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02 de marzo de 2022

La invasión a Ucrania aumenta el enfrentamiento con el imperialismo yanqui y la OTAN

Putin y el imperialismo ruso

El presidente de Rusia, Vladimir Putin, el 21 de febrero dio un largo discurso de casi dos horas por televisión, para oficializar el reconocimiento del Kremlin a la “independencia” de las autoproclamadas repúblicas separatistas de Donetsk y Lugansk, en el este de Ucrania.

Por supuesto el mandamás ruso desarrolló varias argumentaciones para justificar el envío de tropas a Ucrania, que concretó pocas horas después, en una escalada con las potencias imperialistas rivales, EEUU y la OTAN, para detener sus avances en Europa del Este (ver páginas centrales).

Nos interesa detenernos en algunos conceptos del análisis de Putin sobre la historia de Rusia, la URSS y Ucrania, en la que embistió contra Lenin y los bolcheviques. Tampoco ahorró críticas contra Stalin.

Putin afirmó que “la Ucrania moderna fue creada total y completamente por Rusia, más precisamente por la Rusia bolchevique y comunista”. Además, el presidente ruso hizo un balance de la constitución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas: “Desde el punto de vista del destino histórico de Rusia y sus pueblos, los principios leninistas de la construcción del Estado resultaron ser no solo un error, fue, como dicen, mucho peor que un error”, afirmando que Lenin primero, el “Terror rojo” y la “dictadura estalinista” después “llevaron a la desintegración de nuestro país unido. El colapso de la Rusia histórica bajo el nombre de URSS está en su conciencia”. Putin defiende así al imperio zarista ruso.

 

¿Qué decía Lenin sobre Ucrania?

Nuestro Partido cuenta entre sus dirigentes al camarada Carlos Echagüe, quien investigó durante décadas el proceso de la construcción del primer Estado socialista de la historia, a partir de la Revolución Rusa, así como el complejo proceso que llevó a la restauración del capitalismo en la patria de Lenin, y su desarrollo como potencia socialimperialista primero, y luego de la caída de la URSS en 1991, al imperialismo ruso como lo conocemos hoy.

Echagüe parte de una cuestión que Putin oculta, que el zarismo imperante en Rusia antes de 1917 era una “horrenda cárcel de pueblos” que en el caso de Ucrania le impuso la esclavitud y provocó sangrientas matanzas.

La Revolución de Octubre no sólo fue una combinación de la insurrección proletaria y la guerra campesina, que derrocó a la burguesía que había tomado el gobierno en febrero de 1917, sino que coronó la guerra nacional de los pueblos oprimidos por el zarismo. Por eso, relata Echagüe “Una semana después de su triunfo, la Revolución emitió la Declaración de derechos de los pueblos de Rusia, mediante la cual el gobierno soviético instituyó legislativamente el derecho a la libre autodeterminación de todas las naciones, es decir su derecho a separarse y formar Estados independientes” (Revolución, restauración y crisis en la Unión Soviética, Tomo 1, pág. 171).

No entraremos en detalles, pero así como en Rusia en febrero de 1917 fue derrocado el zar y asumió el gobierno una coalición burguesa, algo similar pasó en Ucrania en abril de ese año y los bolcheviques encabezaron el desarrollo de los soviets en este país, que en un largo proceso marcado por la guerra civil y las guerrillas contra los ejércitos blancos apoyados por las potencias imperialistas occidentales, ganaron a las masas obreras y campesinas para derrocar a ese gobierno burgués e incorporarse a la URSS.

El propio Lenin, cita Echagüe, consciente de los debates entre los comunistas ucranianos si debían incorporarse a la URSS o declarar la independencia absoluta de su Estado, tras vencer a los reaccionarios, dirigió a fines de 1919 una carta “a los obreros y campesinos de Ucrania” donde se mostró favorable a discutir en términos fraternales estas divergencias: “aspirando constantemente a la unidad de las naciones, yendo inflexiblemente contra todo lo que las divida, debemos ser muy prudentes, pacientes y tolerantes hacia las supervivencias de la desconfianza nacional”. Y llamó, como camino para retomar esa confianza, al “trabajo conjunto para defender la dictadura del proletariado y el Poder soviético en la lucha contra los terratenientes y capitalistas de todos los países, contra sus intentos de restablecer su omnipotencia”. Incluso llega a plantear el líder de la Revolución Rusa que “cualquiera que sea la solución del problema de la independencia estatal o de las fronteras del Estado, a los obreros rusos y ucranianos les es absolutamente necesaria una estrecha alianza militar y económica, ya que, de lo contrario, los capitalistas de la «Entente», es decir, la coalición de los países capitalistas más ricos: Inglaterra, Francia, Norteamérica, Japón e Italia, nos aplastarán y estrangularán por separado”. Es decir, que es mentira lo que ha dicho Putin que Ucrania “es un invento de Lenin”.

