Con el Gobierno de Milei las clases dominantes siguen de fiesta, mientras quieren hundir a la Argentina en la miseria con una economía de enclave colonial. Sin embargo conocen que este pueblo desde hace 200 años viene dando pelea y resistiendo los embates que intentan profundizar la dependencia.
Este Gobierno hizo posible la alianza entre el sector más recalcitrante y fascista del bloque de las clases dominantes (ligado a un sector de los yanquis e Israel), la burguesía intermediaria (asociada y/o subordinada a imperialismos europeos, asiáticos y yanquis) con la clase terrateniente (fundadora del estado argentino).
La Argentina es un país dependiente oprimido por el imperialismo, en el que predominan relaciones capitalistas de producción[1]. El desarrollo capitalista en el campo es deformado o subdesarrollado[2], por la dependencia del imperialismo y la subsistencia del latifundio terrateniente. Ambos impiden entre otras: el desarrollo de la industria nacional, de las investigaciones científicas direccionadas a las necesidades del progreso del pueblo argentino.
Nosotros aprendimos del maoísmo a analizar las contradicciones y que ninguna cosa puede explicarse solamente por los agentes externos ya que estos actúan siempre a través de actores internos. El factor interno de esta dependencia es la “clase terrateniente” (viejos oligarcas y nuevos terratenientes, muchos de ellos, y burguesía intermediaria o burguesía imperialista que adquirieron grandes extensiones de tierra) quienes sustentan su poder en el monopolio de la propiedad de la tierra, que les permite imponer la carga de la renta agraria[3].
La forma de producción en nuestro país la definen un puñado de grandes terratenientes (nacionales y extranjeros) y la burguesía intermediaria[4] quienes se vinculan a través de las empresas como: Cargill (USA), Bunge (USA), ADM Agro (USA) y Adecoagro (USA), Monsanto (USA), John Deere (USA ), y Ford -rurales- (USA ), Joe Lewis (Inglés), Elon Musk (USA-Tesla, Spacex, etc),Dreyfus (Francia), COFCO (China), Nidera (China) Syngenta (China), Glencore (Inglaterra), Shell (BlackRock, Capital Group Companies y The Vanguard Group-USA-), Grupo Benetton (Italia), entre otros, en casi toda la cadena productiva de estos países imperialistas.
Tenemos la deuda externa más grande del mundo que pidió y se fugó el Macrismo con la complicidad de todos los sectores de la clase dominante. Esa deuda es impagable y debe ser investigada. Ahora bien, los dólares que generan las exportaciones se lo están llevando los intereses de esa deuda que a la vez sigue aumentando su valor. No podremos cambiar las cosas si seguimos convalidando esta fraudulenta deuda.
Argentina es un país rico por su naturaleza, sus recursos, su potencial científico y tecnológico, ubicado en una zona estratégica geopolíticamente, lo que acrecienta la disputa interimperialista.
La disputa central por la tierra está entrecruzada por los intereses de las clases dominantes, el interés por dominar la cadena productiva de materia prima, carne y oleaginosas y a la vez hacerse de los recursos naturales y energéticos en un mundo que está en guerra.
El Acuífero Guaraní es la tercera reserva más grande de agua dulce en el mundo, con 30.000 km cúbicos de agua, el yacimiento de Vaca Muerta puede multiplicar por diez las actuales reservas de la Argentina, a su vez somos el cuarto país en la tenencia de tierras raras y el cuarto productor de litio del mundo, etc. Nuestros territorios ricos en recursos naturales se encuentran en zonas ocupadas centralmente por campesinos y por comunidades de pueblos originarios que hoy están defendiéndolos contra el avance del Gobierno de Milei que ya suspendió el Registro de la Ley 26.160.
Argentina es un país centralmente agrario, de producción primaria (desde el acuerdo que hizo la oligarquía terrateniente en el siglo XIX con la clase dominante de la Inglaterra pirata de aquella época). Este resabio oligárquico resistió los avances en la industrialización y regulación de la renta que realizó el Gobierno de Perón, por lo cual le preparó el Golpe del 55.
