Se llama Griselda. En un mes cumple 18. Es huérfana. Está embarazada de 5 meses y desea ser madre. En mayo se peleó con su pareja, una amiga le ofreció que vaya a visitar a su mamá, Silvia, y con un acta de la Dirección de Niñez, atento a su situación de adolescente, se quedó a vivir con ella. La historia fue oscura. Debía limpiar, a veces no comía, no podía salir de la casa, la amenazaban con hacerla abortar y con dañar al tío y a su pareja, soportó al hijo que en estado de ebriedad la sometió; y se escapó 3 veces. La Brigada de Perico la buscó las tres veces. Dos de ellas la volvió a la casa de Silvia. También la buscaban con publicaciones en los medios, alegando ser «la familia desesperada».
A Griselda la tildaron de «joven con problemas de conducta». La tercera vez que se escapó se escondió mejor y recurrió a mí. El martes 16 fuimos por la mañana al Juzgado de Menores con ella y el tío biológico, con quien decidió quedarse, y en la Dirección de Niñez se firmó un acta dando cuenta de esa situación. Tanto del Juzgado como de la Dirección iban a llamar a la Brigada para que dejen de buscarla y la dejen al fin tranquila, sin riesgo de volverla al infierno.
Pero ese mismo día a las 22y40 hs Griselda y su tío son llevados desde su casa por la fuerza a la Brigada por varios policías. El tío estuvo esposado. Ambos fueron liberados a la madrugada. Yo interpuse un Habeas Corpus por la mañana. El juez de feria lo rechazó porque ya estaban libres Griselda y su tío, pero remitió copias a la Fiscalía de Feria para que se investiguen todos los hechos denunciados. Vi a ambos ese miércoles por la mañana. Con todo lo que pasó quien alquila piezas a la familia les pidió que se vayan del domicilio.
Nos reímos un poco, charlamos bastante, y me fui tranquila, otra vez. A las 16 hs. del jueves 18 otra vez el teléfono. La Brigada nuevamente se lleva a Griselda por la fuerza de su casa a la sede policial y a su pareja, para que «declaren». Luego dijeron que no sabían la nueva situación, que fue un error.
Espero un nuevo llamado, tal vez haya otro funcionario que aún quiera castigarla porque decidió huir del infierno. Porque lejos de someterse pidió ayuda. Porque su decisión de adolescente que valió para quedarse engañada donde la dañaron, debía poder valer para ser libre y tener protección.
La Dirección de Niñez no tuvo noticia de que tres veces huyó de ese domicilio, y que por algo sería. Se supone que en un mes, cuando tenga 18, ya ser «menor» no la volverá a poner en riesgo. No sé. Espero que no vuelva a sonar mi teléfono.
Escribe Mariana Vargas