En medio de uno de los cortes de energía eléctrica más grandes ocurridos en la Capital Federal, el Gran Buenos Aires y La Plata, al ministro responsable del área, Julio De Vido (conocido como “celular”, porque “para hablar con él hay que marcar el 15”) no se le ocurrió mejor cosa que hablar de un supuesto sabotaje, anunciando una investigación judicial porque “Queremos saber quién bajo la palanca”.
Pareciera que la política energética llevada adelante por su gobierno durante los últimos 9 años –gracias a la cual cada vez importamos más energía– no tiene nada que ver con el gigantesco apagón, que varios días después siguen sufriendo miles de vecinos. La teoría conspirativa, referida al área de la empresa Edesur, no explica el corte en el área concesionada a Edenor, donde también fue muy vasto, y prolongado en el tiempo. ¿Será porque tiene dueños distintos, unos más amigos de los K, y otros no tanto?
Siguiendo con la lógica inimputable con la que el 26 de octubre había asegurado que “el suministro de electricidad está garantizado”, ahora De Vido no sólo busca un “culpable” judicialmente (en lo que contará con la ímproba ayuda del juez Oyharbide, en quien “insólitamente” recayó la causa), sino que reclamó a los sufridos habitantes de estas zonas un “uso racional” de la electricidad. Y remató, como si estos últimos años hubiera sido ministro de Narnia: “Sabemos las consecuencias, pero no las causas”.