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02 de octubre de 2010

El pasado sábado, decenas de amigos y compañeros acompañaron a los familiares de nuestro querido camarada Checho —fallecido recientemente—, para rendirle un sincero homenaje y esparcir sus cenizas en la reserva ecológica.

Querido Checho: ¡presente!

Hoy 1290 / Un adiós, un hasta siempre para Sergio Glüzmann

Después de la tormenta de la anoche anterior, salió el sol. Ese sol entibió el ya cálido y emotivo homenaje que familiares, amigos y camaradas de toda la vida le rindieron a Checho. Sobre el costado de la entrada de la reserva, sobre pasto mojado, donde el color verde y el cantar de los pájaros eran parte de la ceremonia, su hijo Aníbal se despidió de esta manera:
 “Papá: lo que quedó de tu cuerpo está acá, hecho cenizas. Va a ir volando a conectarse más cerca, con la madre tierra. Todo lo que hiciste con nosotros aquí, cuerpo presente, va a seguir en nosotros, en tus nietos, en tus hijos y en toda la gente que te quiere. Fue muy fuerte el compromiso que vos tuviste con esta Tierra y con todos los que estamos en esta Tierra y nosotros tomamos esa posta por hacer un mundo mejor. Acá se puede tirar para el bien o tirar para el mal, la neutralidad no existe y vos sos de los que tiraron para lo bueno. Tomamos eso todos los que sentimos como vos. Te queremos mucho, papá…”
Finalizó entonando una canción popular rusa que su padre le cantaba de chiquito, resaltando lo importante que era para Checho el humor y la música. Perla, su madre y la compañera inseparable de Checho lo acompañó.
Luego, Otto Vargas, secretario general del PCR, el partido de Checho, lo recordó: “Despedimos a Checho, camarada, amigo. Toda una vida juntos. El dedicó toda su vida como acá se acaba de decir por un mundo mejor, a la lucha por el comunismo. Toda una vida; a los 12 años se afilió a la Federación Juvenil Comunista. Yo me afilié a los 19 y habían asesinado a Albarracín y Redondo cuando un grupo fascista asaltó el local de la calle Viamonte, que era la sede central del PC y mi primera tarea de recién afiliado fue salir toda la noche a pintar. Y adelante iba un grupo de chicos, en esa época se usaban todavía  pantalones cortos, y ahí iba ese de 16 años que era Checho. Estaban pegando carteles por el 1º Encuentro Mundial de la Juventud al que fue Atahualpa Yupanqui, entre otros, que se hacía en Budapest.
Era difícil en La Plata que en un barrio no supieran que existía Checho Glüzmann, porque había tantas pintadas que decían ¡Libertad a Checho Glüzmann! En toda la ciudad… tantas veces estuvo preso, que era un personaje conocido. Aparte yo no conocí nunca un hombre que tuviera la capacidad de trabajo que tenía Checho, su agenda era de terror, vos mirabas esa agenda y te dolía la cabeza, decía por ejemplo 7.15 Hotel Provincial, era para una cita de trabajo, 7.45 cita con fulano por una actividad y así todo el día. Día tras día, noche tras noche. Por eso cuando hubo una campaña de reclutamiento (estoy hablando de la Federación Juvenil Comunista) ¡afilió 300! Le dieron premios. Yo me acuerdo cuando el PC tuvo una desviación, habrá sido una desviación, no sé los historiadores dirán, hubo un acercamiento hacia el peronismo y nosotros en la universidad éramos muy gorilas y no sabíamos que hubiese estudiantes peronistas. Y vino Checho que en ese momento estaba estudiando química, porque ¿por cuántas carreras pasó Checho?, y nos dijo “en mi curso son 23”, ¿y cómo 23? le preguntamos, “y si, todos los que no hablan son peronistas” dijo Checho. Y sí, en su curso había 23.
Hasta que llegó el momento de la ruptura con el PC. nosotros dirigíamos 5 centros de estudiantes en La Plata, pero el elemento más activo en la ruptura en La Plata fue Checho. El que más trajo, lejos, fue Checho. ¿Y qué trajo? La célula que coparticipaba en la dirección del frigorífico del gremio de la carne, del Swift, que en ese momento tenía 12.000 obreros. La célula de Destilería de La Plata que iba a protagonizar la primera huelga donde el PCR tuvo una participación destacada pocos meses después. La célula que tenía la lista verde en ATE Ensenada que por pocos votos había perdido la elección de Astillero. Los compañeros que dirigieron la gran lucha de Petroquímica Sudamericana, donde tomaron la fábrica, la rodearon con explosivos y triunfaron. Checho trajo una cantidad impresionante de gente al Partido, ese era Checho. Y también un organizador, un propagandista. Ese folleto de la ruptura del que tanto se habló “Por qué no se quiere discutir”, ese lo imprimió Checho. Armó un centro cultural, donde hay artistas conocidos, algunos famosos, que pasaron por ese centro, cerca de la Facultad de Humanidades. Se llamaba Caprex (Cagazo preexamen), por ahí pasó Any Ventura y mucha gente, fueron Montoneros, fueron de otras fuerzas, y tuvo como uno de los organizadores a Checho. Hasta el último día, Checho fue uno de los animadores de la Asamblea Vecinal de La Paternal y hasta los últimos días salían artículos en la revista del barrio.
Es decir despedimos a un hombre que dio toda su vida, como aquí se dijo, para luchar por lo que él entendía que era el bien para la humanidad, con todas las derrotas que hemos sufrido, con todas las batallas perdidas, con todo, él siguió firme en la lucha para construir un mundo mejor.
Se fue Checho Glüzmann y con muchísimo dolor lo despedimos y estamos seguros de que siempre marchará con nosotros, siempre. Su recuerdo estará siempre con nosotros. Y vendrán las jóvenes generaciones, éstas que en los últimos días de su vida, acaban de protagonizar una de las luchas más históricas en Kraft Terrabusi y otras… Vendrán las nuevas generaciones y llevarán adelante lo que fue el sueño que motivó la vida de Checho Glüzmann. ¡Checho querido: chau, hasta siempre, hasta la victoria siempre!”
A continuación, una amiga y compañera de la Asamblea Vecinal de Paternal, compartió sus palabras de amistad y admiración por Checho:
“Hoy vinimos aquí a despedir simbólicamente a un gran hombre. Grande no por sus hazañas o sus éxitos sino por la coherencia entre sus ideales y su vida personal. Era Checho Glüzmann según mi parecer, un hombre de incisiva inteligencia, mucha lectura, ácido sentido del humor y sobre todo valores humanos y éticos muy elevados. Leal con sus ideas, leal con su familia, con sus amigos, sus compañeros permanentes u ocasionales de ruta…
Querido Checho, te despido con una frase usual de los socialistas revolucionarios ¡hasta el socialismo siempre!”
Como despedida, un emocionado y duradero aplauso, seguido de La Internacional -el himno de la clase obrera- que quedó vibrando en el aire donde volaron sus cenizas.