Los resabios de ese modelo agroexportador al que este Gobierno de Milei representa e impulsa, nos llevan a agudizar todas las contradicciones en épocas de crisis interna y económica mundial.
Mientras la Bolsa de Cereales dice que se registrará un incremento interanual para soja (9,8%), girasol (5,4%), sorgo (5,3%) y una disminución en maíz (20,3%), los productores sobre todo medianos y pequeños no aguantan mucho más esta crisis.
Hoy con sequías de más de 4 años, el efecto de la chicharrita en el maíz, (solo en la región núcleo se sembró un 37% menos y el rinde está 5 qq/ha por debajo de la campaña pasada), la disminución del precio de la soja, la competencia con Brasil, la agudización de los requisitos en el mercado europeo, entre otras, afectan a todos los productores grandes y medianos, sobre todo en la zona núcleo pampeana. Los campesinos más pobres y medianos (en las zonas extrapampeanas) sufren además de las sequías y las pestes, la dolarización de los insumos y del combustible, la importación de alimentos, los costos de los intermediarios, el alto arrendamiento, el endeudamiento y el total desinterés de políticas de crédito o subsidios por parte del Estado.
Las retenciones a la soja y a los principales cereales exportables no afecta de la misma manera a todos los productores. Hoy casi todos los productores medianos a grandes tienen soja. Para los más chicos y medianos es una forma de capitalizarse y poder seguir produciendo. Por lo tanto no se puede aplicar retenciones a todos por igual, es importante diferenciar el tamaño y segmentarlas. No es lo mismo un pool de siembra que un campesino medio.
Se suma también, la continuidad de la privatización del Río Paraná, la eliminación de la ley de extranjerización de las tierras, el interés por privatizar el Banco Nación y las políticas desregulatorias de este Gobierno de Milei que benefician solo a los que dominan las cadenas de producción y exportación, como es el caso de la eliminación del Instituto de la Yerba Mate, la desregulación total de los precios y del control del comercio exterior, lo mismo con la Vitivinicultura, la industria del azúcar, sanidad animal, entre otras.
El encadenamiento de la cadena productiva ligada al sector financiero, hace colgar de un piolín a los productores, un ejemplo de esto es el default económico por más de U$D 30 millones que provocaron los Grobo Agropecuaria y Agrofina al comienzo de este 2025. No solo afecta a muchos bancos sino a muchísimos transportistas y contratistas que no cobraron por los trabajos realizados, que se organizaron y fueron a reclamar a la planta de San Miguel del Monte en Buenos Aires denunciando vaciamiento. Mientras tanto el Gobierno de Milei alienta al capital financiero en desmedro de la industrialización del país.
El problema central que traba el desarrollo sigue siendo la dependencia y el alto costo de la renta
Lo que no ha disminuido y sigue siendo rentable en nuestro país es la renta. La propia Bolsa de Comercio de Rosario explica que ni siquiera para el gran productor de soja con un rinde de 29 quintales por hectárea en soja de primera, el margen bruto del productor puede ser negativo cuando se alquila. Dicen que pasa a ser positivo cuando se trabaja en campo propio y no existe el peso de la locación.
Esto afecta mucho más a aquellos campesinos que directamente no pueden producir con estos costos y deciden rentar sus tierras a los grandes capitales, algunos de ellos organizados en pooles. Los campesinos que alquilan tierras para producir vuelven a dejar la producción porque no pueden sostenerla. La producción lechera se realiza en un 50% sobre arrendamiento, según la OCLA. Asimismo fomenta la compra de tierra por parte de los capitales financieros para extraer parte de la renta.
Mientras tanto los terratenientes y la burguesía intermediaria que adquirió grandes propiedades de tierra se llevan la renta agraria que hoy representa en 50% de los costos de producción, en un país donde la producción agraria se realiza en un 70% en arrendamiento.
