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02 de octubre de 2010

En el centro del sistema capitalista-imperialista, arranca una nueva crisis. Los de arriba buscan descargarla sobre los trabajadores y pueblos oprimidos. Los de abajo deben unirse en la lucha, preparándose para grandes tormentas revolucionarias.

¿Quién paga la crisis?

1. Crisis en el corazón del imperio

Juraban que no existía, teorizaban por qué era imposible, hasta que la realidad les cerró la boca: una nueva crisis se abre paso en el corazón del sistema capitalista imperialista, Estados Unidos.
Desde el 9 de agosto del 2007, cuando comenzó a estallar la burbuja especulativa yanqui de las hipotecas incobrables, cada semana “se evaporan” decenas de miles de millones de dólares, euros, yuanes, yenes y pesos de los altares de la timba financiera: las Bolsas. Cada semana los bancos centrales de las capitales imperialistas salen a auxiliar a sus bancos zamarreados por la crisis financiera. En las economías de esas potencias, los “índices” a los que esas burguesías adoran como fetiches van mostrando la enfermedad que las carcome. Gobiernos como el de Bush lanzan salvavidas, devolviendo impuestos y bajando las tasas de interés, tratando de parar el tsunami que avanza, ingobernable, sobre la “fortaleza” yanqui. El usurero Soros confiesa que es “la peor crisis financiera desde el fin de la Segunda Guerra Mundial”, y augura “el fin del dólar como moneda de reserva”, y de la “hegemonía económica de Estados Unidos”.
No dice Soros lo que ha sido una constante de la burguesía yanqui desde la Segunda Guerra Mundial: cada vez que la acorraló la crisis buscó zafar provocando guerras.

La podredumbre del capitalismo imperialista
La crisis entierra la propaganda de los ideólogos de la burguesía con sus teorías de la “globalización” y “el fin de los Estados nacionales”. Teorías que predicaban una “nueva etapa” de la humanidad que dejaba como dinosaurios a Carlos Marx y sus estudios sobre las crisis cíclicas del capitalismo, y los de Lenin y el imperialismo. Pero la cloaca capitalista es así, como dijeron Marx y Lenin. Y se revela en toda su podredumbre en los períodos de crisis, cuando las burguesías usan a fondo sus Estados, buscado desesperadamente zafar de la crisis descargándola sobre la clase obrera y las naciones que oprimen, recurriendo a todas sus armas, provocando hambre y desocupación, guerras y fascismo.
La crisis se abre paso, con sus tiempos y sus formas, en un mundo en el que la clase obrera, lejos de “desaparecer” como teorizaron los revisionistas del marxismo, se ha multiplicado por cuatro mundialmente, en los últimos 15 años. Es una masa gigantesca a la que los monopolios y los terratenientes creyeron que podrían explotar con salarios de miseria o de pobreza, trabajo en negro, y condiciones brutales de trabajo. Esas masas obreras, en gran parte jóvenes, a las que hemos visto calentar las calles con los autos de la prepotente burguesía francesa, en el paro y movilización del 1° de Mayo del 2006 de los inmigrantes en Estados Unidos, en huelgas y ocupaciones de fábricas y ciudades en China, etc. Y también, en huelgas y puebladas, largas, duras, desde abajo, en la Argentina.
Los imperialistas y sus lacayos saben que los sufrimientos que provocan —como los que conocimos en la Argentina con las hiperinflaciones, la desocupación y la hambruna– incita a la rebelión de los oprimidos, creando condiciones objetivas para la revolución de los trabajadores, los pueblos y las naciones.

2. La utopía del “blindaje”

Las clases dominantes en la Argentina, y su gobierno kirchnerista, echan a correr la idea de que el país “está blindado” frente a la crisis. Pero la Bolsa de Buenos Aires se ha derrumbado, cada vez que “tropezaron” las de Estados Unidos, Europa, Japón y China. Los bonos de la deuda pública se convirtieron en “bonos basura”: solo a los jubilados de las AFJP, en tres meses, les “evaporaron” 5.000 millones de dólares de sus depósitos. El país se quedó sin “prestamistas”.
Creer que la soga que nos ata a la venta de soja a China es un “blindaje” frente a la crisis, ¡eso sí que es una utopía! El imperialismo chino, como ya anunció su primer ministro Hu Jintao, se prepara para las tormentas que van a sacudir al mundo y a China, y no vacilará un instante en mandarnos al séptimo infierno. Frente a la crisis que estalló en 1929, la oligarquía vacuna tuvo las mismas utopías con el “blindaje” del mercado inglés de carnes, en la década infame, y terminó arrastrándose en Londres para firmar el pacto Roca-Runciman, que pasó a la historia como modelo de entreguismo.
Lo que no se puede “anticipar” de la crisis son sus tiempos, que habrá que seguir paso a paso. La que estalló en 1929, llevó a la Segunda Guerra Mundial (de 1939 a 1945), y también a grandes revoluciones como la de China y la liberación nacional de decenas de países.

