucha por el triunfo de la revolución y el socialismo. Sabremos llevar con responsabilidad los retos que nos ha impuesto la historia.

18 de julio de 2008