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15 de febrero de 2018

¿Qué dicen los mentirosos cuando no mienten?

En público venden optimismo, en privado están preocupados

 
Si fuera por los discursos deberíamos estar agradecidos. Los de arriba nos tienen en sus oraciones. Gobernantes en ejercicio, postulantes a reemplazarlos, responsables de los organismos imperialistas nos prometen inclusión y redistribución de la riqueza. Los padecimientos del presente son el necesario costo del pasaje al bienestar. El Mundo anda razonablemente bien y todo es cuestión de paciencia. 

 
Si fuera por los discursos deberíamos estar agradecidos. Los de arriba nos tienen en sus oraciones. Gobernantes en ejercicio, postulantes a reemplazarlos, responsables de los organismos imperialistas nos prometen inclusión y redistribución de la riqueza. Los padecimientos del presente son el necesario costo del pasaje al bienestar. El Mundo anda razonablemente bien y todo es cuestión de paciencia. 
Venden optimismo y generosidad. Pero, cuando hablan en voz baja, en sus diálogos con los propios, suelen decir otras cosas. El artificioso entusiasmo deja paso a una preocupación gravosa.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) destaca entre las instituciones más reaccionarias. Su fiel escudero, el Banco Mundial, no desentona. Sus “recomendaciones” son la hoja de ruta para el accionar de los sectores dominantes. Significan sangre, sudor y lágrimas para el proletariado, los pueblos de todo el mundo y las naciones más castigadas.
 
¿Pum para arriba o ciclo cortísimo?
El FMI mejoró las previsiones de crecimiento para este año y el próximo. Nada espectacular, pero reactivación al fin. A no relajarse, que ésta es apenas la foto. La película nos la cuenta Maurice Obstfeld (economista en Jefe del FMI). Su informe se titula: “El buen momento que está atravesando la economía no es la ‘nueva normalidad’”. A continuación, nos dice: “este ímpetu económico es fruto de una confluencia de factores con pocas probabilidades de durar mucho”. Y remata: “si no se actúa con rapidez para eliminar los obstáculos estructurales al crecimiento, … la próxima desaceleración se adelantará y será más difícil de combatir”. Diagnóstico por demás sombrío. Por supuesto que el FMI no nos previene a los de abajo ante una nueva recesión. Le habla a los de arriba y les dice: remuevan los obstáculos estructurales, ajusten, afiancen la austeridad, ¡no hay tiempo para gradualismos, el paquete previsional completo ya! La voz de mando será: apretar las marcas sobre los pueblos y las naciones “indisciplinadas”. Acerca de las causas de la crisis y de su recurrencia, los sesudos del FMI nos dirían “sin comentario”. Estos pronósticos se dan bofetadas con el voluntarismo alegre de Macri. Quien, por su propia naturaleza de clase, lejos de rectificar rumbos, redobla su apuesta reaccionaria.
 
“Acabar con la pobreza extrema… 
…y promover la prosperidad compartida”. Tal el lema del Banco Mundial (BM). El pez por la boca muere. En su brutal franqueza ve la pobreza como algo normal. Solo se compadecen de los que se “pasaron de pobres”. El BM habla de mil millones de personas en tal situación (15% de la población global). Abatir la miseria les llevaría toda “una generación”.
Para el BM los índices de miseria habrían descendido en los últimos 30 años. No así los de pobreza. Prácticamente amesetados. Considera pobre a quien no llega a 3,1 dólares diarios. Lo que para una familia tipo representarían ingresos por $7.500/mes. Esta buena gente no tiene la menor idea de lo cuesta la canasta básica. Como Macri que no sabía de cuánto era la jubilación mínima.
Para el Programa Mundial de Alimentos (Naciones Unidas) el hambre y la desnutrición afecta a centenares de millones. Todos los programas juntos del Banco Mundial son un par de aspirinas ante esta atrocidad. 
 
China y el FMI
Una relación contradictoria. Con períodos de fuerte antagonismo. Desde la asunción de Trump ese conflicto se aquietó. Ante el repliegue proteccionista yanqui, China emerge como la gran potencia “liberal”. Su expansionismo circula por cánones concurrentes con las políticas del Fondo. Tan es así que el FMI inició consultas sobre la razonabilidad de mudar su sede de Washington a Pekín. 
En un mundo totalmente repartido los chinos pechan por un nuevo reparto. En el “todo vale” contra sus contendientes usufructúa su doble faz. Su esencia se expresará con brutalidad o recato, según pinte la situación. Y, respecto de su presa, como cualquier otro imperialismo, procura sacarle cuatro cueros a la vaca.
 
Los “así no”
La Conferencia de Naciones Unidas sobre el Comercio y el Desarrollo (Unctad) despliega una línea contrapuesta a la de los “despiadados” (FMI, China). Critica frontalmente la hiperglobalización, fuente de todos los males. Mediante exhortaciones supone que podrá retrotraer lo ocurrido en las últimas décadas. Y recrear un capitalismo más armónico e inclusivo. Sostiene que el actual desenfreno solo puede terminar mal. 
La Unctad resucita la tesis de Prebisch-Singer para señalar que, a despecho de las mejorías pasajeras, la tendencia inexorable es al desmejoramiento en los términos del intercambio (recibir menos por los commodities, pagar más por los bienes terminados). Razón por la cual, la primarización de la economía es la peor apuesta que puede plantearse un Gobierno “periférico”. Macri no pega una. Quiere creer que el mundo nos va a salvar; que una buena cosecha resolverá nuestros problemas. A él seguramente le irá muy bien. Pobre de nosotros con esta política.
La Unctad se pronuncia expresamente contra las políticas de austeridad y por un aumento generalizado de sueldos. El ejemplo alemán es por demás ilustrativo. Con bombos y platillos Merkel anunció un 8,6% de superávit externo y 1,3% de superávit fiscal. A nosotros nos parecerá economía ficción. Pero al proletariado alemán le sabe a provocación y sale a la lucha contra el ajuste perpetuo y por salarios. Una vez más se confirma que espontáneamente el capitalismo jamás derrama.
Confrontando con los fundamentalistas, estos críticos de los excesos del capitalismo, para protegerlo de sí mismo, intentan humanizarlo. No es desde ya nuestra posición. Las injusticias y la irracionalidad no tienen cura en el capitalismo. Pero nunca estará demás enfrentar algunas de sus manifestaciones más perversas junto a todos los que deseen ser parida.