Con el gobierno de Milei las clases dominantes siguen de fiesta, mientras quieren hundir a la Argentina en la miseria con una economía de enclave colonial. Sin embargo, conocen que este pueblo desde hace 200 años viene dando pelea y resistiendo los embates que intentan profundizar la dependencia.
La Argentina es un país dependiente oprimido por el imperialismo, en el que predominan relaciones capitalistas de producción. Es disputado por varias potencias imperialistas, y tiene una parte de su territorio insular y su espacio marítimo ocupado por el imperialismo inglés. El desarrollo capitalista en el campo es deformado o subdesarrollado por la dependencia del imperialismo y la subsistencia del latifundio terrateniente. Ambos impiden entre otras cosas: el desarrollo de la industria nacional y el de las investigaciones científicas direccionadas a las necesidades del progreso del pueblo argentino.
Tenemos la deuda externa más grande del mundo, que pidió y se fugó el macrismo con la complicidad de todos los sectores de la clase dominante. Esa deuda es impagable y debe ser investigada.
Argentina es un país rico por su naturaleza, sus recursos, su potencial científico y tecnológico, ubicado en una zona estratégica geopolíticamente, lo que acrecienta la disputa interimperialista.
La disputa central por la tierra está entrecruzada por los intereses de las clases dominantes, el interés por dominar la cadena productiva de materia prima, carne y oleaginosas y a la vez hacerse de los recursos naturales y energéticos en un mundo que está en guerra.
Los resabios del modelo agroexportador al que este gobierno de Milei representa e impulsa, nos llevan a agudizar todas las contradicciones en épocas de crisis interna y económica mundial.
Mientras la Bolsa de Cereales dice que se registrará un incremento interanual para soja (9,8%), girasol (5,4%), sorgo (5,3%) y una disminución en maíz (20,3%), los productores sobre todo medianos y pequeños no aguantan mucho más esta crisis.
El encadenamiento de la cadena productiva ligada al sector financiero, hace colgar de un piolín a los productores, un ejemplo de esto es el default económico por más de U$D 30 millones que provocaron los Grobo Agropecuaria y Agrofina al comienzo de este 2025.
El problema central que traba el desarrollo sigue siendo la dependencia y el alto costo de la renta.
Lo que no ha disminuido y sigue siendo rentable en nuestro país es la renta. La propia Bolsa de Comercio de Rosario explica que ni siquiera para el gran productor de soja con un rinde de 29 quintales por hectárea en soja de primera, el margen bruto del productor puede ser negativo cuando se alquila. Dicen que pasa a ser positivo cuando se trabaja en campo propio y no existe el peso de la locación.
Esto afecta mucho más a aquellos campesinos que directamente no pueden producir con estos costos y deciden rentar sus tierras a los grandes capitales, algunos de ellos organizados en pooles. Los campesinos que alquilan tierras para producir vuelven a dejar la producción porque no pueden sostenerla.
Mientras tanto los terratenientes y la burguesía intermediaria, que adquirieron grandes propiedades de tierra, se llevan la renta agraria, que hoy representa un 50% de los costos de producción, en un país donde la producción agraria se realiza en un 70% en arrendamiento.
Los llamados “derechos de exportación” por los principales cereales representan el 80% del total de lo recaudado en todo el 2024 siendo un total de 5.300 millones de dólares, y para el 2025 se estima que ascenderán a unos 8.386 millones de dólares. Carbap (Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa), por ejemplo, dice que se recaudó en total por retenciones unos 203 millones de dólares. Este dinero no se vuelca de vuelta a la producción y mucho menos en las economías que están por fuera de la pampa húmeda.
En el debate de las retenciones a las exportaciones y dado la necesidad de desarrollo de nuestro país las retenciones deben ser móviles, diferenciadas, segmentadas y coparticipables. Necesitamos un gobierno que otorgue subsidios y/o créditos blandos para producir y adquirir la compra de tierra desde la banca pública para los pequeños y medianos productores. Necesitamos que el Estado vuelva a controlar el comercio exterior, y las vías navegables como el Paraná, para recuperar la dependencia económica.
Es imposible salir de esta crisis sin la lucha y la más amplia unidad para torcerle el brazo a la política de Milei, que por el camino de las puebladas imponga un gobierno unidad nacional y popular que lleve adelante un programa centrado en una reforma agraria profunda en la Argentina, que elimine la renta parasitaria, que cambie el modelo productivo de rotación de cultivos, sustentable, orientado a alimentar al pueblo y al crecimiento de las economías nacionales y no al servicio de los intereses imperialistas.
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hoy N° 2044 29/01/2025