“Tierra y justicia”, decíamos la semana pasada por los hechos de Formosa. “Tierra y justicia”, dicen hoy los vecinos de Soldati que ocupan terrenos frente a la Villa 20. “Estoy luchando por un pedacito de tierra para nuestros hijos”, dice una señora, y su testimonio se repite por centenas.
“Tierra y justicia”, decíamos la semana pasada por los hechos de Formosa. “Tierra y justicia”, dicen hoy los vecinos de Soldati que ocupan terrenos frente a la Villa 20. “Estoy luchando por un pedacito de tierra para nuestros hijos”, dice una señora, y su testimonio se repite por centenas.
Cuatro muertos se ha cobrado ya la lucha por una vivienda digna, en tan sólo 72 horas. Los dos primeros, Bernardo Salgueiro y Rosmari Curapuña, por la brutal represión a cargo de las policías Metropolitana y Federal, el martes 7 de diciembre por la tarde. El tercero, Juan Castañares Quispe, víctima de parapoliciales -mezclados entre vecinos de los monoblocks azuzados por la xenofobia de Macri y el doble discurso del gobierno nacional-. Y el cuarto, Julio Valero, un joven de 19 años que fue ejecutado cuando una ambulancia del SAME intentaba llevarlo a un hospital para asistirlo.
Ese martes 7, decenas de familias, hartas de las promesas incumplidas, y del hacinamiento inhumano, impulsaron la toma de terrenos “para levantar un ranchito”. La respuesta estatal no se hizo esperar. Una jueza rápidamente ordenó el desalojo, y la policía Metropolitana y la Federal se encargaron de la represión. Así denunciaba los hechos al día siguiente Diosnel Pérez, dirigente de la Villa 20, durante una conferencia de prensa sobre la calle Escalada, desde donde se produjeron los disparos: “Lo que pasó ayer fue una represión brutal e innecesaria porque estábamos negociando con la policía nuestra retirada pacífica, si nos mostraban la orden del juez. Nunca nos mostró ningún papel. Cuando faltaban 100 metros que llegara nuestra abogada, la policía empezó una balacera, primero acá, y luego desde Escalada hacia la villa. Hay muchos heridos de bala. Al compañero que falleció le dispararon desde atrás, cuando se estaba volviendo para su casa. Las dos policías trabajaron juntas en esta emboscada, parecía que se conocían de años. Dicen que la Federal no tiene acuerdos con la Metropolitana, pero ayer demostraron lo contrario. Toda la policía son los asesinos de los compañeros. Hacemos responsables a los gobiernos de la ciudad y nacional. Los compañeros se murieron por defender sus derechos a tener una vivienda digna”.
Respuesta a la represión
Al tiempo que se conocía la represión, distintas organizaciones políticas, entre ellas el PCR y la CCC, cortaban Callao y Corrientes, y concurrían a Soldati. Al día siguiente se realizó, tras la conferencia de prensa en el asentamiento, una marcha hasta el ente de la Ciudad que tiene injerencia sobre villas y asentamientos, la UGIS. Allí se denunciaron los hechos, la política de negociados a favor de los grandes intereses inmobiliarios en la zona (incluyendo a los que maneja Shoklender en nombre de la Agrupación Madres de Plaza de Mayo), y se exigió la renuncia de los funcionarios. Luego, una gran columna integrada por centenares de compañeros de muchas organizaciones estudiantiles, políticas y sociales, encabezada por los vecinos de Villa 20 y otros barrios, marchó hasta el lugar del asentamiento, donde se hizo un acto en apoyo del mismo.
Al día siguiente, una gran marcha de distintas organizaciones sociales unió el repudio a la represión en Formosa con los hechos de Soldati, con actos frente a la Casa de Formosa y la Jefatura del gobierno porteño.
Compañeras y compañeros de la CCC, el PCR y la JCR de toda la Capital Federal y de zonas del Gran Buenos Aires no han dejado un momento solos a los que están en el asentamiento, turnándose en la asistencia de lo que haga falta.
Testimonios
El miércoles, al conocerse las muertes de Salgueiro y Curapuña, la Policía Federal se retiró, comenzando el “operativo despegue” del gobierno nacional. La Metropolitana, que mandó algunos efectivos, fue rechazada a pedradas, y totalmente superada en número, también se retiró.
Ahí se multiplicó en varias veces el número de ocupantes, que con precarias cintas demarcaban un terreno, y se preparaban para acampar. La ocupación se extendió al Parque Indoamericano, y con gente que venía desde distintos lugares de Capital Federal y Gran Buenos Aires.
Algunos de los vecinos nos contaban de su desesperación ante la falta de un techo: “Estábamos peleando un pedazo de tierra. Le pegaron a mi marido. Lo metieron preso. Le pegaron los que estaban armados, con cascos y escopetas. Nosotros vivimos en Los Piletones, pagamos un alquiler”. “Nos tratan como animales”. “Lo que más anhelo es tener una piecita. Estamos viviendo en un alquiler. Tengo una hija que trabaja. Yo no puedo pagar”. “Estamos pagando 400 pesos por un alquiler. Si conseguimos una piecita no vengo acá”.