 

Putin y la nueva etapa del imperialismo ruso

Vladimir Putin fue designado primer ministro interino por Boris Yeltsin en agosto de 1999. Putin era jefe del FSB, ex KGB (el servicio de espionaje de la URSS), donde se formó en la década de 1980. Al poco tiempo de asumir, Yeltsin dimitió y Putin pasó a ser presidente interino. Meses después, en marzo de 2000, ganó las elecciones presidenciales.

Echagüe desarrolla en el tercer tomo de su obra cómo con Putin “el imperialismo ruso entra en una nueva etapa”, tras el retroceso sufrido a partir de la desaparición de la URSS y el desmembramiento de varias repúblicas ex soviéticas, en la década de 1990. Proceso apoyado fuertemente por los yanquis y las potencias europeas, con lo que la OTAN, la alianza militar entre estos países, avanzó hacia Europa del Este.

Antes aún de ser presidente, Putin encabezó la llamada “segunda guerra contra la República de Chechenia”, anexándosela. Una de sus primeras declaraciones como presidente fue: “Nosotros queremos que nuestro país… vuelva a ser uno de los más importantes del mundo. Sería imposible sin disponer de Fuerzas Armadas potentes”, y en abril de 2000 ya avisaba Putin que Rusia se reservaba el derecho en ser la primera en emplear armas atómicas, incluso en el caso de ser objeto de un ataque masivo con armas convencionales (Echagüe, obra citada, Tomo 3, pág. 363). La Federación Rusa posee el mayor arsenal nuclear del mundo: cerca de 16.000 cabezas atómicas.

Como parte de su plan de “restaurar” a Rusia como gran potencia, el gobierno de Putin impulsó un ambicioso plan de desarrollo con gran intervención del Estado en la economía, y se aseguró el control estatal de empresas estratégicas en la energía (Gazprom y Rosneft), las telecomunicaciones y la infraestructura.

Echagüe muestra cómo Putin fue unificando a los sectores principales de la clase dominante, con acuerdos con unos y atacando a otros. Desarrolló la militarización y el autoritarismo en lo político, a la vez que se plantó con mayor dureza frente a Estados Unidos y las principales potencias europeas. Esto vino de la mano de una asociación estratégica con China.

Este proceso, concluye Echagüe, determina un “capitalismo monopolista de Estado con particularidades rusas, [donde] la línea divisoria entre Estado y las grandes empresas es prácticamente inexistente”.

Desde su asunción, hace más de 20 años, hasta hoy, Rusia ha venido avanzando en estos objetivos planteados por Putin, de los cuales la guerra en curso en Ucrania es el más reciente capítulo. Además del declarado objetivo del gobierno ruso de “frenar” el avance de la OTAN, está la rapiña que pretenden imponer sobre Ucrania, que fuera el país más grande luego de Rusia dentro de la desaparecida Unión Soviética.

La burguesía imperialista rusa, con Putin al frente del Estado, da así un nuevo paso en su enfrentamiento con las potencias imperialistas rivales, especialmente con los Estados Unidos.

Como decimos en la tapa de nuestro hoy 1901: “El enfrentamiento entre Rusia y la OTAN por el destino de Ucrania pone al mundo al borde de una nueva confrontación que sólo traerá más sufrimientos y dolor para los pueblos de todo el mundo. La naturaleza del imperialismo es someter a los pueblos. La naturaleza de los pueblos es luchar por su liberación. No a la guerra imperialista”.

Escribe Germán Vidal

Hoy N° 1903 02/03/2022