En la noche del jueves 16 al viernes 17, la policía chilena (Carabineros) irrumpieron en una cantidad de colegios secundarios (liceos) de Santiago tomados por los estudiantes, que exigen al gobierno una educación pública, gratuita y de calidad. Tras el desalojo la policía detuvo a unos 140 jóvenes.
En la noche del jueves 16 al viernes 17, la policía chilena (Carabineros) irrumpieron en una cantidad de colegios secundarios (liceos) de Santiago tomados por los estudiantes, que exigen al gobierno una educación pública, gratuita y de calidad. Tras el desalojo la policía detuvo a unos 140 jóvenes.
Mientras los Carabineros desalojaban los colegios tomados, grupos de estudiantes volvían a ocupar el Internado Nacional Barros Arana tras el desalojo del martes anterior, y los del liceo Manuel Barros Borgoño votaban en asamblea la continuidad o no de la toma.
El bravo estudiantado secundario chileno comparte con los universitarios la exigencia de un cambio sustancial del sistema educativo chileno, heredado de la dictadura pinochetista y mantenido intacto durante casi dos décadas por el gobierno de la Concertación democristiana-socialista y ahora por el ultraconservador Piñera, en el que no sólo es paga la educación privada sino también la pública, desfinanciada por el Estado.
Las tomas de colegios se habían iniciado casi una semana antes, como parte de un plan de lucha en respuesta a la absoluta sordera del gobierno de Piñera frente al reclamo de estudiantes, padres, profesores y de todos los sectores populares, que motivó manifestaciones multitudinarias a lo largo de más de un año.
La ola de tomas no se limitó a Santiago: en Rancagua, 100 kilómetros al sur de la capital, diez estudiantes fueron detenidos tras la toma del liceo María Luisa Bombal donde reclamaban el cumplimiento de las refacciones prometidas tras el terremoto de febrero de 2010. Los estudiantes denunciaron que como parte de las medidas represivas los carabineros los obligaron a desnudarse.
“El uso de la fuerza que se empleó era la necesaria para romper la resistencia”, declaró el coronel de carabineros, Víctor Tapia. El alto mando policial habría ordenado man- tener los colegios ocupados por efectivos para impedir nuevas tomas.
La lucha estudiantil ridiculizó los cálculos del gobierno, que apostó al desgaste y a la dilución en la segunda mitad del año de la gigantesca movilización democrática. Los estudiantes, profesores y padres tampoco se dejaron embaucar con la pretendida “reforma” educacional que discute el Parlamento y que apenas promete bajar los intereses del “crédito con aval del Estado” y aumentar las becas, todo financiado con nuevos aumentos de impuestos que, obviamente, pagarían los mismos sectores populares.