Una señora mostraba su angustia frente a la represión: “Ayer a la mañana censaron, estábamos con nuestros hijos, y a la tarde vinieron los de la policía. Uno del gobierno vino y dijo que en 15 minutos había resolución para nosotros. Y no había resolución, había muerte para nosotros -se quiebra y llora-. Al frente mío falleció el muchacho. ¿Le parece que por un pedacito de tierra maten a la gente? A una paisana la policía de mujer le rompió la cara pegándole, y la paisana estaba con una hija en brazos. Vamos a quedar con todos los compañeros, con nuestros hijos. Para tener un pedacito de tierra, y levantar un ranchito. Yo trabajo algo en casas, y con el carro. Tengo tres hijos míos y dos nietos a cargo, porque la mamá falleció. Estoy luchando para ellos”, y así podríamos llenar varias páginas con este drama que no reconoce fronteras, porque entre los acampantes hay bolivianos, paraguayos, y argentinos.
“Prefieren a las ratas y no a la gente”
Esto es un verdadero “viviendazo”, decía el coordinador de la CCC de Soldati, Luciano Nardulli (ver reportaje en contratapa), mientras centenares de personas se sumaban al asentamiento, desnudando el drama de la falta de vivienda que provoca estas políticas. Refiriéndose al debate con otros sectores de vecinos, que reclaman que se respeten los espacios verdes, Nardulli aclaró: “Nosotros estamos de acuerdo con los espacios verdes, pero el tema es que hay 6 manzanas de terreno lindero al ferrocarril, que no son del Parque Indoamericano. Es un terreno lleno de matorrales y yuyos que es tierra de nadie. Ya hace tiempo le propusimos al ministro Santilli hacernos cargo de la desratización y de desmalezar, para que tuviera trabajo la misma gente que hoy está ocupando, y combatir las enfermedades como el dengue. Nos dijo que era una buena idea, pero que tenía que acordar con el Onabe, porque los terrenos son del ferrocarril. El gobierno prefiere que allí vivan las ratas, y no la gente que no tiene techo. En principio no estaba prevista la ocupación del Parque, ahora estalló un verdadero viviendazo”.
Un paso en la lucha
El viernes 10, Día Internacional de los Derechos Humanos, al tiempo que se montaban escenarios en la Plaza de Mayo para un enorme espectáculo que tendría a prestigiosas bandas de rock, y la presidenta realizaba un acto, este montaje era “aguado” no por la lluvia, sino por el cuarto asesinato en Villa Soldati, en manos de “un barra”.
Ya no podían seguir “pasándose la pelota” entre el gobierno de la Ciudad y el nacional: Durante dos días se limitaron, Macri a pedir el socorro de la Policía Federal para desalojar a los vecinos, y Aníbal Fernández a decir que no iba a “desatender” al resto de la ciudad. Ambos gobiernos se hacían los desentendidos, quedando en evidencia su política estatal de poner la represión en manos de patotas parapoliciales, que pretende quebrantar las luchas populares. De soluciones, nada.
La presión popular en la lucha por una vivienda digna llegó a tal grado que obligó a ambos gobiernos a sentarse con delegados de la toma y organizaciones políticas y sociales, para garantizar la integridad de los vecinos con alimentos, agua y un puesto sanitario permanente. Juan Carlos Alderete, coordinador de los desocupados de la CCC, planteó la disposición de la Corriente del Gran Buenos Aires a marchar al asentamiento a defender a los compañeros, y cortar rutas en todo el país.
La reunión entre ambos gobiernos y los delegados –con un cuarto intermedio- que comenzó el viernes y finalizó el sábado por la tarde no pudo resolver la discusión de fondo: garantizar un plan de construcción de viviendas. Por parte de los vecinos, quedaba el compromiso de pagar los terrenos y construir con sus propias manos sus viviendas. El gobierno nacional se comprometía a “otorgar terrenos”. Macri dijo no tener dinero para pagar la construcción. A lo que Alderete le respondió: “si ustedes no tienen capacidad de crédito para construir viviendas, ¿pretende que los desocupados hagamos una colecta para solventar las obras de la Ciudad?”. La respuesta de Macri fue irse de la reunión.
Llega la Gendarmería
El sábado 11, por la tarde, el gobierno nacional enviaba a Gendarmería nacional para “resguardar” el parque Indoamericano, creando un verdadero gueto en plena Capital. Sin embargo, como denunció Diosnel Pérez, delegado de la toma: “no hay ninguno que se haga cargo de los cuatro muertos en el parque”. “No queremos que quede impune”, enfatizó en la conferencia de prensa en la Casa Rosada.
Quispe, sin velas ni flores
Elizabeth Ovidio, esposa de Juan Castañeta Quispe, junto a sus compañeros de ocupación veló a su esposo “sin velas y ni una flor”. Porque “la Gendarmería no permite que pasemos con nada, ni una flor permite que pasemos”, sollozaba a este semanario. “¿Cómo es posible que estemos así?”, reflexionaba la viuda, sin consuelo.
Por soluciones de fondo
Al cierre de esta edición, ya son miles los ocupantes, y el gobierno nacional ha comenzado a censarlos, tratando de ganar tiempo, sin plantear las necesarias soluciones de fondo. Una nueva marcha multisectorial a la Jefatura de Gobierno mantenía en las calles el reclamo de castigo a los asesinos y responsables de la represión, así como la necesidad de un urgente plan de vivienda.