Los llamados “derechos de exportación” por los principales cereales representan el 80% del total de lo recaudado en todo el 2024 siendo un total de US$5.300 millones, y para el 2025 se estima que ascenderán a unos US$ 8.386 millones. CARBAP por ejemplo dice que se recaudó en total por retenciones unos 203 millones de dólares. Este dinero no se vuelca de vuelta a la producción y mucho menos en las economías que están por fuera de la pampa húmeda.
La Argentina exporta la producción agroindustrial al 70% de los países, pero se encuentra concentrada tanto en producción como en el destino de la materia prima.
La fiesta de las clases dominantes se profundiza con Milei
Los principales beneficiarios son los dueños de la tierra, los que nunca pierden. Los terratenientes, que se llevan la renta del suelo que aumenta por el tipo de producción y la dependencia oprimiendo a los campesinos sin tierra y a los obreros rurales que trabajan en ella.
También es beneficiada la burguesía intermediaria que adquirió grandes extensiones de tierra y que invierte en la producción sigue siendo la clase más capitalizada, es la que provoca casi “todas las mejoras” (en términos de rendimiento), sobre la tierra, lo que a su vez provoca necesariamente un aumento en la renta del suelo que se llevan los terratenientes. Oprime a los obreros rurales e industriales que trabajan para ella, oprime a los campesinos elevando los costos de producción lo que a su vez provoca también el alza de la tasa de media de ganancia que termina provocando el aumento de renta en favor de los terratenientes.
Es imposible salir de esta crisis sin la más amplia unidad que lleve adelante un Gobierno nacional y popular con un programa centrado en una Reforma Agraria profunda en la Argentina.
No se puede seguir produciendo con la espada de Damocles del arrendamiento, el acceso al principal medio de producción que es la tierra está dolarizado y sujeto a los valores que imponen la oligarquía terrateniente. En el debate de las retenciones a la exportaciones y dado la necesidad de desarrollo de nuestro país las retenciones deben ser móviles, diferenciadas, segmentadas y coparticipables. Necesitamos un Gobierno que otorgue subsidios y/o créditos blandos para producir y adquirir la compra de tierra desde la Banca Pública para los pequeños y medianos productores. Necesitamos que el Estado vuelva a controlar el comercio exterior, y las vías navegables como el Paraná, para recuperar la independencia económica.
La Reforma Agraria es posible y necesaria. Los pueblos que crecieron en nuestro país, han sido aquellos donde se desarrollaron políticas de adjudicación de tierra de forma parcelaria en pequeña y mediana escala. Para terminar con la dependencia debemos terminar con la clase parasitaria terrateniente que hace posible que los imperialismos traten a nuestro país como su patio trasero.
Así podremos avanzar a una reforma agraria que también cambie el modelo productivo de rotación de cultivos, sustentable, orientado a alimentar al pueblo y al crecimiento de las economías nacionales y no al servicio de los intereses imperialistas.
Escribe Celeste Franchi
Enero-2025
[1] Programa PCR 13° Congreso.
[2] Azcuy Ameghino Eduardo, La Cuestión Agraria Argentina en el siglo XXI, 2024, Ediciones Imago.
[3] C Marx, Teorías sobre la plusvalía- El Capital.
[4] Gerardo Werthein, Eduardo Elzstain y Marcelo Mindlin (IRSA y Cresud, TGS, Pampa Energía, Edenor), Marcos Galperín, Claudio Belocopitt (Prepagas), Aceitera General Deheza (Argentina y asociada a la Bunge), Molinos Río de la Plata (Argentina y asociada a USA), entre otros; las vinculadas a los imperialismos europeos, rusos y asiáticos en la Argentina: Eduardo Eurnekian, Paolo Roca (Techint, Tecpetrol, Transportadora de Gas del Norte -TGN-, etc,), Hugo Sigman (Grupo Insud), Blaquier/ Arrieta (Grupo Ledesma), Bulgueroni (PAE, Bridas, etc.), Grupo Macri, entre otros.