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11 de noviembre de 2010


Proceso de concentración monopolista

Documentos del PCR / tomo 6

Se está pro­du­cien­do un gigan­tes­co pro­ce­so de con­cen­tra­ción y cen­tra­li­za­ción mono­po­lis­ta a esca­la mun­dial. Proceso que afec­ta a gru­pos ente­ros de nacio­nes. A dife­ren­cia del perío­do en el que las que el revi­sio­nis­mo llamó mul­ti­na­cio­na­les, fun­da­men­tal­men­te expor­ta­ban capi­ta­les a sus filia­les en el extran­je­ro, y a dife­ren­cia del perío­do de los lla­ma­dos “petro­dó­la­res”, en el que los paí­ses impe­ria­lis­tas rea­li­za­ron gigan­tes­cas inver­sio­nes de la banca pri­va­da a tra­vés de prés­ta­mos a los paí­ses del Tercer Mundo (prés­ta­mos que entre­la­za­ron, aún más, las eco­no­mías de estos paí­ses con los cen­tros impe­ria­lis­tas) actual­men­te los mono­po­lios se expan­den prin­ci­pal­men­te por un pro­ce­so de fusio­nes, absor­cio­nes o aso­cia­cio­nes, con otras cor­po­ra­cio­nes des­ti­na­das a excluir la com­pe­ten­cia y median­te nego­cios de miles de millo­nes de dóla­res por venta de accio­nes en la Bolsa, cré­di­tos para esas fusio­nes, espe­cu­la­ción, vacia­mien­to y quie­bra de nume­ro­sas empre­sas. Así eli­mi­nan la com­pe­ten­cia en un país o una región deter­mi­na­da, pro­ce­dien­do a un nuevo y bru­tal repar­to de esfe­ras de influen­cias sólo com­pa­ra­bles al pre­vio a la Primera y a la Segunda Guerra Mundial. En el últi­mo perío­do ha aumen­ta­do extra­or­di­na­ria­men­te la expor­ta­ción de capi­ta­les, sobre todo de Japón y Alemania Federal; aun­que aún los capi­ta­les yan­quis dupli­can a las inver­sio­nes ingle­sas, japo­ne­sas y ale­ma­nas en el extran­je­ro, toma­das por sepa­ra­do.
Últi­ma­men­te, y sólo a títu­lo de ejem­plo, la Siemens ale­ma­na adqui­rió a la General Electric bri­tá­ni­ca con lo que pasó a ser el pri­mer grupo euro­peo en elec­tró­ni­ca y el ter­cer grupo mun­dial luego de la IBM y la General Electric yan­quis, pre­pa­rán­do­se para la bata­lla por el pre­do­mi­nio mun­dial en el área de la micro­e­lec­tró­ni­ca. La Ford (que en América del Sur se unió a la Volkswagen) acaba de adqui­rir a la Jaguar, bri­tá­ni­ca, por 2.900 millo­nes de dóla­res, para poder com­pe­tir en el mer­ca­do de los autos de lujo. Así la Ford se impu­so a la General Motors que trató, antes, de adqui­rir el con­trol de la Jaguar. La Sony –japo­ne­sa– tomó el con­trol de la Columbia Broadcasting System y la Columbia Pictures yan­quis con lo que hege­mo­ni­za­rá el mer­ca­do mun­dial de films. La Mitsubishi –japo­ne­sa– com­pró el paque­te mayo­ri­ta­rio del Rockefeller Center y se ha trans­for­ma­do en uno de los prin­ci­pa­les gru­pos en el nego­cio inmo­bi­lia­rio en los EE.UU. La Nestlé com­pró por 3.000 millo­nes de dóla­res a la cor­po­ra­ción yan­qui Carnatios.
En Europa la pro­duc­ción auto­mo­vi­lís­ti­ca se va con­cen­tran­do en manos de la Fiat (muy fuer­te tam­bién en los mer­ca­dos del Este euro­peo) y la Volkswagen; la com­pu­ta­ción que­da­rá en manos de la Siemens y Olivetti; las comu­ni­ca­cio­nes en las de Siemens y Thompson-Alcatel; la indus­tria ató­mi­ca se repar­ti­rá entre empre­sas ale­ma­nas y fran­ce­sas; la petro­quí­mi­ca entre bri­tá­ni­cas e ita­lia­nos, la agri­cul­tu­ra y gana­de­ría entre Gran Bretaña y Francia (con excep­ción de los lác­teos cuya pro­duc­ción con­cen­tra­rán empre­sas holan­de­sas y dane­sas).
Todo este pro­ce­so va acom­pa­ña­do de un aumen­to de la deso­cu­pa­ción (llega a más del 1l % de la pobla­ción acti­va en Francia) que se va tor­nan­do un pro­ble­ma cró­ni­co en todos los paí­ses capi­ta­lis­tas, con carac­te­rís­ti­cas par­ti­cu­la­res, dife­ren­tes a los que tuvo el tra­di­cio­nal Ejército labo­ral de reser­va. La trans­for­ma­ción de la Caterpillar Tractor Company, por ejem­plo, al implan­tar pro­ce­sos alta­men­te auto­ma­ti­za­dos con pro­duc­ción com­pu­ta­ri­za­da y robo­ti­za­da, con des­ti­no a la indus­tria de gue­rra, redu­jo su fuer­za labo­ral de 90.000 obre­ros a 53.000, aumen­tan­do sus nive­les de pro­duc­ti­vi­dad. Entre 1977 y 1982 se per­die­ron más de cua­tro millo­nes de pues­tos de tra­ba­jo en los EE.UU. y trece millo­nes de tra­ba­ja­do­res han sido des­pla­za­dos por cie­rres de fábri­ca. El 60% de los que pudie­ron encon­trar tra­ba­jo una vez des­pe­di­dos gana menos de 7.000 dóla­res anua­les (que se con­si­de­ra el nivel de pobre­za). Entre 1981 y 1985 la General Electric des­pi­dió cerca de 100.000 tra­ba­ja­do­res. Estamos citan­do fuen­tes ofi­cia­les yan­quis de la Oficina de Estadísticas labo­ra­les. Se inten­si­fi­can los rit­mos de tra­ba­jo en las fábri­cas y para­le­la­men­te se pau­pe­ri­za la clase media, lo que ha gene­ra­do el pro­ble­ma masi­vo de “los sin techo” (más de 30 millo­nes de per­so­nas) cuyas mani­fes­ta­cio­nes de recla­mo han con­mo­vi­do recien­te­men­te varias ciu­da­des ame­ri­ca­nas.