Marielle Franco tenía 38 años, era socióloga, y se presentaba a sí misma como “negra, feminista e hija de la favela Maré”, de Río de Janeiro. Regresaba de un debate sobre “Jóvenes negras: moviendo las estructuras”, cuando su coche fue ametrallado.
Marielle venía alertando sobre la militarización de Río de Janeiro, dispuesta por el gobierno de Temer (ver nota en hoy N° 1708). Días antes había denunciado cómo policías del 41º Batallón de la PM aterrorizaban a los habitantes de la favela de Acari, en la Zona Norte. “Necesitamos gritar para que todos sepan lo que está sucediendo en Acari en ese momento. En esa semana dos jóvenes fueron muertos. Hoy la policía caminó por las calles amenazando a los moradores. Pasa desde siempre y con la intervención se ha vuelto peor”, dijo Marielle el pasado sábado 10/3 en su página en Facebook, agregando “¿Cuántos más tienen que morir para que esta guerra acabe?”.
Marielle se suma a una larga lista de dirigentes populares asesinados en Brasil en los últimos tiempos, entre ellos Paulo Sergio Almeida Nascimento, Marcio Oliveira Matos, Leandro Altenir Ribeiro Ribas, Jefferson Marcelo, Carlos Antonio dos Santos, José Raimundo da Mota de Souza, Júnior Eraldo Lima Costa e Silva, George de Andrade Lima Rodrigues, Luís César Santiago da Silva, José Bernardo da Silva, Paulo Sergio Santos, Rosenildo Pereira de Almeida, Jair Cleber dos Santos. Marielle Franco es la primera mujer de esta nefasta lista que crece día a día.
Como dice el diario A Verdade, del PCR do Brasil “Por el coraje con que Marielle enfrentaba a aquellos que creen que ‘bandido bueno es bandido muerto’ y por su lucha en defensa de la paz en las favelas es que ella y Anderson fueron muertos. Fueron muertos por la creciente criminalización de los movimientos populares. Muertos por el discurso de odio que considera a todo morador de favela un criminal. Muertos por los que intentan a toda costa callar la voz de los más pobres. Muertos por la impunidad heredada de la Dictadura Militar. Muertos por el avance del fascismo. Su ejecución es una agresión directa a todos los que luchan por el fin de la violencia policial contra la población negra y periférica y por una sociedad justa e igualitaria. Por eso mismo no podemos callar ante ese crimen, ni enfriar la lucha por la que Marielle dio su vida. ¡Que los responsables y mandantes de su muerte sean identificados y castigados inmediatamente!”
Decenas de miles de personas salieron en todo Brasil a repudiar este crimen, y despidieron los restos de Marielle, exigiendo el fin de la intervención militar en Río de Janeiro, decretada por el presidente Temer.
Semanario Hoy N° 1710 21/03/2018
