– Con posterioridad a la Guerra de Malvinas la situación política argentina tuvo un cambio decisivo para su futuro inmediato. ¿Qué caracterización hace de ese lapso que termina en las elecciones de 1983?
– Después de la rendición de Puerto Argentino los acontecimientos se precipitaron. Con el golpe del 15 de junio, el sector prosoviético de la dictadura (Videla, Viola, Liendo, Reston, Bignone) volvió a hegemonizarla, logrando desplazar a Galtieri de la presidencia. Y se abrió el proceso para las elecciones de 1983 con el que culmina una larga y dura etapa de resistencia a la dictadura, uno de los períodos más prolongados de retroceso del movimiento obrero y popular argentino en este siglo. Se entró en un período de auge del movimiento obrero y popular y de acumulación acelerada de fuerzas democráticas, antiimperialistas y revolucionarias; con ascensos y descensos. Este período de auge germinó bajo el terror fascista alentado por pequeñas luchas de resistencia a la dictadura, que luego pasaron a grandes movilizaciones de masas en la lucha por la paz con Chile, por reivindicaciones económicas y democráticas hasta eclosionar en las gigantescas manifestaciones antiimperialistas con motivo de la recuperación de las Malvinas, en el paro nacional con concentración del 22 de septiembre de 1982, y en el diciembre caliente que tuvimos ese año, con el paro nacional del día 6, de una magnitud pocas veces vista, con la Marcha de la Resistencia de las Madres los días 9 y 10 acompañada de manifestaciones por la aparición con vida de los detenidos – desaparecidos en todo el país, y con la gran marcha del 16 convocada por la Multipartidaria. Ingresamos así en este período de ascenso, fermentado por décadas de experiencias de la clase obrera y del movimiento revolucionario argentino, que luego del 69 bocetaron el camino más probable para el triunfo de la revolución popular democrática, antiimperialista y antiterrateniente en nuestro país. Y ese boceto no ha sido olvidado en la memoria más profunda de las grandes masas populares. Nosotros dijimos entonces que este período de ascenso que comenzaba iba a tener, probablemente, un tiempo prolongado; que el movimiento obrero recién comenzaba a desplegarse; que el proceso de reorganización y democratización de las grandes empresas de concentración, del movimiento campesino, del movimiento estudiantil, estaba en su inicio; recién comenzaban a reorganizarse los cuerpos de delegados, que habían sido diezmados por la dictadura…
– ¿Por qué auguraron ustedes que este período de ascenso del movimiento popular será relativamente prolongado?
– Porque atendíamos a una de las características principales del movimiento obrero y popular argentino, que tiene que ver con las características estructurales de nuestro país. Algo muy semejante a algunos otros países latinoamericanos y a España. Existen países como Francia, por ejemplo, países capitalistas desarrollados, en los que los períodos de ascenso del movimiento revolucionario son como un relámpago en una noche clara. De pronto emerge una situación de poderosa reactivación de masas que lleva en ocasiones, como sucedió en el Mayo Francés, al borde de la revolución. Luego este movimiento retrocede, se estanca; se da un período relativamente prolongado de empantanamiento que va a ser sacudido nuevamente…
– Este es el momento en que hace su aparición el Partido del Trabajo y del Pueblo. El 19 de noviembre de 1982 hace su primer acto en la Federación de Box, en la Capital Federal. Una intensa campaña propagandística con afiches, pintadas y volantes invitaba a concurrir con el lema “Habla la izquierda”. El PCR, que continuaba en la ilegalidad, mantenía su consigna de “derrocamiento revolucionario de la dictadura”, lo que presuponía un alzamiento popular armado. ¿Cómo se articuló esta línea con la fundación del PTP y la posibilidad de que éste, llegado el caso, pudiese participar de las elecciones?