3. Pacto hambreador “anticrisis”

La política neodesarrollista del gobierno kirchnerista, al agravar la dependencia y el latifundio, y poner el centro de la economía en las exportaciones, lejos de “blindar” al país frente a la crisis, hace que el país “baile” al compás de los “temblores” financieros de las capitales imperialistas.
Fracasado el intento de imponer un “pacto social” con un “tope salarial” de acuerdo a los índices truchos del IndeK, Cristina Kirchner se reunió con la cúpula de la CGT planteando “moderación” en los reclamos obreros, negociaciones “por sector”, y acuerdos por 2, 3 o 4 años. Así, con paritarias negociadas a escondidas de los trabajadores, con pautas salariales por debajo de la inflación, el gobierno y las patronales, con la complicidad de los jerarcas traidores y conciliadores, busca que la inflación licue los salarios, descargando la crisis en los trabajadores. Este es el nuevo “pacto hambreador anticrisis” que se negocia.
¡Cómo puede pretender el gobierno acuerdos salariales por varios años, cuando de un plumazo autorizó aumentos en el transporte urbano en Buenos Aires que son un castigo a las familias de trabajadores; y cuando los alquileres suben sin parar a precios imposibles!
De ahí que la primera batalla frente a la crisis es impedir que las patronales, el gobierno y los jerarcas sindicales “cocinen” las paritarias. Hay que imponer, desde las asambleas y cuerpos de delegados en las fábricas y lugares de trabajo, cuáles van a ser los reclamos salariales y de condiciones laborales, elegir allí los delegados paritarios y decidir cuándo y cómo se va a la lucha. Hoy la canasta familiar real es de $ 3.200 (y por encima de esa cifra en varias regiones del país), ese debe ser el objetivo salarial, y va unido a la lucha por el blanqueo del trabajo en negro, y contra la “flexibilización laboral” esclavista.
No va a ser una batalla fácil, pero es fundamental para que la crisis la paguen los monopolios y terratenientes que se llenan los bolsillos de manera escandalosa, y el gobierno que se llena la boca con “el superávit fiscal”.
Esa batalla va unida a la lucha por planes sociales para los desocupados, jubilaciones con el 82% móvil, el aumento de los presupuestos de salud y educación, la emergencia y urgencia de tierra para los pueblos originarios y trabajadores del campo y demás reclamos de los pequeños y medianos productores agrarios, etc.
También va unida a la lucha por la recuperación y reestatización del patrimonio nacional entregado a monopolios que han llevado al país a la crisis energética, y a servicios malos y caros. Lo que incluye impedir el negociado del absurdo “tren bala”. Y a la defensa de la soberanía nacional frente a la pretensión inglesa de colonizar 3 millones de kilómetros cuadrados argentinos, de enorme significación por su riqueza petrolera, gasífera, de minerales y pesca, y su importancia estratégica.
Y va unida a la lucha democrática, porque el “pacto anticrisis” viene con “mano dura”, por lo que será necesario la unidad en la lucha para enfrentar la represión y criminalización de la protesta popular.

 4. En la lucha, prepararse

En las elecciones de octubre el kirchnerismo debió recurrir al aparato del PJ para lograr el 30% que consagró presidenta a Cristina Kirchner. Ahora Kirchner lanzó el “operativo clamor”, y los “barones” del peronismo le pasan la factura al kirchnerismo que los había demonizado desde sus proyectos “transversales”, de “la concertación” y del “Frente para la Victoria”. Busca organizar el PJ desde el Estado para “blindar” al gobierno de Cristina K, como herramienta política del “pacto hambreador anticrisis”, como ya se ve en la política de los funcionarios K, y no K como el macrismo, de “ajustar” los presupuestos con despidos de trabajadores estatales en negro (llamados contratados) y salarios de pobreza para los estatales y docentes.
Los trabajadores y el pueblo, las fuerzas populares, patrióticas, democráticas y revolucionarias, tenemos la experiencia de la crisis reciente a la que llevó el país el gobierno de la Alianza y la devaluación de Duhalde, con sus brutales sufrimientos, y también, con la voluntad y decisión que llevaron al pueblo a voltear a ese gobierno nefasto con el Argentinazo. La rebelión de diciembre del 2001, permitió también el no pago de la deuda externa y que parte de esa plata se usara para la liquidación del recorte salarial del 13% a los estatales, la devolución de parte de los ahorros del “corralito”, parar los remates de las chacras pequeñas y medianas, entre otras cosas.
Ahora, la crisis viene desde el centro mismo del sistema capitalista-imperialista, Estados Unidos, por lo que sus consecuencias mundiales serán verdaderas tormentas económicas, sociales y políticas.
Con la experiencia del 2001, por ese camino del Argentinazo, la clase obrera y el pueblo pueden hacerle pagar la crisis a los de arriba. Lo que se viene ya está en curso. La voluntad y el rumbo los van marcando las luchas prolongadas, duras y desde abajo, que brotan crecientemente. Y frente a las tormentas que se avecinan: ¡Prepararse, prepararse y prepararse!