– Nosotros tuvimos como línea, durante todo el período dictatorial, el derrocamiento revolucionario de la dictadura y su reemplazo por un Gobierno Provisional de Unidad Antidictatorial que aplicase un programa de emergencia y convocase a elecciones libres para una Asamblea Constituyente plenamente soberana. Esa fue nuestra línea, que se puede sintetizar en la expresión que utilizamos al fundar el PTP de que no debía quedar piedra sobre piedra de la dictadura militar. Y mantuvimos esa línea porque partimos de una experiencia latinoamericana y nacional que demuestra que aceptar la salida intermedia, es decir la salida negociada con la dictadura militar, como vino sucediendo en la Argentina del 30 en adelante, es errado. Así se salió de cada una de esas dictaduras militares, exigiéndole que convocase a elecciones más o menos democráticas regidas por la Constitución del 53 y sobre la base tácitamente sobreentendida de que la legislación realizada por esos turnos dictatoriales iba a ser respetada. No solamente se respetaron a los burócratas, a los cuadros militares y judiciales que dejaba esa dictadura, sino también esas normas que primero, vergonzantemente, se llamaron decretos, en la época de Uriburu, y que después se comenzaron a llamar decretos-leyes y ya en la época de la última dictadura se llamaron leyes. Leyes, decretos-leyes y decretos que fueron modificando profundamente la estructura del Estado argentino y fascistizándolo en forma creciente para garantizar el dominio de las clases que detentan el poder de ese Estado…, este camino de negociar con la dictadura era un camino conocido. Ese es el llamado camino de “lo posible”. No sólo los viejos partidos comunistas revisionistas lo han seguido, también partidos que han adherido al maoísmo presentan actualmente como una gran virtud, como un signo de madurez, el saber elegir el camino de lo posible. Nosotros no somos mascavidrios, como se dice ahora; buscamos que el partido parta de la realidad y adecue a ella su línea revolucionaria, porque la revolución no la hacen los partidos revolucionarios, la hacen las masas con la dirección de los partidos revolucionarios, pero siempre combatimos la tesis de que la política es el arte de lo posible. Siempre dijimos que la política es el arte de hacer posible lo necesario, y realizarlo. Por lo tanto, conscientes que ese tipo de transacción termina en la degeneración ineludible de las fuerzas que la practican, nos opusimos a ser los organizadores, los promotores de esas “salidas posibles” y a entrar alegremente, como entraron el PC, el MAS y también el PO, en el festival de la “restauración de la democracia” exigiendo simples cuestiones formales. Nosotros planteamos hasta último momento la lucha por el derrocamiento revolucionario, y en cada una de las manifestaciones y luchas antidictatoriales tratamos de generar situaciones que abriesen heridas en el aparato dictatorial que facilitaran el camino del derrocamiento revolucionario por el que trabajamos.
Eran condiciones muy difíciles allá por el 82-83, porque las fuerzas revolucionarias, del movimiento obrero y de nuestro partido estaban muy debilitadas por el proceso de la dictadura. Hasta último momento, hasta las grandes manifestaciones de diciembre del 82 tratamos de empujar en ese sentido, pero las fuerzas burguesas y terratenientes que se habían agrupado en la Multipartidaria lograron el acuerdo con el turno dictatorial de Bignone de impulsar el tipo de salida que se realizó. Los hechos demostraron posteriormente que hubo una transacción muy seria con la dictadura…
Nosotros, proscriptos, estábamos ante una situación bastante semejante a la que afrontamos en los años 72-73. En esas condiciones decidimos contribuir con fuerzas populares y tercermundistas a organizar el Partido del Trabajo y del Pueblo como un partido que aceptaba los requisitos que la dictadura impuso para la actividad política y que nos permitiese aprovechar al máximo las posibilidades legales sin abandonar nuestra línea de derrocamiento revolucionario. Entendimos al PTP como una trinchera de lucha para enfrentar y derrocar a la dictadura, y nunca como una alternativa electoral; aunque llegado el caso, ese partido nos iba a ser útil para abordar un proceso electoral. Estábamos claros –lo dijimos así– que para recorrer ese camino teníamos que hacer concesiones; más aún si no se lograba el derrocamiento revolucionario de la dictadura y el proyecto electoral de la dictadura pasaba. En este último caso nosotros debíamos buscar los caminos para ser protagonistas de los acontecimientos y no espectadores. Esas concesiones debían implicar compromisos; compromisos para seguir la lucha por la revolución y no para traicionar a la revolución. Y no abandonamos la lucha por la legalidad del Partido Comunista Revolucionario.
Hoy N° 1953 08/03/2023